Nieves me mira entrecerrando los ojos–¿No dirás nada acerca de mi físico, como quejarte porque les mentí o porque no era lo que esperabas? Anda búrlate, puedes hacerlo como las demás personas que se negaron a ayudarme.

–¿Porqué haría eso? Yo te veo igual de bella, como siempre. Nieves, creí que estos días aquí ya me conocerías un poco mejor –me pongo de pie frente a ella.—Escucha, yo voy a ayudarte porque ¿Sabes qué veo en ti? Una persona fuerte y valiente, un corazón muy noble, y eso es algo que aprecio, no me importa realmente el físico y no fue por el que acepté ayudarte, pero si lo que te preocupa es eso, déjame decirte que sigues siendo hermosa, incluso ahora más porque te has mostrado como eres realmente, y Nieves, en ocasiones el mundo tiende a ser un poco cruel, las personas hablaran siempre y muchas veces no saben lo que dicen, pero de ti depende si quieres continuar escuchándolas o escucharte a ti y ser tu misma.

Veo como una lagrima cae por su mejilla y la abrazo con fuerza.

–Gracias Agnes –dice contra mi hombro y le doy una palmaditas en la espalda para que deje de llorar, no soy buena tratando con chicas llorando además de que ya había recibido muchos abrazos este día y estaba comenzando a abrumarme.

–¿Quieres probarte los zapatos? –me pregunta con su entusiasmo habitual una vez se separa de mi.

Me quedo en silencio pensándolo para visualizar una imagen de mi con ellos y hago una mueca.

–No gracias –regreso a mi cama y ella hace lo mismo.–Ya deberíamos dormir, es algo tarde y mañana tenemos mucho trabajo que hacer.

–Que descanses, Agnes.

–Que descanses, Nieves.

Me remuevo de un lado a otro y abro mis ojos de poco en poco acostumbrándome a la luz del sol que entra por la ventana, bostezo y me estiro haciendo sonar mi espalda.

Me quedo acostada boca arriba aún con sueño, los párpados me pesan horrible haciendo que cierre los ojos, estoy por dormirme de nuevo cuando escucho el sonido de unos sartenes.

No queda de otra.

Agarro mis botas y me dirijo a la puerta dando pequeños saltos tratando de ponérmelas.

–¿Cuál es la necesidad de tanto ruido? No me dejaron dormir un poco más –les reprocho cuando llego a la sala y los veo a todos sentados en los sillones.

–Esa era la idea querida –me aclara Hans burlón.–Bueno ve a lavarte la cara y los dientes para desayunar, tenemos mucho que hacer te recuerdo.

Le arremedo y me dirijo al baño arrastrando los pies.

Tengo la sensación de que falta alguien, ayer le había dicho buenas noches a nueve personas, estoy segura.

Después de lavarme los dientes y haber hecho como tres arcadas me detengo frente a la puerta.

–Veamos, Jack, Merlín, los trillizos, Hans, Arthur, Rojos y... –bajo un dedo cada que menciono un nombre y golpeo mi frente tratando de recordar.–Se que me falta alguien, lo tengo en la punta de la lengua.

Doy una patada al suelo con resignación y giro el picaporte.

–Buenos días –me dice una voz a mi lado, grito y estampo mi mano en la cara de Thomas.

Ah, ahí está la persona que me faltaba.

–Perdón perdón perdón –me disculpo con rapidez y sobo su mejilla roja.

–No es nada –hace un ademán restando importancia.

–¿Pero qué te pasó en la mejilla? –le cuestiona Arthur a Thomas cuando regresamos.

–Me tropecé con una pared es todo –me da una mirada de reojo sonriendo y yo me encojo de hombros fingiendo no saber.

–Bueno ya ya –Hans llama nuestra atención.–Agnes ponte a desayunar de una vez.

–No tengo hambre.

–Tienes que comer aunque sea un poco, estaremos bajo el sol un largo tiempo, te nos vas a desmayar.

–Ay por favor, no me pasará nada –me cruzo de brazos.

–Bien bien entonces en marcha.







Asumakina me fui mucho tiempo

-Han sido merlineadas💙

𝐘𝐎𝐔 𝐖𝐄𝐑𝐄 𝐇𝐄𝐑𝐄 / Merlin X Oc / EN EDICIÓN, PAUSADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora