Confrontaciones y Confesiones

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-"Y se te hace tarde"- le recordó la mente como si hubiese sido alguno de sus compañeros, logrando que se levantara de la cama, repitiera el ritual de verse en el espejo, alisara la tela de su camisa, echara mano a la chaqueta y saliera corriendo a la biblioteca central

¿A qué iba? A... a... a fingir ser idiota, al parecer. Recordaba haberse quejado de tener que hacer un ensayo sobre todo un decreto y... Jehan lo miró con esos ojitos de solidaridad que... que de alguna manera hizo que Courfeyrac omitiera el detalle de ya tenerlo casi hecho... o algo así, en su mente estaba todo lo que iba a poner, solo necesitaba el tiempo para acordarse de escribirlo, pero no había tenido hasta ahora y en un acto de bondad, Jehan se había ofrecido a ayudarle y explicarle el decreto

¿Qué decir? Courfeyrac simplemente no pudo declinar, pero su farsa le duró el promedio de 15 minutos y un párrafo que fluyó como el agua, porque era cierto, en su mente tenía lo que iba a escribir, solo le faltaba calma y tiempo para escribirlo que encontró en ese rato, porque Jehan y su regla de NADA DE MOVILES MIENTRAS ESTUVIERA CON ÉL, fue justo lo que la mente inquieta de Courfeyrac necesitó para concentrarse en su trabajo... porque en ese lugar, él era anónimo así que no se detenía a saludar a cuanto ser se encontrara como pasaba en la biblioteca del campus y sin móvil, no contaba con distracción como para poder concentrarse en el ensayo al punto de olvidarse del literato

-No me imagino cómo sería si entendieras las leyes de derechos de autor- bromeó de repente el poeta con las manos entrelazadas sobre la mesa y el mentón apoyadas en ella haciendo notar su presencia

-Tu presencia que me inspira- bromeó el abogado y Jehan solo exhaló, miró el techo y negó

-¿A qué vine realmente?- dudó y en su mente Courfeyrac se supo descubierto, por eso no lo miró- es evidente que sabes de lo que hablas, que entiendes el tema incluso mejor que yo, porque yo lo sé cómo literato, tú como las leyes que son y rigen todo el ducto general y sin embargo, hasta dónde sabía, vendría a explicarte el tema y me encuentro que más bien, tú me darías catedra a mí- delató antes que se atreviera a mentirle por salir bien librado de ello, fue ahí cuando Courfeyrac lo miró

La culpa misma era la mirada de Courfeyrac en ese instante y Jehan se abstuvo de abrazarle, pero el abogado solo esbozó una sonrisa y le estrechó el hombro orgulloso de él, porque mucho se podía decir de Jehan, menos que era idiota y ¡vaya si era listo! Ahí, adorable, tierno, tímido, solidario y empático como era, Jehan iba dejando claro a todo ser que lo conociera, que de tonto, no tenía ni un pelo y... a ojos de Courfeyrac, Jehan era genial, pero a la vez, todo una novedad, porque aquello, no solía ocurrir

En una sociedad dónde los buenos valores eran vistos como debilidades o algo de idiotas que no aprovechaban la oportunidad, Jehan podía serlo sin volverse el engreído sabelotodo y le sabía capaz afrontar al más astuto de los demonios, desenmascarándole con la misma calidez con que hacía todo y esa, era precisamente la situación que se daba justo ahora, porque la sonrisa de Courfeyrac no le bastó a Jehan. El poeta ante él todavía esperaba una respuesta, así que solo le subió las cejas como si le dijera "¿Y bien?"

-Tal vez quería verte... y tú quisiste entender que mi queja a ese tema era no entenderlo, yo jamás dije eso, dije que... que... no quería saber nada de ese tema y... ¿quién soy yo para negarme a un día contigo?- refutó Courfeyrac casi faltandole el aliento y pese a que la mirada miel de Jehan fue apática de no haberle aclarado en su momento, la sonrisa si fluyó y sirvió como bálsamo para Courfeyrac, que exhaló por lo bajo al no verlo molesto- pero de algún modo si necesitaba que estuvieras, esto es para... el jueves muy a las 7 de la mañana y mañana no puedo hacerlo, tengo clase todo el día y al fin el miércoles habrá meeting después de tantos días, así que debe ser hecho hoy y...- miró el lugar antes de encontrándose con la "indiferencia" del poeta que se pasaba el móvil de una mano a la otra- en casa o dónde sea, me habría seguido distrayendo- resumió

Rebelde InvoluntarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora