No le respondo, básicamente porque no me hizo ninguna pregunta, y ella toma mi silencio como se le antoja porque enseguida sale de la habitación y me deja solo.

Vuelvo a soltar un largo suspiro.

No es como que no haya pensado en decirle a nuestro jefe que Chad quizás no sea el mejor de los ayudantes de cocina, pero cada una de las veces en las que me decidí a hablar al respecto el chico se las arregló para sorprenderme con alguno de sus platos o con algún comentario que en verdad terminó siendo de muy buena ayuda.

El problema está en que cada vez que decido darle un voto de confianza va y termina con varias cacerolas, sartenes o lo que sea en el piso.

Yo puedo jugar para el equipo de Chad, pero parece que él no juega para sí mismo la mayoría de las veces. Y mi paciencia no es infinita.

Sólo que tengo este problema de que a pesar de que aquí cada quien vela por su propio trabajo, todos formamos parte del mismo equipo, y Anne comienza a sacarme de mis casillas. Estoy convencido de que sería capaz de ir con Marshall y decirle algo en mi contra –así como quiere que haga con su compañero- si eso significara que podría llegar a quedarse con mi trabajo.

Así que puede que Chad no esté en mi lista de mejores personas, pero puedo asegurar que aun así se encuentra muy por encima de Anne.

Demonios. Creo que necesito vacaciones.

Decido relajarme durante dos segundos contra uno de los estantes cuando escucho a alguien gritando mi nombre desde la cocina. Respiro profundamente antes de salir y cuando lo hago me encuentro con quien me llama es el mismísimo Christian Marshall.

Sus ojos se encuentran sólo fijos en mí, dándome a entender con eso que lo que vaya a decir sólo está dirigido para mí, sin embargo, todos en la cocina guardan silencio para escuchar sus palabras.

-Ya están aquí. Recién les están dejando el menú, pero quiero que en cinco minutos salgas, te presentes y les digas qué es lo mejor que pueden comer aquí. Aun así, no te impongas, si quieren una maldita ensalada, les das una ensalada. Lo que sea. Combínalo con un buen vino, aunque seguro ya tienen uno pensado. Si no tenemos del que quieren, mandas a alguien a que lo consiga. Y serás tú quien se encargue de cocinar, ¿entendido? –simplemente asiento-. Bien, que te ayude quien quieras, pero quiero que sepan que fue el propio chef de mi cocina quien se encargó de hacerles la cena esta noche. Están en la mesa doce. Cinco minutos, Page.

Sin esperar por alguna otra respuesta por mi parte, da media vuelta y sale de la cocina. El silencio dura más o menos otros cinco segundos antes de que todos retomen sus trabajos, aun sin decir ninguna palabra. Los conozco lo suficiente como para saber que están esperando que les diga quiénes trabajarán conmigo.

Chequeo el reloj que se encuentra a la vista de todos sobre una de las paredes para comenzar a contar esos cinco minutos y tomo una rápida decisión.

-Rose, Jerry –me giro a observarlos y los dos ya se encuentran con sus ojos sobre mí-. Trabajarán conmigo esta noche. Terminen rápido con lo que están haciendo o deleguen el trabajo.

Ambos asienten y hacen exactamente lo que les digo. Yo me limito a ignorar la mirada de Anne y a seguir convenciéndome de que hoy no es el día para probar las habilidades de Chad.

***

Exactamente cinco minutos más tarde me estoy dirigiendo a la mesa doce con una gran sonrisa en el rostro. Me cruzo con varias miradas en el camino, pero tengo mi objetivo tan grabado en la cabeza que apenas asiento en dirección a los rostros que me parecen algo conocidos.

El restaurante, casi como siempre, se encuentra lleno de gente. La única razón por la que no hay personas en la puerta haciendo fila y esperando su turno para entrar es que es miércoles. Los fines de semana es cuando la cosa suele salirse un poco de control por aquí.

El Juego Termina Contigo [ GAME OVER #1 ]Where stories live. Discover now