Capítulo 15: Iguales, pero diferentes

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—Diego —ella tocó la puerta—. Me voy a trabajar, te veo luego.

—Sí —dije abriendo la puerta de inmediato—. Ya casi termino la tarea. Cuando vuelvas puedes tomar los apuntes.

—Muchas gracias —la abracé antes de que se fuera—. ¿Diego?

—Siempre me tendrás a mí.

—Gracias —ella se soltó, la acompañé a bajar hasta el garaje.

La despedí mientras se iba en su motocicleta, por alguna razón se veía decaída, sólo espero poder ayudarla. Me ha pedido que no le diga nada a nuestros padres sobre su hermana.

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Lissette
Vengo en mi moto después de haber repartido los últimos pedidos de mi turno. Paré en un semáforo en rojo y me recosté sobre el manubrio comenzando a recordar el fuerte y cálido abrazo que Diego me dio. Estoy confundida, una parte de mí cree que lo hizo porque siente lástima, y eso me enoja. La otra parte sintió tanta paz que quiero volver rápido a casa sólo para verlo.

La luz volvió a verde y arranqué. Ahora que lo pienso, de las últimas veces que he tenido mis crisis, Diego siempre ha estado ahí para calmarme, y he regresado a estar tranquila. Eso es raro, pero en cierta forma ahora me siento feliz. Una vez regresé con el ingreso de la noche, me cambié en el trabajo por ropa cómoda.

—¿Qué haces aquí? —estaba sorprendida de ver a Diego a un costado de la tienda.

—Vine para regresar juntos a casa —me respondió con esa sonrisa tan gentil que siempre muestra, la cual me contagió. Fue entonces que quise llevarlo a cierto lado.

—Vamos a ir un lugar primero.

Y rompí la regla, fui con él a un área de carreras donde una vez me vieron llegar, todos me rodearon con ovación a mi apodo. Digamos que aquí soy la líder, antes era Emanuel.

Chita, cuánto tiempo. Pensé que ya te habías olvidado de nosotros —dijo un tipo con el cabello corto y castaño. Es un año mayor que yo.

—Sebastián. Estás loco si crees que me iba a olvidar de esto. Es sólo que con el trabajo y las competencias no he tenido mucho tiempo. Además, he regresado a la escuela.

—Bien, entonces supongo que no tienes inconveniente en darnos un espectáculo —yo sonreí divertida y asentí—. ¡Así se habla! ¡¿Hay alguien que esté dispuesto a retar a nuestra líder?!

La cara de Diego era simplemente graciosa, tan sorprendido de lo que le mostraba. Por lo general vengo sola, pues a veces venía con Shark o Emanuel, aunque este es el pequeño secreto que le oculto incluso a Roberto y a Dani.

Diego se bajó de mi moto y fue entre la multitud para poder ver la carrera, si es que había alguna, ya que muchos de los corredores se miraban alrededor, pero al parecer nadie quería correr contra mí, sin embargo, me sorprendí cuando dos sujetos se acercaron en sus motos.

—¡Yo quiero! —uno se quitó el casco dejando ver a un chico de cabello oscuro, creo que tiene mi misma edad o quizás es un año menor— Hola, soy Reidar.

—Un gusto chico, soy Lissette —respondí emocionada—. ¿Y tú eres? —volteé mi vista al segundo retador.

—Dante, señorita —wow. Un hombre joven de unos treinta, supongo. Está guapo, aunque no tanto como Dani.

Nunca los había visto por aquí. —Bien, entonces ¿comenzamos? —dije, a lo que los tres nos posicionamos en la línea de partida, conmigo en el centro.

Reidar saludó energéticamente a una chica que me sorprendió con su color de cabello, pues es blanco, supondré que es su novia, porque le devolvió el saludo tímidamente. Y Dante lanzó un beso a una mujer que se veía le correspondía con la mirada y su postura. Supondré que también es su novia. Todos tienen pareja menos yo. Ahora estoy deprimida porque quisiera que Dani fuera mi novio. En fin, los tres miramos a la chica con la bandera para dar inicio a nuestro encuentro. Apenas la señal apareció salimos disparados a dar una vuelta a la ruta.

Diego
Estoy sorprendido del lugar al que me ha traído Lis, un área de carreras en el que ella es la líder. Es sin duda una caja de sorpresas que me gusta lo que encuentro cada que se abre. Ahora estoy parado al lado de dos chicas que supongo son parejas de los dos corredores que retaron a Lis.
Saqué de mi mochila mi cámara y me dispuse a tomar fotos de lo que veía, pero en especial a Lis, verla siempre sobre su moto era una experiencia que nunca me deja de gustar.

—Niño —habló la mujer vestida con toque de elegancia a mi lado—. ¿Puedo pedirte que tomes una foto del tipo grande y que me la envíes?

—¿Puedes tomar una foto de Reidar también? —me preguntó la chica de cabello blanco.

—Ah, sí —saqué mi teléfono y se los extendí—. Anoten sus números, se los enviaré una vez los descargue a mi celular —ambas asintieron y se veían con cierto brillo en sus ojos.

Me dispuse a sacar las fotografías a la vez que todos nos hallábamos expectantes a los corredores. La chica de la pista dio la señal y los tres salieron disparados de una vez.

Un camino juntosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora