Aparque en la entrada detrás del auto de mi padre que parece adivino pues sale de inmediato de la casa. Abro la puerta y salgo del auto sosteniendo entre mis manos el cristal de la ventana.
—¿Todo bien? — pregunta y me ofende un poco, pero estoy abrumada para pensarlo.
—¿Me puedes ayudar por favor? — asiente y camina hasta el auto rumbo hacia Sebastián.
—Vamos pequeño, dormirás en la habitación del abuelo — carga en sus brazos a Sebastián — entra tenemos que hablar.
Cierro la puerta del auto y los sigo detrás su casa es grande no enorme pero lo bastante para decir que tiene dinero es sencilla, pero con buen gusto algo que no tenemos en común. Caminé hasta su cocina y abrí las gavetas hasta encontrar el elixir.
—Ya he acostado a Sebastián ahora dime qué es... — se detiene en cuanto me ve destapar la botella de vino y llevarla a mis labios — creo que no fue nada bueno.
El vino tinto pasa por mi garganta refrescando la para hablar de todo lo que está pasando ahora mismo. La bajo y dejo en la mesa donde me siento frente a él.
—Estoy segura de verdad que me es infiel, créeme puedo perdonar lo que sea, pero esto no, jamás una infidelidad – dije pasándome las manos por el cabello.
—No debo decirte que me alegra que hayas decidido irte de ahí porque es descortés, pero, me alegra de verdad que lo hayas dejado por el motivo que sea.
Es más fácil escuchar eso que hacerlo. Por supuesto que lo amo, pero también me duele esto. Mire alrededor y la sensación rara se coloca en mi pecho
—¿Cuándo se va esa sensación de miedo?
—Es libertad no miedo — dice dándome su mano – no me malinterpretes por él pude tener una relación contigo y tengo un nieto, pero son más las cosas malas que ha hecho que las buenas.
—¿Lo odias? — pregunte.
—Odio en lo que convirtió a mi hija y deseo matarlo si descubro que te ha hecho daño.
Intenté suspirar, pero me dolió el pecho sentí como se entumían mis manos y no puedo respirar no...
—No puedo respirar — dije asustada se levantó y me presionó el estómago — yo... no...
Mire mis manos y me asuste en cuanto vi que temblaban y no podía pararlo.
—Calma es un ataque de pánico pronto se te pasará — siento que me muero como si fuera un ataque al corazón de tanta presión acumulada — trata de respirar por la nariz
—¿Te casas conmigo? — preguntó arrodillándose frente a mí
Mierda todo está pasando rápido aquí siento un nudo en el estómago al escucharlo hablar
—¿Qué haces? — pregunte nerviosa
—Tú, Aurora, estás esperando un hijo mío y a pesar de que fue una sorpresa me encantaría de verdad que este bebé nazca estando casados — abre la pequeña caja negra de terciopelo y veo un hermoso anillo con un diamante casi del tamaño de un centavo brillando ahí.
—Yo... pensé que no nos casaríamos.
—No pienses que fue obra de mi familia, sino que yo deseo casarme contigo, te amo y quiero estar a tu lado en todo momento desde hoy.
Le miro el rostro emocionado y un tanto preocupado y asiento.
—Casémonos — dije y me pidió la mano para ponerme en el anular mi anillo nuevo.
—No te preocupes nos casaremos pronto porque sé que no quieres ir de novia estando embarazada de nueve meses — bromea y me río
Pensé que estaría conmigo lo que durará mi vida en ese momento, ¿por qué se debe ser tan ilusa? ¿Qué le diré a mi hijo cuándo pregunte por qué no estamos en casa? ¿Entenderá que a veces el amor lastima?
—Hija, tienes que respirar y calmarte sé que está pasando muy rápido, pero debes tranquilizarte necesitas estar bien.
Como lo he dicho es más fácil decirlo que hacerlo. Siento que el mundo se me empieza a ir encima y no sé por dónde empezar.
—Creo que ya puedes soltarme — le digo nerviosa
—¿Segura? — asiento — olvídate del alcohol te haré un té.
Se separa de mi en busca de sus cosas alrededor de la cocina, he pasado tanto tiempo escondida detrás suyo que he olvidado que hacer sin él
—¿Mamá? — la voz de Sebastián retumba en el pasillo y me pongo de pie de un salto —¿mamá?
—¡Voy cariño! — dije pasando por el pasillo para ir a la habitación está sentado en la orilla de la cama confundido mirando alrededor
—¿Dónde estamos? — es una muy buena pregunta
—Estamos en casa del abuelo Derek, ahora quédate un rato aquí mientras te recuperas de tu siesta y luego nos alcanzas estaremos en la cocina
—Bien — dice dejándose caer de nuevo en el colchón
Salgo del cuarto planeando cómo voy a decirle que ya no viviremos en el palacio.
—Pronto estará tu té ahora siéntate necesito hablarte — asentí dudosa, pero lo hago — entiendo todo esto pasó en cuestión de horas ni siquiera días y debes estar muy abrumada por todo, pero vamos a empezar con las cosas materiales. Supongo que no te quieres quedar aquí porque es el primer lugar en el que te vendrá a buscar
—Así es...
—Ya le llamé al abogado para ir haciendo los trámites del...
—¿Estás haciendo mi divorcio? — pregunte molesta —¿por qué haces eso?
—¿Me dices que no te vas a divorciar de este tipo?
—Quería salir de su casa y necesito saber que carajos hacer, antes de nada — solté tapándome el rostro con las manos
—Hmm... bien quiero ver si entiendo necesitabas salir de su casa porque todo ese ambiente y su actitud te abruman, pero no te quieres divorciar de él porque tienes la vaga esperanza de que cambiara.
—Tal vez... estoy segura de que quiero tener una relación nueva, pero con él, iniciar de cero lo nuestro de una manera mejor.
—¿No crees que para eso deberías ir a terapia tú primero? Porque cariño te contaré algo por mi experiencia. Dos personas rotas no se pueden dar amor no es lógico es como si intentaras juntar dos pedazos de cristal con el aire
Ya había pensado hace tiempo en ir a un psicólogo o un psiquiatra lo que sea, pero me detuve cuando Richard aparecía una y otra vez en mi vida. Mierda debo intentar algo.
El teléfono de su casa suena y se pone de pie — iré a ver si llama el abogado — dice y sale de la cocina.
Al diablo con su té necesito un trago ahora mismo para dejar de pensar un momento, tomo una copa del mueble y le lleno de vino hasta la mitad, mi padre entra con el teléfono en la mano y una mala expresión.
—¿Qué sucede ahora? — pregunte con los ojos en blanco.
—El abogado acaba de decirme que... no es fácil para decir, pero lo haré — toma aire y me mira fijamente — Richard acaba de presentar cargos por secuestro cuando te llevaste a Sebastián.
Quedó estática en donde estoy el corazón se para por unos segundos para después latir a mil por hora no siento nada en mi cuerpo ni siquiera sentí cuando la copa se cayó estrellándose en el suelo. Parpadeo poco a poco, ¿fue capaz de decirle a la policía que yo hice tal cosa?
Mi padre enciende la televisión y mi foto con de hace meses está en la pantalla. Fue la última aparición pública que tuve y el título de la noticia "La reina en fuga con el príncipe". Richard aparece a lo lejos, están grabando el jardín del castillo y se puede ver con claridad la figura del imbécil y una mano levantada hacia los empleados.
Una mujer aparece en la pantalla, la reportera sostiene su micrófono y mira hacia la cámara.
— Hace una hora se nos dio a conocer la impactante noticia sobre la fuga de la reina Aurora junto a su hijo. Aún no sabemos con certeza que sucedió o por qué, pero lo que sí sabemos es que el rey Richard no ha dejado de hacer llamadas y enviado autos llenos de gente para buscar a su reina e hijo.
Cambia de canal sin que yo se lo pida y también hablan de mí y de mi ahora "fuga". Otro hombre está hablando y haciendo ademanes mientras me expone acompañado de otro.
—Charles, seamos honestos. Esto se veía venir y todos lo sabíamos, un líder tiene una gran idea que es dejar que un niño gobierne nuestro pueblo. Apenas se graduó tomo el trono y apareció con esta chica misteriosa de la que jamás oímos hablar. Hasta la fecha, aunque la hemos visto y escuchado no la conocemos realmente es una desconocida y tal vez hasta enferma.
El otro hombre lo mira —¿Por qué dices eso, Barry?
—La realeza son figuras públicas y esta chica o la reina es a la que menos atención le dan, y eso se supone que es normal. Pasamos de no verla a escuchar que escapo sin seguridad, en un auto a media pelea, o al menos eso nos dicen y con un niño que es el punto clave de la familia. ¿Eso te parece normal?
—Idiotas.
Mi padre apaga la televisión y mire mi reflejo en ella, Richard o alguien más se encargó de hacerles saber a la prensa que no estoy en el palacio y sobre todo que no está mi escolta. Necesito buscar un sitio lejos y donde nadie pueda encontrarme, nadie puede reconocerme ni mucho menos a Sebastián.
—Necesito tu ayuda — le digo y me mira.
—En lo que quieras, hija.
—Cuida a Sebastián, necesito ir a comprar algo y es urgente.