︙❛ Un panda a domicilio ❜ ┇ ❝ Taoris ❞

❀┇❝ U n o ❞

—Jia, debo hablar contigo hoy.—le pidió el emperador con mirada seria y voz tranquila, JiaHeng asintió, ambos comenzaron a caminar por los enormes pasillos, Jia no entendía la razón por la cual era llamado, pues no había hecho nada mal ni había pronunciado mal ninguna palabra; así que se sentía intranquilo, no había razones para hablar. —Antes debo avisarte que serán buenas noticias, no estes nervioso.—le sonrió el hombre, JiaHeng asintió, preguntándose aún las razones por las cuales el hombre robusto quería sacarle palabras a su boca.

—¿Pasa algo malo?—pregunto una vez estuvo sentado ante el emperador, ignorando lo anterior, el emperador negaba tranquilamente.

—No Jia, solo queremos que te vallas a algún lado por un tiempo.—le dijo tomando una caja entre sus manos, JiaHeng no pudo evitar fruncir sus cejas y abrir su boca, "¿Me esta corriendo?". —Veras, dentro de poco será el compromiso de nuestro pequeño, y no queremos que te sientas... mal... extrañado, será mejor que no estes aquí hasta que las ceremonias pasen y puedas... seguir con las investigaciones. —dijo el emperador queriendo ocultar sus nervios, aquello funcionó.

Todo aquello había sido dicho con las palabras más adecuadas para el emperador, quien aún estaba muriéndose de nervios bajo la mirada ceñuda de JiaHeng, a quien todo aquello le sonó a una burla ante su situación "bastarda" y una manera educada de decir que estorbaba en las festividades próximas de JiaShuai. El se levanto de manera aún más elegante, guardando sus emociones para su soledad y para cuando su madre pudiera explicarle a que se debía cada una; así que con una leve reverencia pronuncio la buenas noches y se fue agradeciendo por su estadía en el palacio. El emperador, extrañado por las actitudes de JiaHeng, salió tras él.

—¡Oye!—le llamó, pues JiaHeng y sus largas piernas ya lo habían llevado un poco mas lejos de lo que la voz podría mantener en tranquilidad. Jia se giró de inmediato y atendió al llamado, conociendo su débil posición, sabía que no podría dejar al emperador insatisfecho o molesto. —No tomes esto como un desprecio... nosotros de verdad te apreciamos como a nuestro pequeño, pero no podemos torturarte de esa manera.—le explicaba con una expresión de miedo. Jia no entendía porque el miedo, "¿Miedo a mi?".

—Esta bien, yo entiendo. Me iré, sí que lo haré, pero con su perdón, no regresare.—le expreso de manera seria. El emperador le sonrió de manera paternal, pero no esperaba menos, ya se había castigado mucho al pequeño, aunque la mayoría de esos castigos le dieron cosas buenas, se entendía su cansancio.

—Yo, de verdad no quiero que pienses lo peor, se que no hemos tratado de la mejor manera a tu progenitora, y que... bueno, de verdad quisiera que te quedaras, JiaShuai también...—JiaHeng levanto su mano de nuevo y cerro sus ojos, respirado hondo.

—Pueden... pero sería hacer enojar a la emperatriz. Como sea, no importa, yo me iré, claramente haré el procedimiento para no manchar aún más mi nombre, así que no deberá haber problema.—dijo el alto de manera casi enojada y molesta, su corazón pedía libertad desde hace tanto tiempo, y al fin la tenía. "¿Entonces por qué dolía tanto?".

—Jia, justo por eso necesitamos hablar... por favor deja que te explique todo y después, tomes la decisión que tomes, yo te daré mi apoyo.—le pidió el hombre apretando la mano del nombrado, Jia, sorprendido por la acción, asintió.

Aquella noche fue tan larga para ambos, sus ojos no se cerraron para nada, el amanecer llegó, y más allá de lo que JiaHeng esperaba, decidió que lo mejor era seguir las idiotas ordenes del emperador, no podría decir que no luego de haber escuchado todo aquello, simplemente estaba tan alejado de lo que creía, solo ya no era lo mismo, y aún faltaba la verdad que su madre tenía que decirle.

Luego de las dos semanas que le tomo a Jia despedirse y hacer los procedimientos para trasladarse a Quingdao, donde esperaría a que la celebración de la boda de su buen amigo Jia pasara. Todo bajo la atenta mirada de su madre a quien se había prohibido creer.