Capítulo 55. K. L. Z. H.

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—Esa medialuna —dije apuntando al dibujo en negro— significa que este lugar es seguro para nosotros descansar.

—¿Y los nombres? ¿De niños que han pasado por aquí? —quiso saber Vida.

—Sí. Debían hacerlo si tenían que separarse o reunirse con otro grupo. Hay símbolos diferentes para lugares donde podemos hallar comida o provisiones, gente que está dispuesta a darnos una mano y así sucesivamente.

Ruby nos miró a Liam y a mí.

—¿Clancy diseñó todo eso?

Cuesta creerlo, tomando en cuenta la hoja de doble filo que Clancy demostró ser centenares de veces. Pero una cosa era cierta y eso era que el Principito sí supo cómo dirigir un lugar como East River. Sí que proveyó ayuda a los que buscaban refugio tanto dentro de las cabañas o fuera de los radares, todo estuvo meticulosamente planificado y dio sus frutos.

El chico no era ningún idiota en ese sentido.

—Impresionante, ¿no? —bufó Liam—. No creí que ese bato fuese capaz de pensar en otra persona sin morirse de asco primero.

—¡Ja! —Chubs tomó sus gafas y las usó como lupa para poder leer bien—. ¿Esos chicos recurrieron toda esa distancia desde Virginia?

—¿Tú crees que hayan más? —le pregunté a Liam.

Eso fue suficiente dinamita para hacer que los ojos azules del Sureño brillasen como el mismo sol, y lo siguiente que supe es que tomaba a Ruby del brazo y trotaba el camino que lo llevaba hasta la esquina de la valla de hormigón que se unía a la valla del aparcamiento.

Por la calle, en la esquina contraria, había una iglesia, y pintadas en negrita había dos V invertidas, una sobre la otra, como si fueran flechas, rodeadas por un círculo.

—Es un indicador direccional que muestra qué camino tomar —explicó Liam.

—Espera un segundo —replicó Ruby—. Ya he visto varios de esos desde que dejamos Los Ángeles. Yo... no tenía idea. Pensé que tenían algo que ver con la construcción del camino.

—Lo raro es que lo recuerdes de antes, cuando cruzamos en coche... —Liam arrugó el ceño fuertemente—. ¿Harrisonburg? ¿Pasamos en auto por ahí...? Juntos, quiero decir. No... no puedo estar recordando algo que no es verdad, ¿o sí?

Hablaba de cuando viajábamos los cinco en Black Betty, antes de todo el desastre que ocurrió y marcó un antes y después.

Creí haber levantado un muro lo bastante estable como para durar y mantener mis emociones apartadas de mi sentido común, pero la vergüenza y la culpa atacaron con fuerza, obligándome a apartar la mirada y fingir que trataba de estrujarme los ojos de tanta lluvia que estaba cayendo a este punto.

Desde que Ruby le regresó a Liam sus recuerdos, el Sureño a veces sufría de lagunas invertidas y era necesario explicarle cómo sucedieron ciertos sucesos que no eran del todo claro en el valle de recuerdos del Liam. Aunque no parecía ser afectado por ello, seguía haciéndome sentir culpable al respecto, y Ruby...

Para Ruby era mil veces peor.

Y yo ya no sabía cómo hacer que se sintiera mejor.

—No, tienes razón —terminó diciendo ella—. Cruzamos en auto el lugar cuando fuimos a aquel Walmart.

—El de los Azules hormonales —bufé rodando los ojos.

—¿Oh? —Vida nos miró a los tres, así que Chubs le explicó lo que había pasado aquel día.

De repente me sentí excluida, Rubs y el Sureño hablando en voz baja con unas sonrisas demasiado estúpidas, y Vida haciéndole la vida imposible a Chubs mientras el relataba historia tras historia.

Game of Survival | The Darkest MindsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora