— No para una luna de miel, irás a las vegas, casinos rumba y demás. — le dijo poniendo su enorme cuerpo de medio lado y observándome — el rojo, y el negro para la noche — dijo señalando los vestidos tirados en la cómoda. — aquel y aquel para el servicio dominical, aquel para visitar a abuelos al asilo y ese de allí para ir a Moscú, con el abuelo Alexis. — concluyó y me miró sonriente.

Acaba destrozar mi guardarropa en solo dos minutos, ninguna de mis prendas era apropiada, según él. Entre al baño de mal humor y me cambié, si bien, Marck era bueno en la crítica, también era sincero y tenía una manera particular de serlo. Tras cambiarme y salir, no lo vi por ningún lado, decidí acomodar todo lo que había comprado. Cuando sentí sus pasos detrás de mí y lo vi dejar varias bolsas en la cama.

— Ten. Este es mi regalo de bodas. — Eran por lo menos unas ocho bolsas, bastante grandes — mamá me ayudó con algunas cosas, no compré lencería, dice que no la vas a necesitar.  Golpee con fuerza sus brazos y los recogió a su pecho para contener el golpe.

— Pues yo dudo que tenga noches buenas. — dije con desgana. — Esto es hermoso Marck te ganaste un beso — puso su mano al frente y alzó el dedo índice y negó, eso me hizo reír. Desde el anuncio de la boda, él había puesto límites a nuestras demostraciones de cariño.

— Siguen sin...— asentí y el soltó una exclamación mientras se tiró en mi cama —Tú papá lo amenazó, pero eso no explica las cosas...

— ¿Qué quieres decir? — pregunté sentándome al lado de él.

— Digamos que él se casaría contigo soy yo — inicio diciendo, fingió escalofríos y le sonreí. — Mi suegro se acerca y me dice que si te hago sufrir me cuelga de las pelotas y su hermano hace una amenaza parecida. Si te amo en verdad, eso no tiene que afectarme.

— Pero Stephan no es como tú — le dije, era una verdad que no podía negar — se enojó, dijo que papá no confiaba en él, que había demostrado que me amaba, desde entonces solo besos algo más pero más de eso nada.

— Entonces guarda energía para la noche de bodas, porque lo acabarás. — solté una risa fuerte, mientras el sacaba de su bolsillo el móvil

Lo miró algo sorprendido, no lograba escuchar lo que decía. Menos cuando se fue al pasillo y lo veía hablar enojado. Sus manos se movían de forma descontrolada, disimulé empezando a ver la ropa. Ahogué una exclamación de sorpresa al ver, las marcas eran costosas. En todo esto había una pequeña fortuna, sabía que la madre de Marck y su padre tenían dinero, jamás pensé que a ese nivel.

— Lo lamento muchas greñas, pero debo salir — lo vi enojado, su cara descompuesta y su mandíbula tensa.

— ¿Todo bien Pequeñín? — pregunté acercándome a él, guardo silencio, tomó su chaqueta de cuero y tras besar mi frente salió.

— Vengo más tarde. — me quedé unos minutos, observando la puerta.

Marck no era un hombre de enojo, como ya se los dije que hubiera discutido con alguien por teléfono era extraño. Sabía que tenía problemas, pero por más que había preguntado, Stephan y yo, nos habíamos encontrado con un muro. Solté el aire y busqué la maleta, para empacar, estaba inquieta por su comportamiento así que quise llamarle. Tomé el móvil para marcarle y sentí unas manos en mi cintura, sonreí como estúpida al llegar a mí el olor a mi futuro esposo.

— Casa sola, sin Erick y Joel, adivina que tengo en mente — sentí sus manos apretarme a él y pude sentir su erección en mi trasero.

— No tengo idea — logré murmurar con la respiración agitada, observé que en sus manos tenía un sobre blanco y lo quise tomar, al distinguir que estaba abultado.

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