Capítulo 12 "Un niño asustado y una gata perdida"

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-¿Qué me ha pasado? -dije mientras me llevaba una mano a la cabeza, tratando de recordar.

Ella me agarró suavemente por las mejillas y me dio un breve beso en la frente. También tuve un breve vistazo a sus... Bueno, me entendéis. No pude evitar sonrojarme un poco.

-Me alegra haber llegado a tiempo. -suspiró aliviada. -Escucha, ese cascabel que sostenías tiene una poderosa maldición.

-Sí, algo he oído. -contesté mirando hacia un lado.

-Daniel, esto es muy serio. -me regañó. -Lo que has hecho ha sido muy imprudente.

Me sentía extraño. Recibir un sermón de Edna...

-Lo siento. Yo simplemente... Me sentía horrible y quería disculparme de alguna forma. -confesé. -Lo hice sin pensar. Perdona.

-Esas manos eran las almas de los que han sido asesinados por el portador del cascabel, incluyendo al mismo. -me explicó. -No han sido capaces de descansar en paz, ni siquiera después de haber matado al que lo poseía.

-¿Y no puedes deshacerla de alguna forma? -pregunté preocupado.

-Desgraciadamente no esta vez. -contestó con tristeza. -Como sabes, mi poder está aún muy limitado. Apenas pude librarte de la maldición gracias al cristal sagrado de tu brazalete.

No esperaba escuchar eso. La última vez pudimos salvar a aquel hombre de la katana, pero esta vez... Fue un duro golpe. Había asesinado a un hombre maldito y mi esperanza de salvarlo a través de los poderes de Edna se había esfumado en menos de un segundo. La culpabilidad me corroía a demasiada velocidad. Quería vomitar.

-Tranquilo, Daniel. -dijo con un tono maternal mientras me abrazaba. -Yo quiero tanto como tú el salvar esas pobres almas. Es mi deber. ¡Soy una diosa después de todo!

-Dime que hay alguna manera. -le rogué aferrándome a ella, temblando. -Por favor, por lo que más quieras... Dime que hay alguna.

-La hay. -afirmó. -Intenta hacer que mi existencia sea notada. Eso aumentará mis poderes y podré romper esa horrible maldición.

-¿En serio?

-Te lo garantizo.

No pude hacer más que llorar. Todo el estrés que la situación general me había generado se había transformado en algo insostenible para mí, y tenía que descargarlo de alguna manera. Con mi cabeza hecho un completo caos, lloré y lloré como nunca lo había hecho. Sintiendo mi arrepentimiento, mi culpa y mi debilidad como nunca lo había hecho.

-Te has esforzado mucho. -me reconfortó Edna. -Muchísimas gracias, mi héroe.

Tras un rato pude calmarme un poco. De verdad necesitaba desahogarme. Sentía un hueco en mi pecho, donde debería estar mi corazón. Llevé mis manos a él para comprobar que todo estaba bien. En ese momento me parecía que cualquier cosa podía pasar. Cualquiera.

-Oye, Edna... -musité con mi cabeza reposada en sus suaves muslos.

-Dime. -dijo serena mientras acariciaba delicadamente mi cabello.

-Dime la verdad... ¿Por qué me has elegido a mí? -pregunté con voz quebrada. -Soy débil y necesito que me rescaten a cada rato. Me aterro con una simple bestia y no soy capaz de acabar con alguien que obviamente no tiene problemas en matarme a mí. No tengo nada realmente especial... Así que, ¿por qué yo? Debe haber personas mucho más capacitadas para esto que yo. Por no tener, ¡no tengo ni siquiera elocuencia o carisma!

Edna me observó. Pude notar tristeza en sus ojos y, con ello, entender lo que sentía en esos momentos.

-Como te dije la última vez, traté de llamar a muchas personas de tu mundo... Pero al contar con tan poco poder solo lo pude hacer con un número limitado. -explicó. -Justo cuando creía que mi destino era desaparecer en el olvido... Tú respondiste mi llamado. Tal vez pienses que no eres una persona que destaque... Pero te equivocas. Dentro de ti se encuentra el espíritu de un verdadero héroe. Y eso lo demuestra el hecho de que estés aquí.

Cuando me duermo... ¡¿Aparezco en otro mundo?! / NemurisekaiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora