Capítulo 1

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ANASTASIA

Hoy es un nuevo año y de nuevo vuelvo a The Bush School, soy profesora de segundo grado y se ubicaba en la calle E. Harrison Stret en Seatle y me quedaba muy cerca de donde vivía con mi madre de nombre Carla que según ella yo era una santa.

Obviamente no le diría a mi madre que tenía mis secretos, no se si sucios pero me refería más que nada a que me gustaba un buen revolcón si se podía y así me sacaba el stress que a veces tenía con las madres o padres de los alumnos porque mis pequeños eran todo para mí. Tampoco me andaba metiendo en cama de todo el mundo y con todo el mundo.

Regla de oro que tenía, no involucrarme con el personal de la Escuela, eso no era una opción, me había costado hacerme mi carrera y más que nada, el ejemplo a seguir para mis alumnos no implicaba relaciones personales en mi trabajo.

Eran niños, por lo tanto debía mantener la compostura y ellos podrían ver que se podía confiar en su maestra. Mi curso estaba compuesto por 20 a 25 pequeñitos de siete a ocho años, habia y también trabajábamos con inclusión.

Yo había aprendido el lenguaje de señas, mi padre había vuelto de la  guerra cuando tenía unos 12 años, fue impactante para mí saber que jamás volvería a comunicarme con él,  así que en mi escuela me hice retraida y me sumergi en el mundo de los libros y la biblioteca para buscar información sobre el lenguaje de señas y aprenderlo para comunicarme con él.
Aun recuerdo cuando llegó a casa y mamá sólo lloraba.

Flashback

-Papá¡¡¡¡, volviste, por fin papá.- corri hacia el hombre de mirada azul.

-Papá? No me vas a hablar-

- Mamá que le pasa a papá?- mi madre lloraba y me dijo.

-Ana tu padre no volverá a hablar jamás, sólo se puede comunicar a través de escritos, pero mi niña, ahora dejémoslo descansar, viene agotado.-

- No va a hablar nunca más? No lo escucharé ni decirme buenas noches?- Mis ojos y los de mi padre estaban llenos de lágrimas.

-Cariño, por favor, no lo agobies.-

Recuerdo que salí de la casa corriendo y me senté en una banca a llorar en un parque cercano, fue ahí que vi a una pequeña con su mamá haciendo cosas con las manos, después me di cuenta que ellas hablaban, era el lenguaje de señas.

Cuando volví al colegio después de aquel fin de semana de verano en que todos entrábamos a clases, nunca más fui la misma. En la biblioteca busque toda información para eso que vi hacer con las manos. Mi maestra me enseñó y gracias a ella me pude comunicar con mi padre porque él lo aprendió conmigo.

Mi vocación quedó clara cuando por fin pude lograr con papá hablar a través de aquel lenguaje. Así pude averiguar que le pasaba al hombre que más amaba en la tierra.

-Hola papá-

-Hola mi Ana-

- No sabes lo que siento que pueda hablar contigo papi- mi padre había aprendido bien con sus manos.

-Yo también mi Ana, abrazame pequeña, no es lo mismo escribir todo el día en un papel que poder mirarte a los ojos y decirte que te amo.-

- Ohhh papá, te quiero tanto.

Recuerdo que hasta mamá aprendió a hablarlo, eso mejoró todo los aspectos en la casa. Papá lo vi más sonriente y supe porque no hablaba.

Los horrores de la guerra son terribles, me contó que cuando lo mandaron a intervenir Sudán y Yugoslavia, debido a los abusos en ese país, de alguna manera tomaron prisioneros, entre ellos mi padre. Lo habían torturado, lloré de impotencia y dolor cuando me dijo que le habían cortado la lengua.

LA PROFESORA STEELE Donde viven las historias. Descúbrelo ahora