Me muestra una sonrisa y acto seguido va a colgar su bolsón en el lugar dónde le indiqué.

Me siento en mi cama y saco mi cuaderno de biología. Observo que no tengo anotado nada, tan solo poseo unos dibujos de cuando me aburro.

Bryan camina por todo el lugar demostrando un aire de timidez, se fija en cada una de las cosas y abre su boca cada cierto tiempo para colocar una expresión de sorpresa. Sonrío al ver que para él yo soy superior, al menos en cuestión de posesiones; siempre me gusta tener el control de las cosas y estar por encima de los demás y en este caso, al ser yo quién tiene más dinero, soy superior.

El muchacho tropieza por error con una pelota de fútbol que está en el suelo, se empieza tambalear, luego se cae y termina sentado entre mis piernas. Nos quedamos mirando el uno al otro y luego de unos segundos lo empujo. Él está rojo de la cara, tanto que parece un tomate.

— Lo siento— Dice nervioso— No fue mi intensión, tan solo me tropecé con la pelota.

— No me interesa, — Le respondo— espero que esto no se mal piense ni que vayas a hacer algún chiste ya que si es así, te voy a romper la cara. Por otro lado, se ve que enserio eres malo para el fútbol, yo en tu lugar hubiera hecho una maniobra con la pelota para no tener que tropezarme.

— Te repito que prefiero el club de lectura antes que practicar cualquier deporte.

Lo miro con un poco de confusión, no me cabe en la cabeza la idea de una vida sin ejercicio, aunque tengo que aceptar que aún sin hacer deporte, el muchacho es muy delgado, es más cualquiera que lo viera por primera vez podría llegar a jurar que sí entrena.

— ¿Qué vamos a hacer primero?— Le digo al nerd desviando el tema.

— Necesitamos buscar información en Internet para poder repartir qué es lo que va a decir cada quién.

Me dirijo hacia unos de los cajones donde guardo todos mis aparatos electrónicos, saco mi computadora portátil, la coloco en la mesa y luego la enciendo.

— ¡Esa computadora se ve muy cara!— Dice el chico.

— Claro— Respondo— supongo que no creías que viviendo en una mansión de tres pisos iba a tener un ordenar viejo y arruinado.

— No es eso, nada más no sabía que existían aparatos así.

— ¿Cómo son tus computadoras?

— No sé... igual que la tuya en realidad, sólo que no traen teclados hechos de oro.

— No está hecho oro— le corrijo — nada más está bañado en él.

El chico ríe.

— ¿Por qué te ríes?— Le pregunto.

— Me da risa ver como para ti decir que tu computadora está bañada en oro es lo más normal del mundo. Presiento que no te has dado cuenta de la gran suerte que tienes, tanto que ya lo ves como algo cotidiano, pero por ejemplo, yo jamás podría tener algo así.

— Yo estoy consciente del privilegio que tengo y por eso sé que los demás son inferiores a mí.

— ¿Crees que el dinero define a alguien?

— No importa lo que yo crea, importa lo que el mundo crea y para el mundo el dinero sí es importante. Por alguna razón los que tienen dinero son los que viven mejor y los que no lo tienen tienen vidas pésimas, si el dinero no tuviese valor no pasaría eso.

— El mundo se puede equivocar a veces. La sociedad juzga a aquellos que no son «perfectos » así que como nadie lo es, todos son juzgados.

— A mí nadie me juzga, todos saben que el dinero también sirve para ocultar las críticas.

Amarte En Mil ColoresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora