Capitulo 31

3.9K 506 38
                                    

DOS MUNDOS

NOZOMI

Un escalofrío me recorre la espalda mientras duermo. Siento una mirada intensa clavada en mí. Abro los ojos de golpe y me encuentro con esos ojos azules, como dos zafiros, observándome con una precisión que me eriza la piel. Sin pensarlo dos veces, salgo disparada de las sábanas, mi corazón a mil pulsaciones por minuto.

Al ver que es él, me tranquilizo. —Perdón—, me dice con voz suave, —no sabía si estabas viva o muerta—. Sus palabras me dejan perpleja. ¿Muerta? ¿A qué se refiere? No puedo evitar soltar un "ha" de incomodidad y confusión.

Me levanto de la cama y me dirijo al baño. Todavía siento el latido acelerado de mi corazón. No entiendo por qué me ha afectado tanto. No siento ninguna amenaza en él, al contrario, siempre me ha tratado con respeto.

Mientras me lavo la cara, me miro al espejo con el temor de volver a ver aquel reflejo, pero me sorprendo al ver mis mejillas sonrojadas, como si llevara horas bajo el sol. No es la primera vez que me pasa esta semana. ¿Tendré fiebre? Me tomo la temperatura, pero está normal.

Entonces, ¿qué es lo que me está pasando? Una vocecita dentro de mí me dice que no es una enfermedad, ni tampoco ira. De repente, mi mente me traiciona con una imagen, sus labios sobre los míos.

Salgo del baño y me encuentro con él, dormido en medio de la cama. No había notado lo mucho que me había tardado hasta ahora. Ayer seguro que volvió tarde, como casi siempre. Debe estar exhausto. Es la primera vez que lo veo dormir tan profundamente, tan plácidamente.

Me acerco con sigilo, observando su rostro en reposo. Sus cejas espesas enmarcan sus ojos cerrados, sus labios, generalmente pálidos, ahora tienen un tono más rosado por el sueño. Su respiración tranquila me llena de una inexplicable paz.

Me quedo observándolo por un largo rato, sintiendo una extraña mezcla de curiosidad y fascinación. Su presencia dormida me tranquiliza, me hace sentir segura. Me pregunto qué pensará él de mí.

Una calidez inexplicable se expandía por mi pecho, como un fuego que jamás antes había sentido. Un calor que se intensifica cuando sus ojos azules se abren y se posaban sobre mí.

Me observaba con una quietud que me inquietaba. Mis ojos se desprendieron de los suyos, preocupada por su evidente falta de sueño.

—Perdón—, murmuré con timidez.

Él solo suspiró y me respondió con una sonrisa —Está bien, solo querías asegurarte de que siguiera vivo—.

Su humor me liberó de la tensión. Me reí, tratando de disimular la agitación que sus palabras habían provocado en mí. Qué tonta había sido al no darme cuenta antes de lo hermoso que era.

Francisco siguio durmiendo profundamente, me levanté con sigilo, decidida a ayudar abajo para estar con los demás.

Al bajar, me encontré con Nethan, su cabello rojo contrastando con los tonos castaños de los demás.

—Buenos días, Nozomi—, me saludó, siempre era muy amable. —¿Me ayudarías a limpiar el almacén?—.

—Por supuesto—, respondo antes de que pudiera terminar su petición.

En ese instante, un grito proveniente de la cocina interrumpe nuestra conversación. El chef, un hombre con mirada severa, irrumpe en el pasillo, sosteniendo una caja.

—¿Quién ha llevado las bolsas de sangre a sus dueños?—, preguntó con voz autoritaria.

Un silencio incómodo se instaló en el lugar. Nadie se atreve a responder. El chef, un hombre que había renunciado a su carrera médica para dedicarse a la cocina al servicio de los vampiros, era conocido por su temperamento fuerte.

Dama de un vampiro ✓Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora