Recuperando a lobas

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 La dejé hacer lo que quería, vio, televisión por la mañana, jugó con sus legos y se quedó dormida en la alfombra, cuando la alcé descubrí que tenía algo de calentura, le busqué unas medias y un pijama más abrigado y pedí a la enfermera un medicamento para la niña, no sabía la verdad que darle y podía resultar peligroso, le dimos un jarabe y después de dos horas sus síntomas comenzaron a desaparecer.

Al día siguiente, mi hermana Silvia fue a ayudarme, ella no tiene hijas pero es mujer y me imaginé que sabría peinar y esas cosas, le hizo dos colitas y la llevó al kínder, el clima no había cambiado por completo pero ha mejorado, al igual que Olivia; su temperatura estaba bajando y ella intentaba hablar, solo que las palabras no le salen.

—Mi..ly.—musitó.

—Está en la escuela.

—¿Señora, puede decir su nombre? —preguntó ansiosa la enfermera.

—Loba.

—Nena, tu nombre normal, no tu apodo. — dije en su oído.

—Livia. Oliv—Se volvió a quedar dormida, le acaricié la mano con cuidado y me quedé decidido a preguntar a penas hablara sus razones para meterse en esa lluvia.

—Voy a llamar al doctor. — Dijo la enfermera.

Al salir no dudé en darle un beso en la frente a Olivia, la cual no paraba de moverse.

— Mamá, ab...re la puer...ta. — lágrimas corrían por su mejilla. — No tengo...a..na...na... — una máquina comenzó a pitar, la enfermera entro y comenzó a resucitarla.

............

Fui por Mily a la escuela, no se veía muy feliz la alcé y la metí en el auto conmigo.

— ¿Qué pasó hoy nena?

— Alguien se burló de mí por mis pecas y las de mi tía. — La nena se abrazó a mí. — Tampoco sé hablar en francés y lo hago mal.

—Mi amor, a nadie le importa, además contrataremos una tutora.

— No quiero volver ahí — acaricié su cabello.

La dejé en casa sin decirle nada más que estaban revisando a su tía en el hospital, pero no era nada grave.

Cuando llegué me dieron buenas noticias; la temperatura estaba disminuyendo y los antibióticos estaban funcionando, alrededor de 12 horas estaría mejor.

Fui a la casa tomé una pijama roja y otra de algún color y ropa interior, le di las buenas noticias a Mily y le prometí llevarla mañana.

...Olivia 12 horas después...

Abrí mis ojos y vi a Sebastián observando mi pijama verde, no tiene nada de especial además de su textura.

— Hey, voy por...por el doctor.

— No, — mi voz salió ronca.

— Olivia, tienen que revisarte. —dijo.

— Agua. — Sebas asintió, me arrimó el vaso a los labios para facilitarme el trabajo y luego fue por el doctor.

— Es toda una campeona, si sigue así la dejaré ir a casa en dos días si se comprometen en cuidarla.

— Contrataré una enfermera.

— Puedo sola.

— Te voy a conseguir una niñera. ¡¡¿A QUIÉN SE LE OCURRE CAMINAR DESCALZA BAJO LA LLUVIA?!!

—Sebastián estás en un hospital y ella está enferma.

Eran las 4:30, pensé en que caminar hacia casa sería un buen ejercicio y despejaría mi cabeza, no me concentré en nada.

Esta opción que reconsideré cuando el tacón se me quebró, quité ambos pares y los metí en mi bolsa, tan caros que dijo Sebastián que son y, mira como terminaron.

Mi segundo error fue seguir caminando, tenía algo de dolor y en los pies y comencé a mojarme, aumenté mi velocidad cuando unos tipos comenzaron a seguirme, cada segundo iba más de prisa y ellos casualmente también, bajé la velocidad y luego la retomé al ver varia gente me metí en el puño de personas e intenté conseguir un taxi, pensé en llamar a mi chofer pero por poco me asaltan. Veinte minutos después saqué mi teléfono e intenté hacer una llamada, pero mi servicio estaba suspendido, eso era nuevo, completamente inusual tomando en cuenta que Sebastián paga todas mis cuentas, entre ellas mi celular, casa, chofer, niñera, colegio de Mily y mis colegiaturas, la sombrilla se volteó, salió volando, un camión la aplastó, era una mujer completamente maldita, mojada de pies a cabeza, mi enorme cabello estaba esponjado y mi maquillaje totalmente estropeado o eso imaginaba, una hora después bajo la lluvia llegué a casa.
Sebastián no se veía tan contento con lo que le había relatado.

— Fue tu culpa. —Espetó el doctor.

— Cállate. — atacó Sebastián.

— Olivia, vuelvo en un rato. — Se despidió el apuesto doctor.

— ¿Y Mily?

— Está bien, hoy no fue a la escuela.

— ¿Está enferma? —pregunté alarmada.

— Tuvo un problema en clase de francés y está deprimida.

— Permiso. — un hombre alto se acercó y sonrió con mucho aprecio a Sebastián. — Soy Alessandro, amigo del mal educado.

— Olivia.

— Un gusto. —Espetó el sonriente hombre — Te voy a revisar. — hizo todos los chequeos correspondientes mientras Sebastián gritaba por el teléfono.

— Siempre ha sido muy gritón. Sobre todo desde que su problema se activó.

— Mi secretaria no pagó tu línea me disculpo. — Dijo interrumpiéndonos.

— Mi esposa es pelirroja y mi hijo tiene el pelo blanco.

— Mi sobrina es rubia casi blanco igual. —Le devolví la sonrisa.

— ¿Se lo tiñó?

— Natural. Me divorcié de Bianca, mi esposa se llama Verónica Reverso.

— Es directora.

— Sí y dueña de un colegio. —Respondió el doctor. — Hablando de hijos voy por el mío debe estarme odiando y su madre peor. — estrechó manos con Sebas. — Cuídale que aguantar tus gritos.... — Sebastián asintió. — espero salgamos los cuatro algún día. —salió con la ficha.

Tres días después........

Sebastián contrató una enfermera, pero no se separó de mí en ningún momento, todo lo que se me ocurrió pedir antes de terminar la oración n ya lo tenía, lo más divertido era ver a Mily regresar, salía limpia y hermosa, volvía sucia y despeinada. Esta tarde fue la excepción, vino algo decaída, se acostó a mi lado sin decir nada y obviamente sin su hermosa sonrisa, le di un par de besos en cada mejilla.

—Tía, no quiero ir más a ese kínder.

—Ahora por qué.

—Las niñas tienen algo que va "P" pongos, pillos, no sé

—¿Quieres unos?—Negó con la cabeza.—Nena, ve a cambiarte, besé su frente y luego salió corriendo.

Sebastián entró con la mochila de Mily en el hombro y una pequeña sonrisa.

—Mira lo que me regaló.

—Un lindo dibujo, de nosotros tres. —Sonreí. —Le caes muy bien, nunca dibuja a nadie más que a mí.

—Todos vestidos de rojo, es un recordatorio de que es tu color favorito.

—Sebastián, no necesito más cuidados, lo agradezco pero.

—Lo sé pero no me quiero ir.

¿Qué le dices a tu jefe por el cual tienes sentimientos cuando dice que no se quiere ir?

artup_#|Vng!|


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