──¡Hah! ¿Quién va a matar aquí, puedo preguntar? ¿Y cómo? Seguramente no estabas insinuando que sería un viejo como tu? Alguien que ni tiene poder suficiente para dañar un sólo pelo a uno de nuestros "rojo".

──Los demonios rojos ni tienen pelo, Monspeet. ─él me miro mal mientras Derieri miraba a otro lado con una pequeña sonrisa.

──No seré yo quien les arranque la cabeza.

──Hmp? ─mire a Denzel, me inquietaba lo que fuera hacer.

──Rugitsu yori dore... "Nerobasta". ─habló tomando la empuñadura de la espada.

──¡Hay alguien... dentro de su espada! ─expresó Derieri. 

Denzel levantó la espada al cielo mientras recitaba encantos para cortar sus nudillos bañando un poco de sangre a la espada para después hacer un circulo de su sangre en el suelo.

──¡Viene... algo! ─habló Howzer mirando toda la escena.

──¡¡Manifiéstate!! ─dijo y la sangre que formo el circulo comenzó a brillar.

──¡Esta es...!! Es como la presencia que sentí del Cierno de Cernunnos. ─escuche a el zorro pero lo ignore.

Apreté mis puños al sentir su maldita presencia hacerse presente. La presencia de la mujer que una vez nos encontró a Mael y a mi juntos y como no puede cerrar la maldita boca le dijo a Ludociel. Jamás olvidaré ese dia, el dia en que él temia por acabar con mi vida y a la vez temia por desobedecer a su hermano.

¿Y que harías si la persona la cual te inspiraste para llegar a ser lo que eres, siendo su orgullo y alegria te ordenara matar a la persona que se convirtió en lo más preciado para ti siendo tu mundo entero?

Bueno, es una sensación horrible que Mael paso por culpa de esa perra.

──Sir Denzel ha elegido ofrecer su vida... ¡Para que su cuerpo sea usado como recipiente para su manifestación... diosa! ─expresó Deathpierce llorando.

Mire la silueta de ella aparecer encima de Denzel para terminar por entrar en el cuerpo de él.

──Howzer, ¿también viste eso? ─le preguntó Gil.

──Sí... pareció como si una mujer con alas brotara y se absorbiera en el cuerpo de Sir Denzel.

──Eres una diosa, ¿cierto? ─le preguntó Deathpierce.

──Soy la Lanza Divina Corporal, Nerobasta. Aunque entre tú y yo, hubiera preferido una forma ligeramente más joven. ─tome mi empuñadura pero Ban me abrazo de la cintura para evitar que haga una estúpidez.

──¿Qué piensas hacer, Sacrlett? ¿Acaso estas loca?

──¡¿Qué que voy hacer?! ¡Voy a matarla como debí hacerlo hace 3000 años! ─todos se sorprendido de mi ira hacia ella, quien me miro ante mi grito.

──Pero si eres tú, Scarlett. Me sorprende que recuerdes, después de todos Ludociel-sama te sello tus recuerdos. Aunque preferiría que te hubiera matado. ─dijo con un tono burlón.

──¡Bastarda! Acaso ya olvidaste tu posición patética diosa. Como osas tutearme maldita lacaya. No olvides que yo oertenezco a la realeza. ─sonreí de medio lado. ──Creo que Mael te lo dejo claro en muchas ocasiones, ¿no, querida? ─sólo borro su sonrisa para mirar a otro lado.

──Bueno... si me permiten ser directa, ¿qué es lo que quieren de mí? ─cambio el tema pero aún así el zorro no me soltaba. ──Sólo puedo asumir que mi resurgimiento sea contingente bajo alguna solicitud.

𝐌𝐈 𝐏𝐄𝐂𝐀𝐃𝐎; 𝘦𝘴𝘵𝘢𝘳𝘰𝘴𝘴𝘢/𝘮𝘢𝘦𝘭 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora