Un incómodo silencio que hiela la piel se instaura por unos buenos minutos hasta que Jasmine cruza el umbral ingresando a la sala con la mirada altiva y una ligera sonrisa en el rostro.

¿Cómo puede seguir comportándose de esta forma?

Mi cuestionamiento ciega mi perspectiva de la realidad y las infinitas dudas sobre su altanera felicidad me oprimen el pecho, temo por mi misma y por la charla familiar que se avecina.

—Ya estamos completos —vocifera mamá sacándome de mi mente—. Las mentiras se acabaron, no quiero más secretos.

Entonces entiendo la sonrisa de Jasmine a pesar de las infinitas calamidades el día de hoy, puedo entender la seriedad del asunto cuando mamá saca de su bolso junto a ella la prueba de embarazo que acuso como mía.

Suelto un suspiro cansada por el mejor cumpleaños de mi vida, y espero paciente a que se levante y descargue un par de cachetadas en mis mejillas, pero al levantarse no se dirige con furia hacia mí, sino hacia la chica de oscuro cabello y sonrisa ladina parada junto a la chimenea.

Los gritos comienzan, pero entonces mi mente desconecta de mis pensamientos y tomo un viaje de ida hacia los recientes acontecimientos con Hyder.

Mi confundida mente intenta esclarecerse entre sombríos sucesos. Los misterios me irrumpen sin previo aviso, los secretos alrededor de Hyder me consumen cual a un cigarrillo sabor a chicle.

Desvaneciéndome, convirtiendo mis curiosos pensamientos en solo cenizas rosadas con aroma a fruta.

El infierno de mirada esmeralda es un perfecto misterio para mí.

Un misterio que no sé si debo resolver.

El domingo después de la conversación familiar por la que pasaron mis padres y Jasmine frente a una desorientada yo, pasa con rapidez, antes de si quiera pensar en cómo tendré que actuar en la escuela luego de mi fallida fiesta de cumpleaños ya me encuentro en las puertas con mi cabeza en alto y un poco menos de seguridad en mí.

Camino por el pasillo principal en dirección a mi primera clase del día, entre miradas curiosas y silenciosos murmullos, volteo a ver a algunas voces que ingresan en mi campo auditivo y no logro reconocerá las personas junto a mí, tan solo puedo visualizar una extraña combinación entre compasión y temor que se tiñe en sus pálidas mejillas a cada paso que doy.

Genero preguntas sin respuesta dentro de mí hasta que el timbre que anuncia el inicio de clases devuelve la vida a todos aquellos cuerpos preocupados en la vida de alguien más.

Porque solo son eso, cuerpos sin rostro, sin alma, cuerpos sin una vida propia que solo tienen voz para apropiarse de la absoluta verdad de los demás.

Llego al aula antes que la maestra aparezca y de inmediato, en cuanto cruzo la puerta, recuerdo con quien comparto esta clase, pero como era de esperarse, él no se encuentra por ninguna parte.

Un alivio instantáneo se apodera de mi cuerpo al ver el salón de clases aún vacío, camino junto a las carpetas hasta llegar a la última fila y me dejo caer en el asiento más aislado que puede haber.

Observo con detenimiento a las personas que van ingresando por el umbral de la puerta mientras caminan como muertos vivientes, esfuerzo mi vista para reconocer los rasgos de alguno de los cuerpos sin rostro que ingresan, pero por mucho que me esfuerce es simplemente en vano.

Mi confundida mente no me permite recordar el aspecto de mis habituales compañeros de clase y eso me hace temblar nerviosamente en mi asiento.

Lily, con quien comparto esta hora para lastima mía anteriormente, ingresa apresurada por la puerta y busca rápidamente a alguien con la mirada hasta que posa sus ojos en mi neutral rostro, camina hasta mi con una corta sonrisa sincera entre labios y se sienta un puesto adelante que yo.

Never (#1)Where stories live. Discover now