—Eso es malo. — Law le dirigió una pequeña sonrisa y justo en ese momento, Smoker se giró para quedar de frente al moreno y ondear su cabello.

—¿Qué estás haciendo...?

—El mocoso luce melancólico esta noche.

—¿Estás tratando de reconfortarme?

—...Sí.

A excepción de su nuevo y corto cabello estilo retro, Smoker era tal y como lo recordaba. Las memorias y nostalgia de la preparatoria resurgieron y él poco a poco se fue relajando con la presencia del otro hombre.

Las cervezas llegaron y ellos hicieron un brindis. Law vació el contenido de la jarra de un golpe, esperando suprimir todas las emociones negativas y sólo concentrarse en divertirse.

Comenzaron a conversar, los temas eran principalmente de los recientes eventos del trabajo, escuela y vida en general. El tiempo pasó rápidamente, asistido por el constante flujo de alcohol.

Y sin embargo, eventualmente, el tema de Kid salió.

No era nada nuevo para Smoker. De hecho, cuando un confuso y frustrado Law se había acercado a él años atrás, él ya sabía que el joven estudiante estaba enamorado del pelirrojo.

Desde entonces, Law se había abierto poco a poco ante él, buscándolo muchas veces para pedirle un consejo. Así que como tal, no era difícil para el pelinegro abrir el tema en esos momentos.

—… Él me ha rechazado, —murmuró, apretando el recipiente entre sus manos. Ya había olvidado el número de jarras que había tomado, sólo sabía que ya eran muchas.

Smoker giró la cabeza para mirar a su antiguo estudiante:

—...Así que se lo has dicho.

—Sí… él dijo que lo sentía.

—Ya veo. —Contestó el profesor exhalando y mirando el humo de su cigarro llegar hasta el techo.

La cabeza del pelinegro latía con violencia y sentía que quería vomitar mientras dejaba descansar su cabeza en sus brazos. Todo lo que quería era olvidar.

Smoker le dio unas palmaditas en la espalda gentilmente, calmándolo silenciosamente mientras continuaba fumando.

XXXX

Eran las once pm. El número de clientes en el restaurante había disminuido mientras la noche avanzaba y al poco rato, Smoker le sugirió que también debían irse.

Law temblaba mientras pisaba el exterior y era azotado por el viento congelado. Instintivamente levantó las manos para apretar más su bufanda alrededor de su cuello.

¿Dónde…?

Su mano se detuvo.

Oh… es cierto. La tiré.

—…¿Debería llevarte a casa? —Ofreció Smoker.

—No soy un niño. Puedo llegar por mí mismo.

—No estás caminando bien.

—Cállate… Deja de seguirme.

El bullicio de la ciudad había desaparecido y la mayoría de las tiendas en la avenida estaban oscuras. Sólo las iluminaciones decorativas en algunas de ellas alumbraban el camino.

—Law.

Ignoró la voz llamándolo, caminando y esforzándose por detener el ligero tambaleo en su andar.

Hasta que digas que me amasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora