Estaba encargándose del papeleo que postergó clasificar y archivar cuando escuchó que el ascensor se abría. No dio atención a ello, no era el único en el edificio, pero sí que se colocó los auriculares para no tener que iniciar una conversación con nadie. Crystal ball dio inicio y siguió trabajando hasta que tocaron su hombro. Volteó a ver y encontró que era Kim Seokjin, que sonreía como el puto desgraciado que es. Vio que este movía los labios, pero su música estaba tan alta que no escuchó qué era lo que decía.
Seokjin debió notar que era ignorado porque le arrancó un auricular y dijo:

—¿Qué haces aquí, Jeon Jungkook?

Jungkook parpadeó confundido, volvió la cabeza a la pantalla y regresó la mirada a Seokjin como una muda señal de obviedad. El jefe antidisturbios captó el gesto y asintió. Ese día no llevaba traje, sino una campera y unos jeans que tenían un calce ideal para su figura. ¿Y cómo es que Jungkook reparaba en ello mientras el otro estaba estudiándolo también en sus fachas informales? 

»Pues debes irte ya –comentó Seokjin—. Están por inspeccionar los espacios y reforzar la seguridad y deben recorrer sin estorbos. Vete a casa, llévate lo que tengas pendiente y vuelve mañana.

—En un minuto –dijo, regresando a teclear rápido la última entrada que detallaba el archivo. Además, debía enviar un enlace a su correo para trabajar desde su casa. No pudo, sin embargo, porque la mano de Seokjin lo tomó del rostro y obligó a que lo vea—. ¿Pero qué…?

—Dije que te vayas a casa, Jeon –Seokjin lucía autoritario incluso sin perder su diversión—. Ahora.

—Lo haré, pero antes debo…

—¿Te gustó lo que viste? –interrumpió de pronto Seokjin, y Jungkook no tuvo que pensar demasiado a qué se refería, aunque no contestó—. Yo creo que sí. Debiste verte cuando abrí la puerta, todo nervioso y sonrojado. ¿Acaso viste todo? ¿O para mala fortuna llegaste instantes antes del final?

—Lo siento –respondió, y se odió por tartamudear—. Siento haber visto eso.

—No lo sientas, me gustó que veas –repuso Seokjin, repasando con su pulgar (¡ese maldito pulgar!) la barbilla de Jungkook—. Solo que a la próxima anúnciate y puede que te deje unirte.

Algo en esa propuesta hizo a Jungkook reaccionar enfadado y en nada halagado. Golpeó con su mano la de Seokjin para que lo suelte y lo observó fijo. Le enfureció, notó, que Seokjin hiciera parecer que estaba a cargo y ofrecía concesiones y permisos, no en sí lo que insinuaba o que por segundos hasta estuvo tentado de aceptar.

—Entiendo que estás a cargo de muchos agentes y eso te lleva a dar órdenes día a día, pero te equivocas si piensas que voy a permitir que me mangonees en el trabajo o fuera de él, ¿estamos? 

—Pero te gusta que te ordene, sino, ¿por qué no te negaste a llevarme? Debo reconocer que desde que llegaste sentí una vibra en ti –se cruzó de brazos frente a Jungkook, quedando en posición justa para que Jungkook…—. Puedo apostar incluso que estás pensando en chupármela.

—¿Eh? –Jungkook se odió por ser tan evidente—. Vete al diablo.

Regresó a lo que hacía, y Seokjin, por desgracia, se quedó aguardando a su lado. 

—No me iré a ningún lado hasta que me lleves.

—Puedes caminar hasta allá, no es lejos.

—Es cierto, no lo es –concordó Seokjin, invadiendo el espacio personal de Jungkook y trayendo consigo el perfume y el calor de su cuerpo—. Pero hay manifestantes en las calles y soy el jefe antidisturbios, ¿entiendes?

Do I attract you? [JinKook]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora