LIA
Respiré hondo y tomé la hoja de libreta que tenía delante de mí. Había dibujado una línea por la mitad para luego escribir dos encabezados.
En la primera columna se leía «Razones por las que debería preocuparme la inminente ausencia de mi periodo» y debajo numeré lo siguiente:
1. Según mis cálculos (POR FAVOR LLEVA UN REGISTRO PRECISO DE AHORA EN ADELANTE, LIA BANFIELD) tuve mi último periodo a finales de junio/principios de julio y ahora estamos a finales de agosto.
2. La última vez que estuvimos juntos, Blake y yo no usamos condón.
3. He estado muy sensible y he llorado en estos meses más que en los últimos cinco años.
4. Últimamente solo quiero dormir en el poco tiempo libre del que dispongo.
5. Podría ser estrés.
6. Podría ser anemia.
7. Podría estar embarazada.
8. O podría ser, entre muchas otras enfermedades más letales según el buen Google, hiper o hipotiroidismo.
No había más en esa columna y en la segunda, el encabezado rezaba: «Razones por las que no debería preocuparme la inminente ausencia de mi periodo».
1. La última vez que tuve sexo fue con Blake, a finales de junio.
2. No usamos condón, pero tuve mi periodo unos días después de eso.
3. También me realicé una prueba de embarazo y salió negativa.
4. No he subido de peso, incluso podría decir que lo he perdido (aunque este punto podría ser para preocuparse también).
5. No he tenido antojos.
6. Nada de náuseas y vómitos por aquí.
7. Cada año mi periodo pasa por una etapa irregular en el que se salta alrededor de un mes, cosa que ya me ha preocupado en otras ocasiones.
8. Mi sensibilidad y llanto son muy justificables.
9. El asunto de querer dormir también tiene justificación: el cansancio al que me he visto sometida. (¡Que te jodan por empeorarme las cosas, Ronald Greenberg!)
10. Según una lista de síntomas de hipertiroidismo que leí, solo cumplo con dos de los puntos.
11. De la lista de hipotiroidismo, solo marqué uno como positivo.
12. En definitiva, he tenido los meses más movidos y estresantes de mi vida, así que el estrés puede ser el único culpable de esto.
Las cosas habían estado bastante agitadas en mi vida, iba de aquí para allá todo el tiempo, por lo que las veces que me detuve a pensar en este asunto durante las últimas semanas, terminé por enviarlo al saco de «cosas para preocuparme más tarde». Y aquí me encontraba ahora, porque ya era «más tarde» y por fin me había dado el tiempo de atender este asunto con seriedad.
Mastiqué mi labio inferior y, luego de releer dos veces más ambas columnas, decidí que lo mejor era sacar una cita con el médico para hacerme un chequeo y terminar así con el misterio. No podía permitirme entrar en pánico justo ahora, ni siquiera tenía sentido. Lo más probable es que estuviera haciendo una tormenta en un vaso con agua.
Con aprensión, metí la hoja en medio de mi cuaderno rojo, sacudí la cabeza y fui a la cocina a prepararme un té para calmar mis nervios. Estaba en ello cuando el sonido del timbre me sobresaltó. No esperaba a nadie tan temprano y temía que se tratara de Zara, así que me acerqué a la puerta sin hacer ruido y espié por la mirilla.
Abrí enseguida porque no se trataba de Zara, era Carter.
Verlo allí me sorprendió bastante, habían pasado muchos meses desde la última vez que él me visitó. Y la última vez que nos vimos, en la casa de Los Hamptons, el encuentro fue algo incómodo.
—Carter...
Él me ofreció una sonrisa tímida y levantó una bolsa de papel que tenía impreso el logotipo del camión de comida que vendía los mejores sándwiches de la ciudad.
—Hey. Espero no hayas desayunado todavía, porque te he traído un especial de la casa a modo de rama de olivo. ¿Puedo pasar?
Parpadeé y me moví del camino.
—Sí... sí, adelante.
Carter entró y fue directo a la derecha, donde él bien sabía que se encontraba mi comedor. Luego se volvió hacia mí. Creo que yo lo miraba como si él fuese una aparición, con incredulidad.
—Soy un idiota, ¿no?
Empujé la puerta para cerrarla y me moví cerca de él.
—Solo estoy algo sorprendida de verte aquí. Escuché que habías ido a casa.
Carter torció el gesto.
—Bueno, sí. El miércoles me fui a Boston con Kurt, he pasado tiempo con mamá y estuve arreglando un par de cosas sobre la propiedad que compré el año pasado. Empezaré a amueblarla.
—Me da gusto escucharlo.
—Sí, pero no podía seguir con eso sin antes volver aquí para resolver las cosas contigo. He tardado más de lo que debería en hacer esto, cosa que en verdad lamento —murmuró con gesto avergonzado.
Me apoyé del respaldo del sofá y asentí con cierta renuencia, porque no estaba muy segura de lo que debía esperar de esta charla.
—Vale...
—Perdóname si mi honestidad parece demasiado brusca, pero estoy convencido de que lo que voy a decirte no es del todo un secreto para ti. —Tomó un respiro de valor y asintió—. Tú eres mi amiga, Lia Banfield. No eres la única que tengo ni la más antigua, pero eres una que se convirtió en especial para mí muy rápido y que me ha apoyado en incontables ocasiones. Y yo he sido un amigo terrible.
—Carter...
Él levantó la mano y negó con la cabeza para impedirme continuar.
—El año pasado me acompañaste a casa el día de mi cumpleaños. Tú sabes bien lo que esa fecha significa para mí, porque es también el aniversario de la muerte de mi hermano. Detesto ese día, Lia. Y tú fuiste ahí para ayudarme a sobrellevarlo... y diste la cara por mí cuando las cosas se pusieron tensas con mi padre.
—Y lo haría de nuevo.
—Lo sé. —Sonrió con tristeza y soltó un suspiro—. Lamento que se me cruzaran los cables en ese momento. Pensé que quizá podíamos darnos una oportunidad... y me gustó la idea de nosotros dos juntos porque éramos buenos amigos, así que pensé que podría funcionar. Que quizá esa era la razón por la que había pasado lo que pasó con Bethany y... —sacudió la cabeza—. Estaba muy equivocado, pero no lo sabía y planeaba proponerte que intentáramos algo aquel día en el resort.
Me llevé las manos a la cara.
—Joder...
Carter rio.
—No te sientas mal, ¿vale? Eso iba a terminar mal de cualquier modo. Escribí una canción para decírtelo... pero cuando la volví a escuchar después de un tiempo, noté que no era una declaración de amor. James pensó que se debía a que yo era demasiado tímido al expresarme, pero la verdad es que no es eso. Lo que sucede es que esa canción es en realidad una declaración de admiración y cariño, cosas que sigo sintiendo por ti.
Me llevé una mano al pecho.
—Carter, no sabes cómo lamento que pudiese haberte lastimado de algún modo u otro ese día. O cualquier otro día. Hace tiempo quería disculparme, pero no me atrevía a hablarte de ello... lo siento.
—Sí, me pasó lo mismo. Debimos tener esta charla hace mucho, pero me faltó valor cuando me di cuenta de lo idiota que había actuado... y me sentí todavía peor cuando vi cómo reaccionó James al problema con Logan y Bonnie. —Frunció el entrecejo—. Tu disculpa no es necesaria, Lia, aunque la aprecio. La verdad es que todo este embrollo se debe a que me dejé llevar por el dolor que sentía, un dolor que no habían provocado ustedes en realidad... pasó algo malo en casa esa vez —resopló—. Ya Heaven me ha dicho sin cansancio lo cabezota que soy por eso.
—Estoy segura de que lo hizo.
—Así que, en gran resumen, no te tienes que sentir incómoda conmigo porque no estoy enamorado de ti y te ofrezco sinceras disculpas por mi comportamiento idiota y por no actuar como el amigo que te merecías en todo este tiempo. ¿Podrás aceptarlas?
Lo miré durante largos segundos y mi labio inferior comenzó a temblar.
—¡Pero por supuesto que sí! —berreé de un modo vergonzoso que lo hizo reír—. No sabes cuánto me alegra tenerte de regreso, Carter.
—Ya sé que no te gusta mucho, pero, ¿podemos abrazarnos para celebrar?
—¡Oh, ven aquí, tonto!
Nos abrazamos durante unos instantes en los que luché por no derramar una sola lágrima, pero los ojos se me pusieron vidriosos de todos modos. Carter rio al notarlo y dio unas palmaditas en mi cabeza.
—Te has vuelto una mujer sentimental, Lia Banfield. ¿De qué me he perdido?
—De muchas cosas. —Sorbí la nariz—. Pero primero quiero que me cuentes de ese problema que tuviste en casa.
—Es más de lo mismo, pero te puedo contar todo mientras comemos o la comida se va a enfriar —señaló hacia la mesa y yo asentí, contenta de haber aclarado las cosas por fin.
Ron se puso de malas cuando le arruiné el negocio con aquel hombre que vimos en el club de campo. Porque por supuesto que me encargué de hablarle de él tanto a Heaven como a Daniel, por lo que Ron no tuvo manera de convencerlos de firmar el contrato para que mi amiga representara la marca de ropa de aquel cerdo.
Así que, desde entonces, Ron me odiaba un poco más de lo normal y se dedicaba a cargarme la mano con el pretexto de que había que tener todo listo para el lanzamiento de Rain, el nuevo álbum de Heaven. Incluso me vi obligada a cambiar la fecha de mi cita con el médico por su culpa.
Los últimos días habíamos trabajado en el segundo video musical y la siguiente semana había varias cosas por hacer, entre ellas, la sesión de fotos publicitarias de Heaven. Además, tenía a mi cargo el planear el tour de medios y las actividades de promoción para todo el mes siguiente al lanzamiento. No era que me molestara, porque estaba segura de que con una mejor estrategia que la que Ron había aplicado el año anterior cuando salió el primer mini álbum, las cosas marcharían todavía mejor para la carrera de Heaven. Sin embargo, sí me tenía bastante atareada.
Luego de un par de horas en el set con Heaven, a la hora de la comida, me reuní con Michael y Ashton para comer. El primero fue quien nos convocó, cosa que no me pareció sospechosa hasta que noté su actitud.
—Tú quieres decirnos algo, ¿no? —entrecerré los ojos hacia él.
—Esh tan obvio como que ya she pusho rojo —murmuró Ashton, que hablaba muy raro, sin despegar los dientes, y con una mueca de dolor.
Mike tomó una profunda bocanada de aire y se sacó algo del bolsillo, Ashton y yo le miramos muy sorprendidos cuando vimos que se trataba de una cajita de terciopelo negro.
—Helen y yo hemos estado juntos por casi quince años...
—Aw, ya pueden hasherle una fieshta de quinsheañera a shu relashión.
—¡Ashton no lo interrumpas! ¿Y por qué diablos sigues hablando así?
—Es cierto. ¿Qué pasa?
—Lo lamento, tío Mike. —Mi hermano hizo un gracioso gesto—. El dolor de muela me eshtá matando.
Eso explicaba por qué él solo había pedido una malteada.
Rodé los ojos.
—Debes ir al dentista, Ashton. Mike, por favor, continúa.
Mike, divertido, negó con la cabeza.
—Solo quería contarles que voy a pedirle a Helen que se case conmigo. Vivimos juntos hace mucho y somos prácticamente un matrimonio ya, creo que firmar un acta no hará diferencia en nuestros corazones, sin embargo, no veo por qué no deberíamos hacerlo de todos modos. Descubrí hace poco que usar un vestido de novia era uno de los sueños de adolescente que Helen dejó en el olvido y me parece que podemos hacerlo realidad. Creo que casarnos el día de nuestro aniversario número quince será una bonita forma de celebrar nuestro amor con las personas que queremos.
—¡Oh, habrá comida y bebidas gratis pronto, me encanta! —bromeé—. ¿Ya has pensado cómo le harás la propuesta?
Mike sonrió.
—Sí, está todo planeado ya. Y hay algo más...
—¿Qué es? —pregunté con emoción contenida.
Pensé que quizá podía tener relación con ese bebé que hacía mucho buscaban.
—Helen y yo hemos hablado sobre adoptar... Los tratamientos de fertilidad no han funcionado y, aunque nos seguimos sintiendo jóvenes, es agotador. Creemos que adoptar sería una buena idea.
—¡Pero claro que lo es! —exclamé—. Estoy segura de que serán unos padres maravillosos. Y podrían cambiar la vida de un niño de un modo que no imaginas, Mike.
Yo sabía bien de lo que hablaba, porque lo había experimentado en carne propia.
—Gracias, cariño... —Mike puso su mano sobre la mía con una sonrisa comprensiva.
—¡Eshtoy tan contento por ushtedesh dosh!
—¡Dios mío, Ashton! Gracias y por favor ve a que te atiendan esa muela, ¿vale? No puedo tomarte en serio mientras hablas así.
Mi hermano se quejó y llevó una mano a su mejilla, del lado de la muela que le dolía. En verdad la tenía inflamada.
Ellos siguieron hablando y yo me distraje un momento de la conversación para leer un mensaje que me hizo esbozar una mueca.
—¿Pasó algo malo? —inquirió Michael, atento.
Chasqueé la lengua.
—No, es solo Emma... le escribí en la mañana para saber cómo está.
—Oh, ¿por el asunto con James?
—Es horrible, ¿cierto? No puedo creerlo. Es algo retorcido.
—Se arreglará —auguró Mike, aunque se le veía intranquilo con el tema.
—Eso espero. Al menos no se ha hecho un escándalo en los medios.
—Al menos —asintió con una mueca.
Más tarde, luego de despedirme tanto de Mike como de Ashton, volví al set, donde ya preparaban a Heaven con uno de los looks que había elegido para el video. En el concepto de este no había un «interés amoroso», así que no teníamos al guapo Devon Laing por allí o a algún otro actor que robara suspiros incluso de Heaven. En esta ocasión era un variopinto grupo de chicas que aparecería con ella en el video.
El pasado lunes, Billy, Chet y Lars ofrecieron una conferencia de prensa para anunciar al público de la muerte de King. No me sorprendía, porque era algo que habían debatido delante de mí cuando estuvieron en la ciudad. Y esto no fue con exactitud decisión de ellos, se trataba más bien de algo que el mismo King decidió antes de morir. No quiso convertir su funeral en un circo, pero pidió avisar al mundo de su deceso tras un año de haber ocurrido.
Si Chet no se hubiese perdido en la India, quizá el anuncio se habría hecho en junio, exactamente a un año de su partida. Pero el hombre que sirvió a King durante todo este tiempo no logró contactarlo sino hasta que Chet volvió de su viaje.
Lo trágica noticia, como la llamaban todos, hizo que sus viejos fanáticos desempolvaran a sus rockeros interiores y que muchos nuevos aparecieran. Black Poison regresó a los titulares de los tabloides, su música volvía a sonar en todas las estaciones de radio y su popularidad regresaba a los primeros lugares de los charts. Los canales de televisión ya anunciaban programas especiales para homenajear al ídolo fallecido y su trayectoria musical. Porque, si bien la calidad humana de King era cuestionable, la gente nunca le había seguido precisamente por esta. Para ellos, él era solo una solitaria leyenda del rock a la que admiraban por su genio musical.
Volvía de comprar pan para cenar con Ashton, que me esperaba en mi apartamento, cuando me detuve a unos pasos de la entrada del edificio. Podría haberme sorprendido de ver a Zara tratando de abrir la reja, pero lo cierto era que no fue así. Habían pasado varios días desde su última visita, ya me esperaba un encuentro en cualquier momento.
Caminé hasta Zara con calma y no dije nada, esperé que ella hablara primero. Parecía ansiosa y un poco desquiciada, como si las drogas hubiesen sido su único alimento en los últimos días.
—Ya lo sabes, ¿verdad? Ya todo el mundo lo sabe.
—¿De la muerte de King? Sí, lo sé.
—Oh, pero él no murió, Cordelia —siseó y me dio una mirada de resentimiento puro, sus ojos estaban enrojecidos y sus manos temblaban—. Ellos no saben la verdad. Mi pobre King, mi amor... Él no murió. A él lo mataste tú.
—Yo no tengo nada que ver con su muerte, Zara. No fui yo quien le dio alcohol y drogas cada puto día de su vida hasta que se consumió. Fue él mismo quien se lo hizo.
Ella negó con la cabeza, sus ojos estaban empañados por un velo de locura. Quizá era producto del efecto de las drogas.
—Tú pudiste salvarlo, pudiste ser la hija que él necesitaba, ¡pero lo dejaste morir! —Me enseñó los dientes—. Lo rechazaste cuando buscó tu ayuda y ahora él no está aquí por tu culpa —sollozó—. ¿Ahora lo comprendes? King era todo para mí y lo perdí por tu egoísmo.
Aunque traté de mantenerme serena, sus palabras consiguieron golpearme.
—¿Y por qué debía ser yo la hija que King necesitaba cuando él nunca fue el padre que a mí me hacía falta? Yo solo fui un estorbo del que él se deshizo tan pronto como pudo. Sé realista, Zara, ¿qué persona, además de un santo, correría a ayudar a quien le abandonó primero?
Ella me miró como si pensara que yo era un monstruo y sacudió la cabeza, contrariada.
—Es irónico darme cuenta de que todo lo que hice para tenerte fue porque creía que tú serías la pieza que me uniría a King para siempre, pero solo has sido la pequeña perra egoísta culpable de que terminara por perderlo.
Mordí el interior de mis mejillas y respiré hondo.
—¿Algo más que quieras decir?
—Espero que toda tu vida seas tan miserable como me has hecho sentir.
—¿Algo que no sepa?
Ella me enseñó los dientes y su nariz se arrugó, rezumaba odio por los poros.
—No te las des de lista y valiente, Cordelia. King está muerto, pero yo estoy aquí para castigarte y sé bien qué es lo que más te duele. Puedo destruirle la vida a tu querido "papá" en cualquier momento. Imagina cuánta empatía va a generar King, un pobre hombre que se entregó al alcohol por el sufrimiento de verse despojado de la manera más ruin de su pequeña hijita a la que tanto adoraba. Y todo a manos de un hombre en el que confiaba tanto... Anthony no vivirá un día tranquilo hasta su muerte. Podría incluso terminar por matarse cuando la situación se vuelva insostenible, nadie sabe lo que la presión social puede conseguir, ¿cierto?
—Si es todo lo que quieres decir, que te vaya bien. Ve y sigue fermentando ese veneno que te pudre por dentro.
—Me voy, sí. Pero volveré y me escucharás cada vez que lo haga, Cordelia. Y un día te arrastrarás de rodillas hasta su tumba y le suplicarás un perdón que no obtendrás porque no te lo mereces.
Abrí la reja y subí sin mirar atrás. Me apresuré a entrar a mi apartamento y, cuando estuve en el interior, me apoyé contra la puerta y llevé una mano temblorosa a mi pecho.
—¿Lia? ¿Qué pasha, Lia? —Ashton, con la mejilla más hinchada que antes y cara de preocupación, se me acercó.
—Nunca escuché lo que King quería decirme —murmuré con palabras atropelladas—. Pero sé que, si lo hubiese hecho, si lo hubiese escuchado pedirme que le donara una parte de mi cuerpo para sanar el suyo, lo habría mandado a la mierda. ¿Eso me convierte en el monstruo que Zara cree que soy, Ash?
—Oh, Lia...
Mi hermano no respondió nada en ese momento, pero me abrazó y, más tarde, sus palabras, aunque pronunciadas de modo gracioso por esa muela que seguía sin atenderse, me reconfortaron.
Yo no era un monstruo egoísta como Zara creía.
No podía permitir que su veneno se metiera en mi cabeza de nuevo.
Nunca más.
N/A:
Holiiis jejeje
Ya veo el hype que se va a organizar por la primera parte de este capítulo, con ciertas teorías sobre alguna bendición. Yo solo diré que cuidado con hacerse muchas ilusiones... no vayan a terminar decepcionadas, je...
Por otro lado TE AMO CARTERRRRR. No sé si a ustedes les ha pasado alguna vez que en vez de resolver las cosas con alguien, se alejan de esa persona porque se sienten demasiado avergonzados por como actuaron antes. Qué bueno si no les ha pasado, pero hay personas a las que sí :3 En fin, la situación entre ellos fue desafortunada, pero no hubo alguien "malo" en todo esto, así que su amistad no merecía irse a la basura por esto.
Bueno, es super tarde, pero no pude subir el capítulo antes, lo lamento.
Recuerden seguirme en redes sociales y unirse al grupo de lectores.
Les mando mucho love y abrazos con Lysol <3