Lo imperfecto
a veces puede ser
lo mas perfecto.
—Johnny, entiende, por favor, él no quiere verte.
—Lisa, eres tú quien no entiende ¡Debo verlo!
—Y él no quiere ¿Por qué no comprendes?
Escuchaba con claridad a Johnny y a Lisa discutir, pero no hacía ni el más mínimo intento por moverme. No sabía si había pasado una o quizás fueron dos horas desde que todo sucedió, pero ya me encontraba acostado con el cuerpo dormido de Jeno en mis brazos, mientras me acurrucaba más cerca de él, deseando que Johnny entienda y se fuera.
Sabía que no era fácil para mi hermana el estar enfrentando a un alfa, aunque ambos sabíamos que Johnny era inofensivo, relativamente hablando, la voz de Lisa iba apagándose más y más, aunque aún la oía, tan terca como ella lo era, no dejaba que Johnny ingrese a la casa, o eso me podía imaginar.
—Es algo de pareja, Ten es mi omega, quiero-
—No es tu omega.— Lo interrumpió ella. —No lo has mordido y lo de ser novios es una estupidez. No es tu omega, no te pertenece así que no es algo de parejas, puedo meterme y decirte que no quiero que le hagas más daño a mi hermano. ¡Vete!
—Lisa, solo... Por favor, solo hablaré con él.
—No, Johnny, no quiere, respeta su decisión ¿Y eso que decías de que los alfa y los omega son iguales? Él no quiere verte, déjalo tranquilo.
—Lo sé, lo sé, realmente lo sé... Solo... Mierda.— Maldijo. —Dile... Dile que lo amo ¿Si? Por favor, dile que es mi vida y que me conteste el celular o algo. Que no llore más por mí, no solo porque no lo valgo, sino porque nada es como él cree, mi bebé no debería estar llorando ahora. ¡Demonios!
Escuché un sonido de golpe y después un silencio total.
Me iba a levantar para saber qué había sucedido cuando la puerta de mi habitación se abrió y Lisa entró. Soltando un largo suspiro, relajó su cuerpo de un modo tan exagerado que de no ser por lo roto que me sentía para ese punto, seguro me habría reído de ella.
—Dice que te ama.—Me dijo, acercándose para sentarse a mi lado en la cama, pasando sus dedos por mis cabellos, acariciando mis raíces. —Y que no debes llorar por nadie, ni siquiera por él.
—Lo sé, lo oí.
—Sí, yo igual.— Ella sonrió. —Es la primera vez que veo a un alfa así, estoy algo... Sorprendida.
—Él es así... Siempre me dice cosas como esa.
—Exacto, a ti.— Gemma se encogió de hombros. —Es un alfa al que se le aguaron los ojos mientras le hablaba de un omega que ni ha mordido a otra omega. Lo siento si tú estás acostumbrado... Yo no.
—¿Lloró?
—Casi. Golpeó su mano contra el marco de la puerta.
—¿Y él está bien?
—No lo sé ¿Y si le preguntas?— Ella acarició mi mejilla, mostrándome una pequeña sonrisa.
—¿Estás seguro que no quieres escucharlo? Puede que tenga razón y nada sea como crees que es.
—Lisa, ella se estaba desnudando mientras él se bañaba ¿Es en serio? Y no es una omega cualquiera... Es ella, la única chica por la que sintió algo alguna vez, desnudándose para él ¿Crees que no lo harían? Johnny no esperaba que yo fuera a su departamento porque antes nunca he ido solo, es solo eso... Él... Bueno, eso.
—Para ser como dices, él realmente parece muy seguro de sus palabras.
—No sé qué quiere.— Suspiré, observando a mi pequeño dormir. —Seguro solo desea quedar bien, me ha contado muchas cosas y teme que yo lo diga en los medios o algo por el estilo.
—Sí... Estoy segura que no va por ese lado.— Le hice un pequeño puchero, sacándole una sonrisa. —Mi pequeño hermanito.— Ella se tomó su tiempo antes de continuar. —Sé que has sufrido mucho, Ten, más de lo que cualquier omega podría vivir, no solo por el idiota de Lucas, sino porque te has enfrentado a una discriminación que nadie imaginaría solo por ser diferente. Entonces... Te puedo imaginar como un vaso a punto de rebalsar.
—Es algo así.
—Lo sé, pero piensa un poco.
—¿En qué?
—¿La última gota tiene la culpa de que el vaso esté tan lleno?
Solté un largo suspiro, mirándola a los ojos. Gemma tenía razón, Louis no tenía la culpa de la cantidad de pensamientos que pasaban en mi cabeza, de mi baja autoestima o de mi creencia de que no merezco absolutamente nada, pero la realidad es que eso no tiene nada que ver, yo vi lo que vi, no lo imaginé y sinceramente... No se me ocurre una forma para justificar lo que sucedió.
—Da igual, Gemma.— Me acomodé mejor en la cama, cerrando los ojos con fuerza. —Para este momento él ya está con Jurin revolcándose y jurándole amor eterno.
—Eh... Sí, de hecho...
—¿Qué pasa?
—Él no se ha ido.
—¿¡Lo dejaste entrar!?
Grité, cubriéndome la boca después al recordar que mi pequeño estaba durmiendo a mi lado.
Lisa y yo lo vimos removerse hasta que se entregó de nuevo al sueño, sacándonos un suspiro de alivio, no me gustaba que Jeno me vea llorar, amaba lo fuerte que era ante sus ojos.
—No, no lo dejé entrar, tonto.
—¿Entonces?
—Está sentado en los escalones de afuera, o ahí lo dejé antes de venir a verte.
—¿En serio?— Busqué la ventana de mi habitación y me sorprendí con lo que vi. Había empezado a llover. —Bueno... Para este momento ya se fue, está lloviendo y no creo que quiera mojarse.
—No lo sé ¿Por qué no lo compruebas tú mismo?
A pesar de lo mucho que deseaba quedarme en cama, tenía miedo que realmente él no se hubiera ido y estuviera ahí, sentado a los pies de nuestra puerta como un vagabundo abandonado. Me levanté de la cama y luego de mirar a Lisa, asegurándome que se quede con Jeno, salí de mi habitación para dirigirme a la entrada, intentando hacer el menor ruido posible.
—¿Cómo está él?— Me sorprendí al escucharlo hablar apenas mi mano se colocó sobre la puerta. Asustándome, llevé mis dos manos a mi boca para cubrirla y no soltar ningún chillido o ruido extraño. —¿Lisa? ¿Mi bebé está bien?
Miré por la ventana al lado de la puerta y seguía lloviendo. ¿En serio estaba mojándose fuera de mi casa?
—Mm.— Iba a decir algo, aunque al final no lo hice, toqué con suavidad la madera de la puerta, suspirando profundamente. Él en serio estaba ahí. No había vuelto para estar con ella.
—Eres tú ¿Verdad?— No respondí, no dije nada. —No puedo olerte, pero sé que estás ahí, amor, gracias por venir.— Con cuidado, me senté en el suelo, apoyándome en la puerta. Encogí mis piernas y apoyé mis brazos en mis rodillas, solo escuchándolo. —Sé que si lo quiero, ahora mismo puedo obligarte a abrir la puerta, pero sabes que no voy a hacerlo.— Asentí. —Sé que quizás no quieras verme y si esta puerta me permite que no te vayas, entonces que se quede ahí, es buena.
—Buena puerta.— Murmuré, sabía que debido al sonido de las gotas golpear el piso de la calle,
Johnny no me oiría igual.
—Realmente te amo, espero que Lisa te lo haya dicho porque eres lo que más amo en este mundo, Ten.— Cerré los ojos, apoyando mi cabeza también contra la firme madera. —Yo no sabía que Jurin estaba en mi penthouse.— Comenzó. Hice un gesto, queriendo levantarme solo al escuchar el nombre de aquella omega. —Te juro por el amor que te tengo que nada es como parece.
—Ella es bonita.— Dije, cansándome de mi propio silencio. —Es hermosa y es... Es mujer. A tu madre le gusta ella para ti ¿No? Es como... Perfecta.
—No, tú eres el omega perfecto.— Hizo una pausa. —Demonios, eres mi omega perfecto y te quiero a ti y solo a ti en mi vida.
Mordí mi labio, evitando hacer algún comentario tonto, queriendo aclarar mi cabeza para preguntarle solo lo realmente necesario y deseando tanto controlar mi corazón, rogándole al cielo que me de fuerzas para no abrirle la puerta y terminar lanzándome a sus brazos, pidiéndole que nunca me deje.
Él nos hace daño. Pero es a él a quien más amamos.
—¿La llamaste?— Murmuré, notando, segundos después, lo bajo que había hablado y que seguro él no había podido oírme. —¿Tú le dijiste que... Que querías verla? Eso de madurar...Eso.
—No, claro que no. Joder, mi pequeño ¿Cómo puedes creer que yo haría algo como eso?
Silencié, esperando que continúe.
—Sé que quizás soy algo... Insensible o... Torpe y no te mentiré, no fue hasta que llegué a mi penthouse que noté la razón de tu enojo y que no se trataba de Jaehyun o de algo más, sino de mis propias palabras. Soy un alfa muy estúpido por no sentir que algo malo estaba pasando con mi omega.
—No es tu culpa.— Susurré. —Tú... No puedes leer mi mente.
—Algún día podremos leernos la mente mutuamente, ya sabes, como los soulmates de los cuentos.
—Eso no se puede.
—¿Por qué? Hasta hace un tiempo no creías ni en las almas gemelas.— Bufé, cerrando los ojos suavemente.
—No te gustará mi mente.— Sonreí amargamente. —Es todo un alboroto aquí, un desorden entre dolor, ideas, pensamientos, miedos... No hay nada bueno.
—Yo me encargaré de arreglar todo eso, bebé.
—Johnny... No hagas esto.
—¿Hacer qué?
—Hablarme como si lo nuestro fuera para siempre.— Sentí un agudo dolor en el pecho, encogiéndome más en mi lugar, mientras mi vista se nublaba, cubriéndose con las lágrimas que amenazaban con salir nuevamente. —No hagas que te ame más... Por favor, me hace daño.
—Te prometo que dejará de doler si abres la puerta, bebé.
Hundí aún más mi cabeza en el espacio entre su cuello y su hombro, dejando que mi nariz se roce con su piel, sintiendo su cuerpo tensarse ligeramente, sabía que era muy cosquilloso justo en esa zona. Su brazo me atrajo más por la cintura y Jeno se quejó en sueños, estirándose para conseguir más espacio justo en medio de nuestros cuerpos.
No hacía mucho que Lisa se había ido y Johnny tomó un baño, vistiéndose con alguna de sus ropas que habría dejado en sus visitas anteriores, apenas con un pantalón para acurrucarse en mi cama junto a mí y mi pequeño. Sinceramente, esa posición sería algo incomoda de no ser porque por suerte mi cama era lo suficientemente grande y Jeno se veía feliz recibiendo el calor de nuestros costados, aunque cuando lo apretábamos demasiado, se hacía su espacio, con un gesto de fastidio en su pequeño rostro.
—¿En qué pensabas quedándote bajo la lluvia así como así? Eres un tonto.
—No podía permitir que siguieras enojado conmigo.— Él se encogió de hombros. —Un poco de lluvia no va a matarme, el temor que sentí al pensar que me odiabas era lo que realmente me estaba volviendo loco.
—No puedo odiarte.— Besé su clavícula, soltando un pequeño ronroneo, sintiendo a mi omega querer salir y frotarse contra Johnny, llenarnos de su olor, además de confirmar que él huela solo a nosotros. —Nunca podría.
—Nunca podría estar con nadie más ahora que te encontré, quiero que comprendas eso también.— Él estiró su mano hasta tomar la mía, entrelazando nuestros dedos. —¿Cómo engañarte, Ten, si eres lo único por lo que vivo?
—Es que... Ella dijo...
—Lo sé, sé lo que dijo.— Louis gruñó. —Pero yo sé lo que digo y nunca le he dicho algo semejante.— Acercó mi mano a sus labios hasta besar mis nudillos, empujando suavemente su hombro para que yo alce el rostro y al fin ambos nos miremos a los ojos. —Hubiera deseado que esperaras que saliera del baño, aunque sea para golpearme, pero poder tenerte ahí, poder abrazarte y decirle que eres a quien amo y que mi madre está loca, o algo por el estilo.
—¿Tu madre? ¿Qué tiene que ver ella con esto?
—Ella fue la que le dijo a Jurin que yo estaba ansioso por mostrarle cuanto había madurado y la que le ordenó a Wendy que permita que Jurin entre a mi departamento.
—¿En-En serio?
Me sorprendí mucho al imaginarme semejante escena. Tres mujeres planeando algo de ese tipo en contra de Johnny, entonces, a mi mente volvió el recuerdo de cómo le imponían omegas cada que entraba en celo también ¿Qué la madre de Johnny pensaba que él era un alfa sin corazón? ¿Una máquina para procrear o algo parecido? ¿Por qué nunca tomaba en cuenta su voluntad?
—Sí y debo hablar con ella.— Él se acercó hasta robarme un pequeño beso. —Si Jurin estaba ahí desnudándose es porque su plan era seducirme pensando que yo la deseaba, cuando nada de eso es verdad, ni siquiera la he llamado para quedar en algún lugar o algo parecido.
—Pero tú y yo hablamos de ella justo hoy, no tiene sentido.— Coloqué mi mano sobre su pecho para arrullarlo, deseando de esta forma tranquilizar a mi alfa, sabiendo lo frustrado que debía sentirse para ese punto. Mi alfa, mi buen alfa.
—No lo sé, creo que la única forma de averiguar qué está pasando es hablando con mi madre, cosa que debería hacer ahora mismo pero... Primero quería arreglar las cosas contigo.
—Lamento-
—No. No lo digas.— Johnny rozó nuestras narices cariñosamente, mostrándome una pequeña sonrisa. —Nunca lamentes lo que eres, Ten, sé que tienes el corazón muy lastimado y eso te impide creer o confiar en mí y en mi amor, pero aunque ello sea malo, eso me da la misma fuerza para continuar demostrándote diario que eres el alma gemela que he esperado toda mi vida.
—Te amo, Johnny.
Lo miré a los ojos, sabiendo lo rojos e hinchados que debían estar los míos, imaginándome mi rostro hecho un desastre y que esa no sea la mejor situación para decirlo, solo... Lo dije.
Se lo dije, lo admití en voz alta y nadie jamás se imaginará lo bien que se sintió poder hacerlo.
La paz en mi pecho antes de los rápidos latidos de mi corazón.
—Otra vez.— Dijo él, mostrándome una preciosa sonrisa en su rostro, junto con sus pequeñas arruguitas a los lados de sus ojos y las bolsitas que se le formaban bajo estos. —Mierda. Dilo de nuevo, amor.
—Te amo. Te amo, te amo, te amo.— Lo besé. Lo besé muchísimas veces luego de ello.
Y estuve seguro que se lo repetí toda la noche.
Después de esa noche, no me cansé de repetirle a Johnny lo mucho que lo amaba, incluso en los momentos menos indicados, él solo me sonreía y me besaba, diciéndome que me amaba también, rozando nuestras narices antes de continuar hablando.
No podía mentir, me sentía el omega más feliz y afortunado del planeta.
Lamentablemente, Johnny no pudo hablar con su madre sobre la situación con Jurin, pero sí se encargó de serle sincero a ella y decirle que no estaba interesado, o eso me dijo y le creí, realmente le creí. Pasamos tres días totalmente tranquilos, Johnny y yo trabajábamos, además de mis estudios, así que en nuestros ratos libres nos veíamos y el me continuaba recogiendo diario de mis clases.
Chaeryeong estaba... Bueno, no tenía idea de cómo estaba ya que ella no asistió a la Universidad ninguno de los días siguientes y preguntarles a sus amigos me parecía demasiado entrometido. Tampoco supe nada de la situación de Kai, pero cuando veía a su grupo de amigos, él ya no estaba entre ellos.
Se podría decir que la Universidad se volvió algo rutinaria en esos primeros días, tenía a Taeyong y a Doyoung conmigo hablando de Jaehyun constantemente o discutiendo por cuándo podrían verlo de nuevo, o cuál de los dos era más seductor, preguntándome siempre qué opinaba. Y mi respuesta todos los días era la misma: Par de idiotas.
En las tardes, me concentraba en mi trabajo para salir lo más pronto posible, tratando de fotografiar las sesiones o los eventos con profesionalismo. Francis había estado muy ocupado debido a una nueva marca de ropa interior que venía solicitando la publicidad de la revista y él no conseguía unos modelos que vayan con el perfil que deseaba, es decir, no cualquier cuerpo puede llenar una página completa de Chronicle Live, claro que no... O eso decía Francis.
Así que todo estaba bien, hasta que...
—¿Viaje?
—Sí, viaje.— Gruñó Louis al otro lado de la línea. —Sé que debería decírtelo luego, en la noche que estemos juntos o después, pero me lo acaban de informar a mí y no hay modo de cancelarlo, con mis dos padres fuera del país, alguien debe de asistir a esa reunión.
—Lo sé pero... Espera ¿Lo hubieras cancelado?— Pegué más el celular a mi oído, saliendo de la habitación donde empezaban a acomodar la escenografía para al fin hacer las fotos que tanto Francis necesitaba.
—He cancelado muchas reuniones por no querer salir del país, pequeño.— Johnny esperó unos segundos antes de continuar. —¿En serio piensas que voy a irme del país, dejándote absolutamente solo, con tanto alfa estúpido suelto por ahí?
—Eres un tonto.— Sonreí, sintiendo mi corazón empezar a latir con rapidez, pero no le tomé importancia, ya era una reacción típica que Johnny causaba en mí. —¿Y no pasa nada si los cancelas?
—Antes no, o incluso podía mandar a Jaehyun. Son reuniones cortas, a lo mucho duran un fin de semana o menos.
—¿Y qué pasa con esta?
—Es una firma de contrato, tengo que estar presente y también los abogados, todo debe estar conforme para que esa empresa pueda trabajar a la par con S-Alfa.
—¿Qué empresa es?
—Pertenece a un programa de televisión, según entiendo, le da la oportunidad a muchos jóvenes talentos para cantar y demostrar de lo que están hechos... O eso dice este panfleto que estoy leyendo.— Reí, escuchándolo reír también. —Es un tal Simon Cowell con el que tengo que verme.
—Entiendo.— Suspiré, tratando de ignorar esa sensación de incertidumbre que se empezaba a formar en mi pecho. —Entonces... ¿Un fin de semana?
—Ni un minuto más.— Afirmó. —¿Tengo tu permiso?
—Idiota.— Reí, pensando en qué contestarle cuando noté a una de las trabajadoras hacerme señas, si no mal recordaba su nombre era Kitty, o al menos así le decían, una omega muy tierna y tímida. —John, tengo que colgar, hay trabajo y... Ya sabes.
—Sí. Hablamos en la noche ¿De acuerdo?
—Claro. Te amo.
—Te amo, mi hermoso omega.
Corté la llamada y guardé el celular tan rápido como pude, acercándome a Kitty con un gesto de disculpa. Ella se encogió de hombros, señalándome con la mirada hacía dentro de la habitación.
—Lamento más bien haber interrumpido.— Murmuró, hablando en un tono de voz muy bajo.
—Sé que debe ser algo importante pero... Uno de los modelos está por llegar y... Necesitamos que ya lo esperes dentro.
—Claro, no te preocupes. ¿Sabes su nombre o algo por el estilo?
—No.— Ella revisó entre los papeles que traía en sus brazos. —Solo sé que al parecer son aficionados, no tienen gran curriculum él y su compañero, pero Francis dijo que quedan perfectos con esa ropa interior.
—De acuerdo... No quiero saber cómo Francis sabe eso.— Bromee, sacándole una pequeña risa a Kitty, quizás en ese momento ambos nos imaginamos al par de omegas más coquetos y capaces de seducir a Francis solo para conseguir el trabajo.
Sin embargo, obedecí. Entré a la habitación y comprobé las luces, sabiendo que sería una publicidad en blanco y negro, necesitaba toda la iluminación posible para la variedad de colores y así, al cambiarlos durante la edición, la foto tenga más impacto que una simple fotografía común de catálogo. Tomé mi cámara con cuidado y le quité la tapa al lente, enfocando hacía justo el medio de la escenografía, cuando entró una persona a la habitación.
No había notado que a excepción de él, estábamos completamente solos. No lo noté hasta el segundo siguiente en que mis piernas quisieron moverse y salir corriendo, aunque él obstruía cualquier salida por la única puerta de la habitación. Sus ojos se encontraron con los míos y me sentí morir, pero no de una buena forma, al contrario, mi estómago se removió en un doloroso retorcijón apenas escuché su voz y confirmé lo que tanto temía.
Un fantasma del pasado justo frente a mis ojos.
en la mañana subo otro, wiu.