33. Otra ilusión sin cumplir

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—¿No era que tus manos estaban atadas al aire y no podías acercarlas? —dije mirándolo mientras alzaba una ceja y él sonrió juguetonamente.

Un cosquilleo recorrió mi columna vertebral.

—Era mentira —imitó el tono de un niño pequeño, haciendo que sonriera un poco. Pero fue una sonrisa débil, por lo que se dio cuenta de mi estado de ánimo—. Eh, eh, ¿qué pasa, cariño? —preguntó cuando mi expresión se oscureció.

Negué con la cabeza y me llevé una cucharada de yogur a la boca. Él se separó un poco de mí, sin soltarme, y me miró fijamente. Yo no apartaba mi mirada de la cuchara dentro del bote.

Lo sabía, fui una tonta. Yo sabía que Mike andaba con Jenna, pero, no podía evitar sentir que todo se rompiera dentro de mí. Que todos los sentimientos y todos los pensamientos falsos me arrastraban junto con ellos por la corriente de la realidad que me golpeaba en ese instante.

—Lo siento —alcé la mirada cuando se disculpó.

—¿Qué sientes?

—Yo sabía lo de Mike y Jenna—se disculpó.

Pero no tenía por qué hacerlo, era yo la que tenía que golpearme a mí misma por saberlo, y haberme permitido el lujo de ilusionarme.

¿Pero qué más daba? Siempre era igual, y siempre sería igual, mi vida estaba llena de falsas ilusiones. Al final te acabas acostumbrando, intentas no llorar por ello, pero cuando tu vida es una mentira llega un momento en el que explotas y no puedes evitar que las lágrimas inunden tus ojos.

—No, no —susurró Finn—. No llores.

«Maldita ilusa».

Me quitó el bote y la cuchara para apartarlos a un lado. No
pude evitar echarme a llorar a sus brazos y mucho menos sentirme miserable.

«Eres una zorra, _____, ¿cómo te atreves a llorar en sus brazos por culpa de otro?».

Él no se quejó, es más, se recostó en el sofá e hizo que yo lo siguiera. Acarició mi cabello y me dijo que todo iría bien, que él estaba conmigo.

«Oh, Finn, ¿por qué eres tan dulce a veces y otras veces tan desesperante?».

—Sh... —susurró enrollando sus dedos en un mechón de mi larga cabellera castaña—. Tranquila.

Negué. No era capaz de decirle que no con palabras, por eso, me limité a un gesto. Sin embargo, esa había sido la gota que colmó el vaso de las ilusiones falsas de _____ Jensen; al final, quién jugó conmigo no fue otro que el que menos parecía poder hacerlo.

—«Prometo que algún día iremos todos juntos a pasar un día familiar. ¿Sí?»

Eso dijo mamá alguna vez, pero nunca lo cumplió.

—«Algún día irás al colegio, pero de momento, estudiarás en casa. Es mejor para ti».

Otra ilusión sin cumplir.

—«_____, algún día tendrás un hermanito».

—«Hija te apoyaremos siempre en todo lo que necesites».

Otra mentira.

—«Te amo, _____».

Esa mentira sí que no quería recordarla. Quemé el recuerdo de Ross hacía mucho tiempo, cuando me desvirgó y me dejó por ser una puta fácil. Fui tan tonta, pero en aquella época me sentía tan sola que cualquiera podía hacer conmigo lo que quisiera a cambio de un poco de atención.

—«Un día iremos los dos al cine si quieres. Aunque tenemos la sala de cine de tu casa».

Otra mentira, con él nunca salías, no quería que nadie me viera con él. ¿Tanto asco daba? Por lo visto, sí.

Trillizos Wolfhard  {F. W. y tú} // TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora