—Como sea, Diego —dijo Fernando—. Aquí el punto es que no debemos de pelear entre nosotros.

—Pues no, wey, pero no soporto que nadie le hable así —dijo Josué.

—Espero que Alexis no me vuelva a gritar por lo que voy a decir, pero aún hay una manera de poder estar todos juntos fuera de aquí.

—¿Cuál? —preguntaron todos.

—Si Alexis no puede salir porque tiene qué cuidar a su hermanita, entonces nosotros podríamos ir hasta a su casa, divertirnos, comprar pizza o hacer cualquier cosa allá. De paso le ayudamos con la bebé.

—Esa es una gran idea, Armando —afirmó Diego.

—Simón, es muy buena —dijo Fernando—. Solo falta que Alexis quiera invitarnos a su casa.

—¿Tú qué dices? —le preguntó Leslie.

—¡Es una súper, mega grandísima idea! Súper sí que yo los invito a todos a mi casa. Claro, solo si todos están de acuerdo.

—A mí me encantaría ir a tu casa.

—A mí también —dijo Fernando.

—Por mí más que encantado —sonrió Diego.

—Pues si no le vuelves a gritar a mi enano, yo también voy —advirtió.

—Tienes razón, Josué —dijo apenado—. No sé qué me pasó. Te pido una híper, mega grandísima disculpa, Armando.

—Por supuesto que te disculpo —sonreí.

—Genial —dijo Fernando—. Entonces como todos ya somos amigos otra vez, vamos a la casa de Alexis a conocer a su hermanita.

Leslie sugirió pedir un UberXL, a lo que todos dijimos que sí y quedaron de pagarlo entre todos. Digo “quedaron” porque Josué quedó de pagar mi parte y la suya.

Cuando salimos de la prepa, el auto ya estaba afuera esperándonos. Josué, Diego y yo nos subimos primero y nos sentamos en los asientos de atrás. Mientras Leslie, Alexis y Fernando se sentaron en los de enfrente. Ellos estaban hablando y riendo, y Diego llevaba audífonos puestos, por lo que nadie podía escuchar nuestra conversación.

—Muchas gracias por defenderme —le dije.

—Te dije que yo siempre te defenderé de quien sea, enano —sonrió.

Por unos segundos me pierdo en sus cafés y bonitos ojos, su piel morena, su cabello castaño oscuro, sus labios gruesos y todo su rostro en general es perfecto.

Estaba tan centrado en su belleza que no me di cuenta de que estaba hablándome, no hasta que tocó mi hombro.

—¿Q-qué pasó? —pregunté  confundido.

—Como siempre te me quedaste viendo sin decir nada, enano.

—Perdón —dije apenado y volteé a otro sitio.

—No te preocupes, chaparro, no pasa nada —agarró mi mano, pero eso solo me puso mucho más nervioso—. Tranquilo, mi niño, no te haré nada malo... Bueno, al menos que tú quieras que lo haga —dijo en tono seductor.

—¿Q-qué? —pregunté con timidez y nervios.

-—Estoy jugando, mi niño.

Muy avergonzado, bajé la mirada.

—Ven —me abrazó y besó mi cabeza—. Te quiero.

—Yo también a ti, Josué —me recargué sobre su pecho.

Me encanta sentir su refrescante y delicioso aroma.

* * *

La casa de Alexis era pequeña y de un solo piso, pero muy bonita, limpia y en perfecto orden.

Tú y yo contra el mundo y contra todo (Libro #1)©✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora