Capitulo 29

4.1K 493 42
                                    


EL HUESPED

NOZOMI

La atmósfera de la mansión se ha teñido tensa durante la última semana. El incidente con Francisco que bebió mi sangre y mi confesión sobre el deseo de olvidar mi pasado por ser demasiado cruel nos ha afectado de diferentes maneras.

En mi caso, la vergüenza me consume. Nunca antes había actuado de forma tan impulsiva, ofreciéndome a entregar mi sangre sin pensarlo dos veces. Cada vez que el recuerdo de ese momento me invade, siento un impulso de golpearme la cabeza para borrarlo de mi mente.

En este instante, me encuentro en la cocina. Francisco ha estado particularmente ocupado últimamente, por lo que me ha permitido ayudar a los demás con las tareas domésticas.

En la cocina, Oliver y Cladis están actuando habitualmente, Oliver, con su seriedad, trata de soportar las constantes provocaciones de Cladis. Ella, con su característica arrogancia, lo molesta sin cesar, utilizando una cuchara de bambú como si fuera un arma para atormentarlo.

—¿Puedes apartar eso de mí?—, pregunta Oliver, con un tono que mezcla la pregunta con la orden. —Detente o juro que lo lamentarás—, advierte mientras corta un tomate con una ferocidad que parece dirigida a la propia Cladis.

Sin embargo, sus advertencias caen en saco roto. Cladis, imperturbable ante su furia, continúa su acoso —¡Que ya pares de una vez basura, irresoluble, tremenda plasta de caballo!—.

La tensión en la cocina alcanza su punto cuando Oliver, incapaz de soportar más, explota. Todos nos quedamos en silencio, observando atónitos cómo le grita a Cladis con una vehemencia inusual en él. La pelinegra, sorprendida por el repentino cambio de actitud de Oliver, se aparta de él con una mezcla de asombro y temor.

La furia de Oliver se disipa tan rápido como ha surgido. Exhala profundamente y, sin decir una palabra más, abandona la cocina, dirigiéndose al jardín.

Me acerco a Cladis mientras un murmullo recorre la habitación, reprochándole su comportamiento.

—Hey— susurro —¿Por qué lo molestabas? —No hay rastro de enojo en mi voz, solo neutralidad. Cladis me responde con tranquilidad:

—No tengo idea de por qué no puedo dejar de molestarlo— Sus ojos se pierden en el suelo.

De pronto, suelta una risita. —Supongo que me molesta su cara— dice, y se aleja hacia los pasillos.

La sigo y, al encontrarnos en el vestíbulo principal, Cladis se detiene al ver a un hombre frente a las grandes puertas de la mansión.

Sostiene una correa en una mano y una llave en la otra. Supongo que es para abrir una de las habitaciones. Me tensa su imponente figura y su aura de peligro. Pero, más que eso, es su belleza la que me hace doblegarme. Cuando nos voltea a ver, ambas bajamos la cabeza. La sensación es similar a la que tuve cuando Francisco me compró, y eso me aterra.

Lo que más me asusta es darme cuenta de que no somos las únicas impactadas. Fredom y Francisco yacen bajando las escaleras, dándose cuenta de su presencia, lo miran directamente, mientras que Verónica los observa con sospecha, preguntándose quién es la figura que se encuentra frente a nosotros.

Los esclavos de la mansión se apresuran a atenderlo, preguntándole qué desea.

Él solo responde, —Quiero sangre y alimento para mi esclava—

Desaparece de nuestra vista y varias de las vampiras, se quedan cautivadas por su aura intimidante.

Fredom se acerca a Cladis y la toma por los hombros, alejándola rápidamente por los pasillos. Verónica y Francisco se quedan conversando, y puedo escucharlo mencionar que sospecha que el hombre viene de parte de Dereck o del Gran Señor.

Dama de un vampiro ✓Where stories live. Discover now