Inspirado por: akkochan20
La música sonaba demasiado alto tanto que había que gritar para escucharnos por sobre la música. Podía sentir las gotas de sudor escurrir por mi frente y en mi escote, mi cabello alborotado y húmedo por el mismo sudor se pegaba a mi rostro.
Sin dejar de bailar me dirigí a la barra, el barman me sonrió por debajo de su cubrebocas y sin hablar me ofreció un trago de whisky seco.
La bebida paso quemado mi garganta, el sabor amargo y seco inundado mi boca pero sació mi ansias de beber. Con una señal le pedí ponerlo en mi cuenta y este solo nego, me mordí el labio por la culpa este era el segundo trago que me regalaba y podía apostar que el whisky que me daba no era nada barato y su salario iba a ser víctima de eso, aunque me sentía mal no tenía tanto dinero para como dejar más allá de unos billetes de propina.
Regrese a la pista de baile aunque no se cuantas canciones más baile cuando todo pareció volverse turbio y confuso en mi mente. Unas náuseas llegaron derrepente al punto que necesite correr mientras me tropezaba con las personas, mi hombro golpeaba una y otra vez con las personas intentando abrirme paso. Golpee con fuerza la puerta del baño para entrar pero antes de poder vaciar mi estómago todo se volvió oscuro, espere el golpe contra en suelo pero nunca llegó.
—
Mis sentido comenzaban a regresar aunque no podía ver y estaba segura que mis ojos estaban muy abiertos, poco después reaccioné, mis ojos estaban vendados y mi boca amordazada, no recordaba más allá de haberme desmayado en el baño del club. Mis manos estaban atadas así como mis piernas, no podía moverme, me sentía incómoda, mi falda estaba algo subida y sentía el piso frío contra mis muslos, lo que provocó un escalofrío por todo mi cuerpo.
—Tardaste más de lo que pensé en despertar ¿Cómo te sientes?— Una voz resonó en la habitación que parecía estar vacía por el eco de fondo, unas manos tocaron mis mejillas y quitaron la mordaza que me impedía hablar.
—¿Que está pasado?— Apenas podía pensar, mi subconsciente se reía de mi, Cariño te acaban de secuestrar!
—Te ves tan linda así, tan indefensa, tan frágil, en otras circunstancias me hubieras ignorado, pero creo que anoche tuve suerte de encontrarme contigo, aunque tú no tuviste tanta suerte— Era un hombre el que me respondía y por más que intentaba concentrarme no sabía quién era el que hablaba.
—Yo...Déjame ir, yo no tengo dinero, mis padres...yo...no, ellos no te pagarán por mi!— Mis lágrimas empezaban a mojar el paño que me cubría los ojos, tal vez iba a morir.
Mi madre se había vuelto a casar y mi padre también, ambos me habían sacado de su vida a toda costa, ninguno quería el fruto de un amor juvenil que solo les había traído gastos y problemas. Apenas pudieron me obligaron a emanciparme y tuve que comenzar a trabajar por mi cuenta.
—No pensaba pedir rescate, esto solo le hago por diversión— El hombre se acercó demasiado a mi y beso mi mejilla y por inercia retiré mi rostro— Te prepare algo para comer y te daré una pastilla para la resaca que deseguro te está matando.
Podía escuchar sus pasos al subir unas escaleras y después un silencio que se acompañaba de mi respiración.
Después de unos minutos lo volví a escuchar, me tomo del mentón con fuerza y me obligó a comer un sandwich, después me dió la pastilla con un poco de agua que terminó por escurrirse de mis labios.
Lo siguiente que sentí fue su lengua pasar sobre mis labios, por instinto hice a un lado mi rostro aunque fue en vano porque su lengua aprovecho para recorrer mi cuello fácilmente.
—No te lastimaré, lo prometo.
Aquella promesa estaba suspendida en el aire pero me daba una falsa esperanza de alivió.
Mi blusa de tirantes se deslizo de mi torso junto con mi sujetador de encaje negro. Sus labios aprovechaban para dejar besote húmedos por mis pechos. Mi respiración se aceleró de un momento a otro e intenté calmar mis gemidos enterrando mis uñas en la cuerda que mantenía unida mis muñecas.
Sus manos recorrieron el camino desde mis muslos hasta mis tobillos amarrados y sentí que el nudo en ellos era desatado, seguido por una caricia en ambos tobillos para aliviar el ardor de la cuerda.
—Cuando te ví por primera vez no pude olvidarte, no hasta probar tus labios— Su voz era más ronca de como hace unos minutos atrás —No hasta memorizar cada parte de tu cuerpo.
Me obligó a sentarme sobre su regazo, paso misma muñecas sujetadas por detrás de su cuello y me besó con fuerza, su lengua se adentraba si permiso al interior de mi boca, quería gritar y pedir ayuda pero mis labios eran devorados por los de el, me mordía para evitar que cerrará mis labios.
Aun con los ojos vendados podía asegurar que todo se movía a mi alrededor. Reconocí el sentimiento y la sensación de inmediato, el inútil me había vuelto a drogar.
—Prometí no lastimarte, que no recuerdes nada será lo mejor...
Sus últimas palabras se escuchaban muy lejanas y distorsionadas.
—
El metro comenzaba a vaciarse, mis pies ardían necesitaba llegar y darme una ducha, me sentía demasiada cansaba como para pensar en algo más.
Fue entonces que escuche su voz, aquella voz que aún soñaba de vez en cuando, aquella voz que no podía olvidar y provocaba que mis piernas temblarán.
Provenía de un peliplata que salía del vagón, apenas podía ver su perfil, traía un cubrebocas que impedía ver la parte inferior de su rostro. Mi pecho dolió con fuerza y miedo. Lo reconocía era el barman, el barman que me sonrió aquella vez, el que me regaló 2 tragos, aquel que ahora hablaba por teléfono sin percatarse que lo examinaba a detalle.
Las puertas del vagón se cerraron y yo me quedé inmóvil observándolo. Parecía que mi corazón se iba a salir de mi pecho en cualquier momento. Retrocedí lentamente en busca de apoyo, quería gritar y decir que aquel hombre afuera del vagón me había secuestrado 3 años atrás y que posiblemente había ultrajado mi cuerpo sin dejar huella en el, más que una leve incomodidad en mis piernas con la cual los médicos no pudieron dar un veredicto de lo que me había pasado, pero las palabras no salían de mi boca.
Aquel hombre se giró antes que el vagón avanzará y se despidió de mi moviendo su mano.
El vagón avanzó pero mi vida volvió a retroceder.
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