Capítulo 35

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¿AlLIADO?

NOZOMI

Las manos de Francisco recorrieron mi hombro con cuidado mientras colocaba una banda curativa. Su rostro reflejaba un arrepentimiento que nunca antes había visto en un vampiro.

Una vez terminada la tarea, volvió a colocar el collar en mi cuello, símbolo que me recordaba mi condición de esclava, una realidad que me golpeó de nuevo.

—Será temporal, lo prometo— dijo Francisco, sujetando el mango que nos unia.

Asentí resignada —Solo hasta que mi hombro sane—, pensé, tratando de entender la situación.

Pero él negó con la cabeza —No solo hasta que sane— dijo con determinación. —Hasta que me controle. No quiero lastimarte más—.

Un nuevo nudo de tristeza se formó en mi garganta. Aunque entendía que no quería morderme, la cadena me convertía en un perro obediente, una imagen que distaba mucho de cómo me sentía.

—Nozomi, no quiero que te pongas así— dijo con suavidad.

—Es que esto significa que no podré ir con los demás — respondí con voz apagada. Realmente disfrutaba la compañía del resto, me hacían olvidar muchas cosas.

Francisco negó de nuevo con la cabeza —No solo es por miedo a hacerte daño— dijo —También por los que vigilan la mansión. ¿Acaso no te asusta que un par de rojos te estén observando constantemente?—.

Miré hacia las ventanas del pasillo, donde las cortinas cubrían la luz del exterior.

—Es como una jaula ahora...— susurré.

Francisco bajó la vista hacia mi garganta. —Estarás segura a mi lado— dijo —Sé que no soy del todo tu agrado, pero resiste hasta que se vayan—.

Lo miro con sorpresa. —¿Por qué no me agradarías? —

Francisco suspira, como si llevara una carga en su interior. —Es obvio que no te agrado—, dice con resignación. —Me miras raro, pareces evitarme y te mantienes ocupada... Incluso ríes con los demás pero no conmigo—, agrega con una sonrisa tierna que intenta ocultar su tristeza. —Y, por supuesto, está el hecho de que soy un vampiro—.

Sus palabras me entristecen profundamente. No tenía idea de que se sintiera de esa manera. Al principio, es cierto que no me agradaba, me costaba creer que fuera diferente a los demás. Sin embargo, con el tiempo, se había ganado mi confianza.

—En realidad es lo contrario—, le digo tímidamente mientras entramos a la habitación. —Te he visto raro últimamente porque me parece irreal que exista alguien bueno en todo esto—, confieso con sinceridad. —Y el que seas un vampiro—, hago una pausa y me relamo los labios, buscando las palabras adecuadas, —no significa que seas malo. Sé que tienes necesidades, pero realmente no me pareces el malo—.

Sus ojos se iluminan con un brillo tenue, como si mis palabras le dieran un rayo de esperanza.

—Juzgué hasta el último momento—, digo en voz baja, —incluso cuando me dabas pruebas de que no eras como los demás. ¿Pero qué podía hacer? Mis recuerdos son el dolor, y el hecho de que me mantenga ocupada ayudando a los demás es porque siento que es como vivir. No hay nada más en este lugar que eso. Y cuando veo a otras personas como yo, siento una sensación de libertad que no puedo explicar—.

—El hecho de que tenga esta cadena ahora me hace regresar a la realidad—, digo con voz apagada, bajando la mirada hacia la tela que me ata.

Lo miro a los ojos, una mezcla de tristeza y frustración reflejada en ellos. —Si no me pones esto de nuevo, habría olvidado que era una insignificante esclava—, añado con amargura.

Dama de un vampiro ✓Where stories live. Discover now