—¡Estoy listo, estoy listo! Woah tiempo récord —dijo mientras abotonaba el último botón de su camisa y la metía dentro del pantalón con una mano para arreglarse a medias el cabello con la otra.
Oh, no. Hoy regresamos al estilo vanguardista del desastre.
—¿Me llevarás contigo hoy?
Jin hizo una pequeña mueca mientras tomaba su portafolio cuando escuchó la pregunta. No era que hubiese un problema enorme con ello, era que llevar a Mari era como trabajar de niñero.
—Si prometes comportarte.
Mari no prometió nada y Jin sabía que no lo haría, así que, sin perder más tiempo, los dos salieron corriendo del pequeño departamento en el segundo piso de un edificio envejecido que a veces olía a polvo para hornear y café.
—No alcanzaremos el autobús, tendremos que tomar el tren directo.
—Nunca hemos tomado el tren.
—Pues lo tomaremos esta vez.
¿Habría alguna diferencia?
Mari pensó que era diferente y muchas cosas suceden cuando cambias los planes. Pero, quizá era bueno tomar otro camino al trabajo y ver otros árboles y ver otras personas y cambiar la rutina un grano de arena en el día.
No dejaría que Jin llegara tan tarde tampoco, después de todo fue a medias su culpa que despertara tarde y tuviesen que tomar el tren.
Así que caminaron un poco más rápido en lugar de correr.
Mientras lo hacían, Jin sacó la vieja casetera portable con audífonos in ear que Mari le había regalado hacía seis años después de habérsela encontrado en uno de sus tantos viajes curiosos. Tenía un solo casete con nueve canciones en un solo lado y Jin las escuchaba sin parar a diario.
No le pregunten por qué lo hacía, por qué no sacaba directamente su celular donde podía buscar más variedad y escuchar lo que quisiese.
Él tampoco lo sabía. Quizá era solo que estaba acostumbrado a la rutina, o quizá era solo que le tenía mucho aprecio a esas nueve canciones.
En el camino, tomaron una línea equivocada y tuvieron que caminar algunos círculos más antes de encontrar cual era la ventanilla correcta.
—Ok, ya estamos aquí, déjame ir a comprar los pasajes y nos sentaremos a esperar.
La estación de trenes era como una pequeña ciudad y a Mari le hizo ilusión pensar que era una parada mágica. Quizá el tren al centro iba dirigido al país de Nunca Jamás de Peter Pan.
Mientras miraba las pequeñas plazas e islas de comida y souvenirs, su mirada se posó en lo más mágico y hermoso que había visto en toda esa mañana.
Una tienda de recuerdos.
Mejor que eso.
Eran antigüedades.
Mejor aún.
¡Había casetes ahí!
¿Qué tan feliz podía hacer a Jin si le regalaba un nuevo casete?
Mari los podía ver en la pequeña vitrina. No había vuelto a ver casetes en mucho tiempo y, por ello, no había podido regalarle más música bonita a Seokjin. Él debía estar aburrido de escuchar las mismas nueve canciones todo el tiempo.
Y ahí. Justo frente suyo. Muchos casetes.
—Oye, ya conseguí los pasa- ¡¿A dónde crees que vas corriendo?! ¡Vuelve aquí!
Dejando que su vestido turquesa ondeara y su cabello se moviera esparciendo las múltiples pequeñas flores azules por el suelo, como si guiara el camino de la persona tras de ella, Mari corrió a la pequeña isla con una cara llena de sonrisas.
—Woah, Woah, mira esto, ¡Jin tienes que mirar esto! —murmuró para sí misma cuando llegó, sin mirar nada más a su alrededor.
—¿Por qué sales corriendo así? El tren saldrá pronto —Detrás suyo, con la camisa negra desarreglada, los puños enrollados hasta los codos, el cabello oscuro desordenado hacia atrás dejando ver su frente y el saco colgando arrugado en una de sus manos, Jin jadeaba por aire mientras se inclinaba con una mano sobre el hombro de Mari, con una clara mirada de considérate hada muerta.
—Yo...
Antes de que Mari dijese algo, otra voz profunda y lenta se unió a los sonidos caóticos que llegaban a sus oídos desde todas direcciones en la abarrotada estación de tren.
—Bienvenidos.
Ambos alzaron la mirada a la vez, pero las reacciones fueron totalmente diferentes.
Mari vio a un chico de aura mágica que le transmitió seguridad.
Pero cuando los ojos café de Jin miraron a un par de ojos negros profundos, casi de inmediato sintió que su corazón se detuvo.
¿Qué era eso?
¿Qué fue lo que sintió de repente? ¿Esa falta de aire? ¿Ese calor repentino en el rostro? ¿Esa sensación de timidez?
Frente suyo había un chico, eso estaba claro, quizá en sus veinte y algo más, con el cabello azul del mismo tono de las flores que cayeron por todo el suelo, y una sonrisa amable que lo hacía lucir suave y calmado, totalmente opuesto al agitado y estresado Jin que no sabía donde poner sus pies.
Mari juró haber visto magia.
—Mi nombre es Kim Taehyung, ¿Puedo ayudarles en algo?
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Mari is a Lover | K. SJ-K.TH (Complete)
FanfictionMari es una "Amante", cuya función principal es hacer que las cosas más imposibles sucedan en los momentos más improbables. Como hacer que las alas de un mosquito se vuelvan iridiscentes o como hacer que las antenas de una mariquita puedan captar se...
Capítulo 2: El mundo fuera del espejo
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