—Creo que es una especie de juguete, profesor— respondió ella, cruzando los brazos nerviosamente bajo la mirada de Costive Gutz.
—Comprendo— asintió Gutz—. Un nombre propio, ¿no? ¿Una marca registrada?
—Supongo que sí
—Entonces no es de mi incumbencia— añadió Gutz—. Es cosa del Departamento de Patentes y Títulos. No puedo preocuparme de todos los nombres propios que cruzan nuestras fronteras hoy en día. Esta mañana no he podido trabajar con tanto jaleo.—Entornó los ojos—. ¿Sabes que están lloviendo calzones?— dijo—. Mi sobrino está cubierto de calzones.
Lucy tragó saliva. En los años que llevaba como criada de Pauline se había hecho experta en eludir las preguntas delicadas de los adultos, y una de las maniobras consistía simplemente en devolverles dichas preguntas.
—¿Calzones, doctor Gutz?— preguntó
—Eso he dicho, calzones—contestó Gutz—.¡Qué escándalo...! Una ocasión tan venerable, ridiculizada por una maliciosa travesura. No me cabe la menor duda de que detrás de todo esto hay elementos subversivos. Tiene todas las trazas de ser obra de la Causa. ¿Has visto la ejecución?
—Bueno... Es que normalmente no me acerco al patio interior el Día de Ejecución— explicó Lucy. (Otro truco útil para eludir las preguntas era decir la verdad... Pero no la verdad que deseaban oír)—¿Qué delito había cometido vuestro sobrino, doctor Gutz? — agregó. (Cuando se les presentaba la ocasión de hablar de un pariente, los adultos eran capaces de pasarse todo un día dale que te pego.)
Los finos labios del profesor esbozaron una escalofriante sonrisa. No dijo nada; se limitó a levantarse de la mesa y a continuación tiró de un viejo cordón de terciopelo que colgaba junto a la ventana. Desde el patio, amortiguado por la distancia, les llegó el ruido de voces y hombres que corrían.
—Todavía no han cogido a la gallina— comentó Gutz asomándose a la ventana—, pero esa estúpida criatura ha corrido hacia un rincón.— Se volvió para mirar a Lucy—. La expresión <<patio interior>>, que has empleado hace un momento— dijo severamente—, se refiere al espacio de las casas que suele estar cerrado por paredes y que carece de techo. En el caso de un castillo, el nombre correcto es << patio de armas>>. Pequeña, he decidido dedicar toda mi vida a la misión de purgar el idioma de tales usos perezosos e reflexivos.
— Si, señor—contestó Lucy, retrocediendo un poco hacia la puerta—. Le pidió perdón, señor.
—Concedido.— Gutz sonrió—. Sin embargo, me temo que no hallarás un ánimo tan clemente en la guardia del castillo.
—¿La...la guardia, señor?—preguntó Lucy
—En efecto, he dicho la guardia— respondió Gutz. Se acercó lentamente a Lucy—. ¿De verdad creías que podías escapar de ellos refugiándote en mi despacho?
—Con el debido respeto, señor— dijo Lucy mientras buscaba a tientas el tirador de la puerta—, no huyo de la guardia.
Y era cierto. En ese preciso momento no estaba huyendo de la guardia. Era del doctor Costive Gutz de quien quería escapar. Agarró el frío metal del tirador, pero antes de que pudiera accionarlo, un puño golpeó la puerta.
—¡Ay!— exclamó Lucy, apartándose de un brinco.
La puerta se abrió y entró un hombre corpulento con un blusón blanco de mensajero. Era muy barbudo y tenía los dedos cubiertos de espesos mechones de vello negro.
—¿Ha hecho sonar la campanilla, jefe?— preguntó a Gutz.
Los ojos de Lucy se desviaron rápidamente hacia el cordón de terciopelo, que aún se mecía junto a la ventana. Gutz volvió a sentarse a la mesa.
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El Secreto del Castillo de Cant
Adventure(K.P.Bath) Bienvenido a las remotas tierras del Barón de Cant, un lugar fuera del tiempo y tan pequeño que ni aparece en los mapas.
La Trampa del Grámatico
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