"No seas tan modesto, cariño," le rebate Nero, sus manos acariciando el cuello adornado por colgantes dorados, cayendo por el amplio pecho apenas descubierto por la camisa blanca semiabierta. "Todos los días son una tentación para mí, hoy más que nunca".

"Pues vayamos andando entonces," le dice el más bajo, besando su barbilla suavemente. "No querrías hacerme perder ante tus encantos".

Al llegar al restaurante, piensan que a pesar de no tener dominio en el área, conseguir una mesa de imprevisto no es difícil en lo absoluto. Prosciutto se pavonea al caminar al lado de Risotto, sintiéndose a sí mismo cuando piensa en que al menos les tienen respeto y La Squadra ya es de igual renombre y nivel que los otros equipos de Passione.

Los caballeros eligieron rápidamente los platillos, hablando de trivialidades junto a un agradable trago de sus copas de vino tinto. Disfrutan el tacto del otro, la buena comida y las charlas amenas del alrededor.

Cuando el plato principal es llevado a la mesa, ambos deciden quedarse un poco más, beber de otra botella. Risotto se siente atrevido, notando la insinuación en la voz del rubio cuando se explaya; "Este vino hace maravillas, calentar mi cuerpo no es nada fácil".

Oh, claro que lo comprobaría luego, le promete el peligris.

A las 2 de la mañana, la puerta de la casa en Vico Pallonetto se cierra, besos húmedos estropeando el cuello del alto mientras aprieta a Prosciutto entre sus brazos. Las luces están apagadas, así que no se preocupan por encontrarse con los demás en el camino, y sonríen bobos entre besos, subiendo escaleras hasta por fin entrar al cuarto de Nero y dejarse caer en la amplia cama.

Risotto disfruta del sabor salado en la piel caliente de Prosciutto, sacándose los sacos mutuamente, despejándose de las camisas y soltando botones y cierres, las prendas sobrando en ellos.

Por gusto, el alto le pide que se deje los guantes y el rubio sólo quiere que siga comiéndole la boca, apretando la cadera de Nero con sus piernas, sin chance alguna de escapar. Y no es nada que le disguste.

Entre suspiros, el rubio desordena los cabellos de Risotto, sus puños apretándose cuando la cálida y húmeda boca del alto se encarga de su erección; su cabeza es un lío, viendo entre ojos nublados la forma en que su pene desaparece entre los labios del alto.

Su antebrazo sube y cubre sus ojos, gimoteando porque siente que llegará pronto. El constante roce y lamidas dedicadas a la punta de su pene le ponen los pelos de punta, jadeando y su abdomen contrayéndose. "Ris... Oh, Ris..."

El sudor cubre el cuerpo tembloroso del rubio, y Nero sube lentamente con besos húmedos, dedicando un poco de su tiempo en los pezones, apretándolos con su lengua, mordiendo y tirando; los dedos del alto quedarían marcados por la fuerza con la que trata de mantener quieto a su pareja. Logra sacar el brazo de su vista, colisionando las miradas y Prosciutto va a por ello, besándole con suciedad y sus lenguas tocando el interior del otro con desesperación.

"Para alguien tan compuesto...," murmura Risotto, enviando exquisitas vibraciones con su timbre entre los labios de Prosciutto, "tu desesperación me calienta".

"Entonces será mejor que te apresures," le balbuceó el rubio, su mano escurridiza yendo a su boca, lamiendo con su saliva y mirándole altivo cuando ve al peligris fruncir el ceño, sintiendo las venas palpitando del falo caliente contra su palma.

Sorprendido, Prosciutto es alzado, sintiéndose pequeño por lo fácil que es manejado por Risotto, apretando las sábanas cuando se da cuenta de la posición; su boca se hace agua, tomando luego entre sus manos el pene de su amado y regando besos por lo largo. Los dedos del peligris se pasean entre sus caderas, amasan su culo y aprietan sus muslos.

Un impulso pequeño es lo suficiente para tener al rubio con los ojos llorosos, sintiendo los dedos abriéndose paso en su agujero, la lengua de Nero humedeciendo. Sus gemidos guturales se amortiguan cuando toma el miembro de su pareja en su boca, pidiendo a todos los dioses existentes que sus reflejos no hicieran cosas raras, no ahora que tenía a Risotto poniéndose rudo con las esporádicas embestidas contra su rostro.

Por Dios, Risotto moría por morder e hinchar aún más los labios de su rubio sexy así que se apresura en estirar la zona, brillante y rojiza por sus ministraciones y sostiene a Prosciutto de sus brazos enfundados, saliendo de debajo de él y acomodándose tras su espalda.

"¿No quieres apreciarme, tesoro?" le murmura el rubio, rostro apenas girándose para mirarle de reojo. Jadea cuando es jalado, aún sin sentir el pecho de Nero en su piel.

"Tu rostro será la cereza en la cima, cuore"; sin previo aviso, Nero se inserta en el agujero estrecho de Prosciutto, inundando su mente con el impacto de pieles. La cabeza rubia cae, algunas mechas saliéndose de su lugar y las embestidas comienzan certeras, el golpeteo húmedo de la pelvis y su trasero sonando como una pieza de música clásica.

Entre gruñidos, Risotto no puede sentirse más afortunado de tener la dicha de tener un amante tan apasionado en la cama. La hermosa curva de la espalda, el trasero bien proporcionado y la voz única de su pareja eran sus cosas favoritas junto al fervor de sus besos. No podía saciarse, volviéndose loco al ver los gluteos tersos contraerse entre penetraciones.

La acción se detiene, saliendo del interior del rubio y Nero es rápido, deshaciéndose de las bandas elásticas que sostenían el cabello de Prosciutto y vuelve a manipularle y acomodarle en otra posición. Por instinto, el rubio se aferra al cuello de Risotto cuando ve su rostro de frente, besando la mandíbula del más alto mientras suspira con las mordidas en sus hombros y cuello ocurriendo. Gime cuando vuelve a sentir la intrusión y Nero posiciona sus piernas alrededor de él, volviendo a perderse en el mar de sensaciones cuando el pene de su pareja golpea sus zonas erógenas en su interior. Son más lentas, llamando a besarse apasionadamente, gimiendo en sus bocas y perdiendo el aliento.

No pueden continuar más tiempo, piensan, sintiéndose al filo, al límite. Risotto toma impulso, su falo entrando rápidamente en el culo del rubio y enfocándose en sostenerle con fuerza, buscando el orgasmo con los atractivos gemidos de su pareja golpeando en su oído, y parece dar resultados; sus pechos se tocan, la espalda arqueada de Prosciutto y los ojos blanco. Insiste, golpeando el mismo lugar con fervor y no registra las uñas del rubio enterrándose en su espalda.

El respirar agitado, jadeos cortados y apretones. Prosciutto balbucea el nombre de Risotto cuando se siente ido y su orgasmo llega, manchando sus abdómenes y el peligris se libera, gruñendo ante lo apretado y la calidez del interior del rubio.

Caen al colchón, Risotto de espaldas y Prosciutto sobre él, jadeando en un intento de recuperar el ritmo de su respirar. Son minutos alargándose y besándose lento, cansados del acto pero con el corazón lleno de dicha. Risotto tiene intenciones de salir de Prosciutto, pero el rubio es tajante y le pide en una súplica disimulada que se quede dentro, porque es un momento único entre ambos: el ser uno.

Risotto no tiene quejas, besando el rostro de su pareja, acomodando el cabello largo tras la oreja y mirando la expresión contenta del otro. Se quedan ahí mientras la noche avanza y no hay nada más gratificante que el poder estar con el otro, mirándose antes de que el sueño les gane y sus pechos se muevan con un respirar lento.



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Risotto es el primero en bajar, su bata marfil de seda cubriendo su gran cuerpo luego de dejar descansando un poco más al rubio en su cama.

Se encuentra con Melone y Formaggio desayunando y las miradas sugerentes parecen disparos a su persona.

"Maldición, esa si que fue una noche ¿no, jefecito?"

"Melone, sé útil y prende la cafetera". 

sweet night 🍬 risoproDonde viven las historias. Descúbrelo ahora