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Hace 3.000 años a.C

-diosa, ¿a dónde va?-preguntó uno de sus guardianes al ver que la mujer se dirigía a la parte trasera del monumento donde convivía

-ah, iré a echar un vistazo al jardín ya vuelvo, protegan a los habitantes-sonrió

Inuyasha le devolvió el gesto y asintió seguro, Bankotsu miró la escena desde la lejanía con cierta confusión en su rostro. Kikyo no solía dejarlos cuando había algún festejo en la ciudad y eso que le encantaba la re creatividad de su gente, fue extraño.

***

La diosa de la pirámide caminaba por el solitario jardín observando cada detalle que contenían las flores puestas en los jarrones de piedra caliza, alzó su cabeza y observó la iluminante luna llena que la acompañaba en su caminar sonriendo por lo bella que estaba, ¿cómo sería la luz a de cerca? No lo sabía... tal vez en un futuro muy lejano alguien tiene que obtener ese profundo conocimiento como para averiguarlo.

Siguió caminando saliéndo del jardín, en si, de la ciudad misma hasta llegar a un Oasis que se encontraba en medio del oscuro desierto. Ahí se encontraría con él.

-al fin llegas-lo escuchó tras de ella

-tal y como lo prometí-dió vuelta encarandolo-te extrañé ¿sabes?-

Naraku sonrió y la besó con ternura rodeandola con ambos brazos por su cintura y apegandola más a él, la diosa correspondió el beso sin pesar, donde ambos con las dudas fuera a su alcance, se entregaron con la ternura y pasión que los inquietaba por dentro siendo la representable luna llena el testigo de aquella noche.

***

El tiempo pasó y Kikyo no se vio en algún lado de la ciudad, algo preocupante para los ciudadanos y los guardianes, estos últimos sabían su estado por medio de Abi y Soten, pero no lograron verla por dos días. Hasta que la azabache de cabellos lisos apareció en el cuarto día llena de energía, tuvo que disculparse con estos y con las personas por su ausencia tan inesperada prometiéndose que en el próximo evento estará para ellos todo el día.

-¿dónde estuviste? Los habitantes te estaban esperando y a la final no llegaste-reclamó Kaguya al ver a su diosa entrar a su solitario reino

Los habitantes del Celestial habian terminado sus actividades un tanto tristes por esta misma, algo que para ella, las demás diosas, el rey y los guardianes fue poco usual.

-de verdad lo siento, estaba tan distraída que se me habia olvidado regresar a donde estaban-excuso

La diosa de las Ilusiones la miró curiosa.

-Kikyo, no sueles ser así todo el tiempo... algo te pasa-

Era cierto, Kaguya es tan astuta como ella misma que reflexiona profudamente la situacion sin que otros la esperasen, esa mujer era como un espejo que ve más allá de la persona.

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