Aunque ciertamente él quería ocupar más que ese lugar en la vida de ella, cerró los ojos nuevamente sin demasiadas ganas de levantarse de la cama hasta que escucho a Felicia hablando, las paredes eran demasiado finas y se podía escuchar lo que ocurría en el pasillo o incluso en la sala a veces hasta si el vecino de arriba arrastraba una silla. Era con su hermana no había prestado atención del todo.

–Lo sé, Sorella tengo que hablar con Luddy de ello – ¿Qué necesitaba hablar con él? –Sí, si comprare la casa. Lo tendré que dejar pero... ¡Sorella! No seas así – Espera ¿Qué? Felicia al parecer se alejó del pasillo y camino hasta la cocina donde no podía escucharla –

Su mente se quedó en blanco por un momento no podía coordinar pensamiento alguno más que mirar a la puerta de la habitación, ¿Dejarlo? Felicia hablaba con su hermana sobre dejarlo, era como si la fiebre le estuviera jugando una mala pasada y haciéndole delirar. ¿Era así? ¿Solo delirios de su fiebre alta? Él no podía pensar siquiera en un lugar sin ella, no podía imaginarse no estar sin ella. No podía ni siquiera pensar en compartir la cama con alguien más que no fuera ella aunque a Felicia le gustara dormir acurrucados o de cucharita y ocasionalmente se despertaba con Felicia diciéndole; "Luddy Berlín está despierto y se está frotando en Venecia" Lo cual hacia que se parara de la cama de un salto a encerrarse en el baño avergonzado.

Nada absolutamente nada sería lo mismo sin la alegre y cálida Felicia. Cuando llegara tarde del trabajo ¿Quién le prepararía la cena se la guardaría en la cocina y le esperara durmiendo en el sofá? ¿A quién despertaría para que le dijera un bienvenido de regreso y tuviera que cargarle hasta la cama? Ella fue quien le acostumbro a dormir abrazados y ahora no podía imaginar despertarse sin ella a su lado con su cabello castaño rojizo revuelto sonriendo y murmurando cosas como si estuviera teniendo un buen sueño, con quién si no con ella reñiría en las madrugadas intentado levantarla para que le acompañara a hacer ejercicio porque solo Dios sabe cuánto le preocupaba su salud ¿Quién lo convencería de quedarse un poco más en la cama? Y él aceptaría porque era domingo la cama estaba calentita y podían dormir otro poco más ¿Quién se acurrucaría en una tarde de lluvia en su regazo a hablar de todo y de nada? A quién vería acariciar a todo perro o gato callejero que viera Solamente porque eran lindos o lo sacaría de casa porque ellos eran jóvenes y debían disfrutar.

No podía vivir en un mundo sin ella, no quería vivir en un mundo sin ella. Siendo el complemento que le daba color a su lienzo heterocromo.

Tal vez el dolor en su pecho se debía al malestar general que habitaba en todo su cuerpo y que esa sensación asida que le quemaba la garganta se la había generado el medicamento, eran excusas sí. Que él no quería seguir dándose, la amaba sí. Ella se había clavado muy hondo en su ser y no podía imaginar un mundo sin Felicia Vargas y su acento italiano, su amor por la cocina, el arte y los días feriados. La amaba mucho más de lo que alguna vez llego a amar a su anterior pareja y odiaba no tener el valor para romper esa barrera de amigos y decirle que estaba loca e irreversiblemente enamorado de ella. Que fue como un ángel caído del cielo que lo encontró el día más desdichado de su vida.

¿Qué fuera sido de él si ella no lo hubiera encontrado esa noche de invierno? Que lo ayudo a reponerse y no sentir dolor por lo ocurrido. No lo sabía y no quería saberlo, no quería saber siquiera que en algún momento no pudo conocerla.

Pero allí estaba nuevamente a punto de perder a la mujer que amaba y es que él lo sabía su hermano se lo había dicho muchas veces y Emily cielos se lo había recalcado y con marcador rojo indeleble él no servía para las relaciones ni siquiera para vivir con alguien al parecer.

–Luddy ¿Estás bien? –Y allí estaba ella mirándole con sus pozos de miel preocupada por su bienestar mientras le tocaba la frente asegurándose de que su fiebre hubiera bajado ¿Desde hace cuánto lo estaba cuidando? –

Y él solo estaba allí mirándola estaba hablando algo pero la traducción no llegaba a su cerebro que parecía haber querido dejar de funcionar en esos momentos, solo sintiendo como sus manos se alejaban de su frente y ella se daba la vuelta para salir por la puerta, le dio miedo. Miedo de verla marcharse así solamente fuera por más agua o medicamentos. No quería sentirla lejos, la tomó del brazo y la atrajo hacia él haciendo que cayera en su pecho haciéndole compañía en la cama.

–Luddy, ¿Qué pasa? –Pregunto levantándose un poco para poder mirarle a la cara –

–Geh nicht, bitte geh nicht –pidió en el único idioma que podía pensar en esos momentos –Ich liebe dich, ich liebe dich zu sehr. Verlass mich nicht.

–Uh... Luddy sabes bien que no entiendo cuando me hablas en alemán –Se quejó, su mano acaricio su mejilla y él cerro los ojos disfrutando de esa caricia ella sonrió –Solo iré a preparar un sopa ¿bien? –Ella parecía notar sus miedos a través de sus ojos azules –

–Ja –Respondió soltándola para que ella dejara un beso en su frente y se levantara –

Él tenía que decirlo, tenía que expresarle en un idioma que ella entendiera lo mucho que él la amaba.

Cortos Gerita.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora