Los ojos multicolor cayeron sobre mi y casi sentí que me había tensado por completo. No debería repetir estos encuentros y menos obsesionarme con ella...

Termine el vaso que tenía en manos y pase de largo. Ya mucho dolor de cabeza me daba tener ojos encima para examinar mi próxima movida.

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—La empresa Rouge es un gran benefactor hoy en día en Apert & Crivain company's.—«malditos descarados.»—se han creado cadenas de sociedades entre nosotros y pudimos concluir en la nueva marca hotelera R&C.

Aplausos sonaban y yo seguía mirando como Crivain daba su discursito.

—Además de llamarle mi socio de trabajo, es uno más en nuestra familia.—Mercer levantó su copa mientras todos se emocionaban pero a mi me tocaba tres cojones.—Kaiden Rouge además de ser socio en hoteleras, mantiene empresas de automóviles, acciones en la bolsa de Italia, producciones de manufactura y sociedades alrededor de todo el mundo. Es un ejemplo a seguir.

Mis manos me picaban por volver a tocar a la niña al lado de el.

—¡Salud!—todos alzaron sus tragos y tomaron un sorbo cuando me paseé hasta cerca de los Crivain.

Sonreí mediocremente a mi socio y bote la copa que tenía en mis manos con intención, aunque me hice el desapercibido.

—Oh.—me sorprendí falsamente mirando a Carmin. Sabía que ella notó mis intenciones y eso hizo que le pusiera más ganas a mi actuación.

—Hija.—le pidió Mercer a su hija cuando esta rodó los ojos y recogió los cristales. Me agache a ayudarle mientras me observaba casi matándome.

—Agarra tus cosas.—susurré cuando frunció el ceño.—Te vas conmigo en veinte.

—Jodete.—contestó cuando se paró con los cristales llevándoselos hacia la supuesta cocina. Me paré y agarré los pedazos que yo recogí hasta irme tras ella.

«Maldita sea»

—Carmin.

—¿Me estás hablando?

—No. Fíjate que iba para el suelo.

—Ah, sigue. No te interrumpo.

—No me toques los cojones.

—Ya lo hice hace unos minutos ahí arriba.—bromeó cuando se empezó a lavar las manos. Agarré su cadera por detrás y acerqué mi cara hacia su oído.

—Te vienes conmigo en diez.

—No.

—Nueve.

Apagó el grifo cuando la agarré más fuerte contra mi pecho.

—Estás loco si crees que iré.—sonrío maquiavélicamente en mi cara.

—Ocho.

—Déjame.

—Siete.

—Demente.

—Loca. Seis.

—¿Es enserio?

—Cinco.—asenti cuando esta levantó las manos derrotándoselo.—No te estaba preguntando. Vamos.

—Perro es perro, y donde le sirvan, come.—sonrió diciendo un dicho de mierda cuando trato de irse.

—No estoy jugando.

—Yo menos.—levantó su pequeña cara erizándome la piel por completo.

Mi cruel obsesión《+21 》(borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora