Capítulo 10 - El nueve colas.

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─Ahora seremos dos contra tres ─se apareció Ikkaku con un gesto de fastidio, pues para él sus compañeras no eran ningún reto.

─ ¡No se olviden de mi~! ─apareció Renji, sonriéndole a Matsumoto─ Nosotros hemos venido a protegerte.

─...Gracias...

─Aunque nuestro capitán quiere cargarse a Ichimaru ─decía Ikkaku─. Ya sabes que él sólo está aquí porque sabe que hay alguien fuerte con quien luchar... Contra eso no podemos hacer nada...

─ ¡¡Matsumoto!! ─gritó Toushiro en un momento que Hisagi vio la oportunidad adecuada para eliminar a la Teniente. No obstante, Renji se movilizó ágilmente y se interpuso entre ellos, recibiendo él, una de las hoces del pelinegro.

─ ¡¡Aaaghh!! ─cayó de rodillas metiendo las manos para no caer al suelo, saliendo Ikkaku muy emocionado a atacar a Hisagi con todo su poder desde el principio.

─ ¡Yumichika, encárgate de ellas!

─Como tú digas ─aceptó el ojiazul antes de atacarlas.

─ ¡Renji! ─trató de auxiliarle Matsumoto.

─ ¡Ngh! E-estoy bien, esto no es nada ─se hizo el fuerte, sonriéndole a la rubia con despreocupación, aunque no podía borrar el gesto de dolor.

Rangiku no quería que nadie más se lastimara por ella, asi que tomó la espada de Renji y bloqueó un ataque que vio venir por parte de Nanao pero que Renji no. Nanao siguió atacando a Matsumoto sin césar, alejándola de Renji, quien no se pudo mover a causa de la gravedad de su herida en su hombro derecho.

─ ¡Maldición! ─pensó al ver que la mano derecha del Comandante empezó a ponerse más seria contra Rangiku.

Aquel patio frontal como la calle misma se tornó en un campo de batalla para los shinigamis, tornándose las cosas muy difíciles tanto para Gin como para Rangiku.
Ichimaru estaba teniendo problemas contra Zaraki quien parecía no cansarse, a diferencia de él que sí empezaba a jadear.

—Este tipo está llevando al límite el cuerpo de este chico... —pensó Tsuzurao mientras golpeaba con ambas manos y tras la cabeza al Capitán, estampándolo en el pavimento. Notando hasta ese momento que Matsumoto estaba en peligro, pues Nanao le había desarmado y estaba a punto de darle el golpe de gracia.

─ ¡Maldición...! ─pensó intentando ir en su ayuda, a pesar de ello no pudo moverse siquiera un centímetro pues al paso y de forma sorpresiva le salió el Comandante, lanzándole un kidou de atadura para luego clavarle la espada en el pecho.

Matsumoto por su parte, veía con seriedad a su amiga, no extrañándole en lo absoluto su decisión de erradicarla, después de todo, órdenes eran órdenes. Y pese a que había perdido la espada de Renji y no tenía una sola forma de defenderse, no estaba dispuesta a darse por vencida, a pesar que su cuerpo parecía ya no tener una sola gota de energía para evitar otro ataque.

Nanao, sin que le temblara la mano alzó su espada para tomar la vida de su compañera y amiga, sorprendiéndose cuando apareció de la nada Toushirou en su versión adulta para bloquear su ataque.

—¡Hado 58, raikoho! —dijo el albino enviando lejos a la Teniente del Primer escuadrón, girándose poco después para cargar a su Teniente en brazos y desaparecer del campo de batalla.

Él le llevó hasta el tejado de una casa para poder inspeccionar sus heridas y cerciorarse no peligrara su vida. La recostó con cuidado, sonriéndose leve y brevemente para comentar:

─Qué bueno... pareces estar bien.

─Gracias, Taicho... ─dijo poniéndose en pie─ ...Pero tengo que...

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