— Volveré en unos meses, antes de que Camila cumpla diecinueve — Alzó un poco su voz por el ruido de los relámpagos.

— ¿Seguro que quieres irte solo?

— No lo haré — Se alejó buscando un cesto de madera y cuando lo encontró lo dejó caer frente a Huisman, y de el salieron decenas de serpientes — Siate miei servi... — Susurró firmemente y aquellas serpientes a medida que se arrastraban, se transformaron en hombres, con sus pupilas verticales, grandes colmillos que matarían a cualquiera de una mordida y tatuajes en los brazos que simulaban escamas. Vestían solamente un pantalón negro holgado.

Zeus dió instrucciones a cada uno para después dirigirse a Huisman que negaba con su cabeza, siempre llevaba a sus serpientes.

— Sabes que tú cuentas con un encanto parecido al de Amelia, justo el que le heredó Camila — Huisman asintió — Úsalo en ella — Huisman lo miró con confusión.

— ¿Quieres que la enamore? — Dijo con sarcasmo y Zeus negó.

— Se su amigo, no quiero que la dejen sola y confío en ti para ayudarla.

— Ella ya tiene mucha protección.

Zeus no respondió, sólo lo miró esperando convencerlo.

Al final cedió.

Y Huisman terminó mirando como el barco se perdía entre la tormenta, sabiendo que en esos instantes Camila estaría muy confundida.

— Espero que Vision no se entere... — Susurró para después desvanecerse.

Quería averiguar más sobre la muerte de Amelia, sabía que algo extraño había pasado con ella. Y si no se apresuraba a descubrir que era lo que había sucedido, probablemente Camila sería la siguiente...

Sus teorías iban más allá de los Hechiceros.

Mansión Woodgate Lowell:

Oscuridad.

Sus sueños siempre eran envueltos por total oscuridad, fría y solitaria.

O tal vez no, porque Camila podía ver un destello de luz que iluminaba una habitación en dónde podía ver que alguien la acompañada. Un hombre sentado apoyado en una mesa de espaldas a ella, que observaba con curiosidad lo que parecía ser una esfera mágica.

Y para su sorpresa, en esa pequeña esfera se visualizaba a su madre correr entre los árboles siendo perseguida por un hombre cuyo rostro era borroso para ella. Sus risas se escuchaban lejanas, pero aún así eran hermosas para Camila.

Pero algo era extraño, sentía energías muy pesadas; ira, tristeza y rechazo. Todos parecían ser sentidas por aquel hombre de la oscuridad.

Y no fue hasta que su madre abrazó a ese que la perseguía, cuándo vió como ese hombre con todas sus fuerzas estrellaba aquella esfera contra la pared, acabando así con el brillo que la guiaba.

Y ése sólo fue uno de los pequeños sueños que tuvo esa noche.

Todos tan confusos pero tan coherentes una vez los unía. Pensó que quizás su mente creó esas historias ya que convivía mucho con Lauren, pero había cosas que su mente no podía imaginar.

La Primogénita (Camren) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora