Capítulo 28

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DECISIONES DIFICILES

VERÓNICA

La noche me recibe con su manto de terciopelo negro, salpicado por los diamantes de las estrellas. Camino bajo la luz de la luna, que se filtra entre las hojas de los árboles que adornan los jardines de la mansión.

En esta noche tan especial, cuando los vampiros se lanzan a la caza de sus presas humanas, yo me encuentro aquí, en los jardines, perdida en mis pensamientos. La idea de ir a cazar no me apetece ahora, y me sorprendo a mí misma por esta inesperada apatía. Siempre he creído que la sed de sangre sería irresistible, tal ve ya soy capaz de soportarlo como Fran.

De repente, una luz tenue se enciende en una de las ventanas de la planta baja. Me acerco con cautela, intrigada por lo que pueda estar sucediendo. A medida que me aproximo, distingo que la luz proviene de la habitación de los sirvientes que trabajan en la cocina. Me parece extraño que estén despiertos a estas horas, sobre todo en una noche como esta.

La puerta de la habitación se abre lentamente y veo salir a un chico joven, de cabello pelirrojo como el fuego. Lleva en sus manos una enorme bolsa de basura que parece pesar más que él mismo, pero la levanta con una facilidad sorprendente. Al bajar las escaleras, escucha mis pasos y se gira bruscamente.

Nuestras miradas se encuentran y un escalofrío recorre mi cuerpo. Es como si una corriente eléctrica me hubiera atravesado. Sus ojos, de un marrón claro, me miran con una mezcla de curiosidad y temor. Yo, por mi parte, trato de controlar la sed que me invade, reprimiendo mis colmillos que ansían clavarse en su piel.

—¿Qué haces? —, pregunto con voz temblorosa viendolo acercarse. —No te acerques, ¿no sabes que es esta noche?—.

—Lo sé—, responde con voz ronca, tratando de mantener la calma. —¿Quieres...mi sangre?—.

—Nethan. No funciona así—, explico con un suspiro. —Esta noche es para cazar. La presa debe correr, luchar por su vida—.

—¿Entonces quieres que empiece a correr?—, pregunta con una sonrisa nerviosa, dando unos pasos hacia atrás.

Lo miro con incredulidad. No puedo creer que esté tomando esta situación con tanta ligereza. —No seas ridículo—, le digo, rodando los ojos. —No voy a hacerte daño—.

La noche me envuelve en su abrazo frío, mientras Nethan y yo nos encontramos frente a frente en medio de los jardines de la mansión. El viento agita su cabello pelirrojo, creando un halo de fuego alrededor de su rostro.

—Lo siento, no me importa que seas un vampiro, solo debo decir, antes de que me mates, aunque lo dudo, pero me alegro de recordar tu rostro y saber que éstas más que bien —.

Una mezcla de confusión y curiosidad me invade. —¿Nos conocemos? —, pregunto con voz temblorosa. La posibilidad de que alguien me reconozca es casi nula.

Nethan baja la mirada hacia el suelo, que brilla bajo la luz de la luna. —No —, responde, —pero yo te vi cuando nos atraparon. Cuando te estaban llevando, recuerdo haberte visto defender a un chico de un vampiro que lo quería golpear —.

Sus palabras me transportan a aquel día fatídico. Recuerdo la lucha desesperada, el miedo en los ojos de todos, y la decisión que tomé en ese instante, defender al chico que no podía luchar por sí mismo.

—¿Eras ese chico? —, pregunto con incredulidad. El recuerdo de su rostro pálido y aterrorizado me invade.

Nethan me mira con tristeza. —El chico que aceptó ser golpeado y esclavizado—, confirma con voz baja.

Un torrente de emociones me invade, ira, impotencia, frustración. —Podías haberte defendido —, le digo con vehemencia —No haberte convertido en sangre blanca —.

—¿Y haber terminado como tú? —, responde —¿Convertido en un monstruo? —.

Suspiro, tomando en cuenta que cada uno tomó la decisión que creyó correcto.

—No creo que seamos diferentes—, dice con voz firme. —Tú te convertiste en uno de ellos, yo un Sangre Blanca, no hay tanta diferencia—.

—Los sangre blanca—, explico con amargura, —son aquellos que aceptaron esta sociedad vampírica, sin importar la esclavitud y el sufrimiento de los demás. Ellos se vendieron por comodidad y seguridad, mientras que yo...—.

Mi voz se quiebra al recordar el sacrificio que he hecho. —Yo, por lo menos, sacrifiqué mi humanidad por la revolución, por la esperanza de un futuro libre y justo para todos—

Un silencio incómodo se instala entre nosotros. En sus ojos veo una mezcla de admiración y tristeza. Sé que no he traicionado a los míos, que he luchado por lo que creo correcto.

—Mi transformación salvará muchas vidas— le digo, esta vez empuñando los puños.

Nethan se ríe y lleva consigo su traje de sirviente, y de alguna manera creo que haber sido un sangre blanca fue su mejor decisión.

—Nunca te he visto tener un esclavo— susurra.

—¿Crees que comprando una esclava será la mejor forma de ayudar?—

—Supongo que por suerte del destino encuentras a esa persona que lo necesita, no sé qué es estar en la Esclavitud, pero ver a la esclava de su aleza Francisco Elordi, parece que es lo peor que puede haber en esta vida—

—Lo es—

Él me mira —¿Tu qué vas a saber...? — se detiene porque al parecer se da cuenta de que yo también fui parte de la esclavitud, fui una de las primeras.

En un impulso de sinceridad, decido revelarle la verdad sobre mi pasado. —Aunque no lo creas, odio ser un vampiro—, susurro, con la voz cargada de emoción.

—¿Y entonces por qué? ¿Te obligaron?—, pregunta Nethan, su voz ronca por la sorpresa.

Niego con vehemencia. —La persona que me convirtió en vampiro no lo quiso, pero lo exigí pensando que ganaría mi libertad—, explico.

Rememoro la habitación, los colores que antes eran vibrantes ahora se tornaban de un rojo carmesí bajo la influencia del veneno de Francisco. La mordida de Fredom, la transformación dolorosa, y la inmersión en un mundo oscuro y lleno de sed que nunca antes había imaginado.

—Pensaba que así todo sería más fácil—, continúo, mi voz entrecortada por la emoción, —pero la verdad es que duele. No sabes lo difícil que es mantener la compostura ante un olor tan dulce, los ojos arden, el cuerpo ni se siente tan real...—, le confieso con amargura.

Nethan, en lugar de sentir lástima, se echa a reír. —Lo siento—, dice, —es difícil ver que un vampiro me diga que odia su existencia—.

En ese instante, me doy cuenta de lo absurdo de mi situación. Soy un vampiro quejándose de su propia existencia. No puedo evitar unir mi risa a la suya, liberando un poco de la tensión que me agobiaba.

—Es cierto, que patética—, admito entre risas.

Nethan me mira con una sonrisa cálida. —Sabes, me alegro de que estés viva, en serio—, dice con sinceridad. —Ambos tomamos decisiones en función de nuestra situación y, para bien o para mal, estamos aquí, juntos—.

Sus palabras me reconfortan. En medio de la oscuridad y la soledad que me rodea, Nethan representa un rayo de luz, una inesperada conexión humana que me recuerda que no estoy sola.

Sin embargo, un nuevo temor surge en mi interior. —Nadie debe saber que fui una humana esclava—, le digo a Nethan en voz baja. —Si eso llega a saberse, estoy muerta—.

Nethan me comprende de inmediato. —Claro que no—, asegura con firmeza. —Pero cuál es tu historia según los demás?—.

Miro hacia el cielo, buscando una respuesta. —Bueno...me gusta pensar que fue antes de la esclavitud—.

Nethan abre los ojos con sorpresa. —Okey, la vida es increíblemente extraña ¿no?—, comenta con una sonrisa.

Y así, bajo la luz de la luna menguante, Nethan y yo compartimos un secreto que nos une aún más. 

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Dama de un vampiro ✓Where stories live. Discover now