- Nena... Sam... - gimió cuando mis dientes rasparon la piel de su oreja – Debes... debemos... hablar... -

- No... - respondí. Las palabras ahora mismo salían sobrando, yo no quería hablar – Necesito sentirte Arien... - murmuré casi con desesperación – Te quiero dentro de mí... -

Eso fue todo. Mi cariñín dio un gruñido bajo perdiendo el control completamente, sus manos apartando de un solo tirón la tela delantera del vestido dejando mis pechos completamente descubiertos. Yo fui más precisa. Mis manos fueron directamente a los botones de su pantalón y casi como si tuvieran conciencia propia, hicieron su trabajo rápidamente. La dura carne de mi cariñín se liberó en todo su esplendor se frotó con fuerza entre mis resbaladizos labios, antes de hundirse en mi con un solo empuje desesperado. Ambos gemimos al mismo tiempo. Su carne quemaba dentro de mí, me sentía plena, completamente llena. Él estaba en cada rincón de mi cuerpo, de mi alma, de mi pensamiento. Así se lo hice saber cuándo empecé a mecerme, montándolo con desesperación ciega mientras lo escuchaba gemir y distinguía sus rasgos bajo la leve penumbra, deformándose en una bonita mueca de él rendido al placer que solo yo podía darle. Sus manos se cerraron en mis pechos, mis pezones clavándose en sus palmas mientras yo tiraba mi cabeza hacia atrás y los empujaba aún más dentro de su agarre. Nuestra carne mojada se abofeteaba junta, creando chasquidos maravillosos a través de los silenciosos rincones y llenaba el aire del almizclado olor a sexo, deseo, sudor y sobre todo amor. Yo lo amaba. Mi alma lo reclamaba, al igual que el trisquel que ahora mismo ardía en mi espalda, en mi pecho, en mi hombro...

- Nena... - murmuró resoplando entre dientes, como si hablar le costara la vida – Nena... por favor... ve mas despacio, no duraré mucho si sigues de esa manera... -

No me importaba. Yo necesitaba sentirlo, necesitaba sentir esa cúspide a la que solo ellos podían elevarme. Necesitaba sentirme y sentirlos vivos.

Me levanté en mis rodillas y me dejé caer nuevamente sintiendo a su eje salir y deslizarse nuevamente dentro de mi hasta el fondo. Eso fue todo lo que tomó para que su voluntad y su autocontrol se hicieran añicos y el comenzara a golpear contra mí por instinto, como un hombre ciego que ha perdido completamente la cordura.

El quejido desesperado con el que explotó al final fue la jodida cosa más sexy que había escuchado jamás. Mi cariñín murmuraba mi nombre como una plegaria que le salvaría de la muerte que estaba sintiendo mientras lo sentía estremecerse con los espasmos que lo llevaban a bombear dentro de mí, uniéndose a las réplicas de mi interior palpitante y estremecido que bebía hasta la última gota de su semilla.

Caí hacia adelante, mi frente sobre su pecho, respirando con dificultad y completamente empapada de sudor, pero muy satisfecha con el mundo. Y al parecer no era la única.

- Se suponía que solo iba a cuidar de ti nena... - su voz tenía un dejo de suficiencia y a pesar de la oscuridad, yo estaba segura de que el idiota estaba sonriendo – no sabía que ibas a asaltarme –

- ¿Asaltarte? - resoplé aún sobre su pecho sintiendo cada uno de los músculos de mi cuerpo convertidos en gelatina blanda – No te oyes como una pobre víctima, cariñín –

- Pues voy a serlo – soltó con fingida preocupación – Oäk va a matarme –

Fruncí el ceño sin entender. Se suponía que la mierda de los celos no se aplicaba para nosotros. Y Oäk, bien, él era demasiado santo para apalear al idiota de mi cariñín solo por haber concluido lo que habíamos empezado en la biblioteca, sobre todo, teniendo en cuenta de que, de haber tenido la oportunidad, él habría hecho lo mismo. Me incorporé sobre mi cariñín, cruzándome de brazos, mirándolo ceñuda, algo un poco raro si teníamos en cuenta de que el aún estaba dentro de mí y que tampoco estaba haciendo ningún movimiento para ir a ningún lado – Lo dudo – espeté y luego poco a poco fui recordando. El ultimo vistazo que había tenido de él, batiendo sus alas, mandándome toda esa mierda soporífera que me había puesto tan fuera de combate como el jodido golpazo de un tren de carga – Por otro lado, no tendrás tanta suerte conmigo –

AwenWhere stories live. Discover now