Los pulmones de Sana no podían soportarlo más, Jihyo no se estaba despegando ni un poco de sus labios. Necesitaba aire, lo necesitaba. Echó la cabeza hacia atrás, lejos de aquel rostro bonito, lejos de aquellos labios que succionaban el oxígeno en su interior y lentamente comenzaban a ahogarla.
Una muy necesitada bocanada de aire entró por su boca, la cual quedo fácilmente atascada en su garganta al sentir los húmedos labios de Jihyo ir a su cuello. La menor comenzaba a dejar un camino de besos cálidos por su piel mientras sus pequeñas manos daban vuelta a su cintura, jalándola y pegando más sus cuerpos, cerrando todo el espacio entre ellas y obligándola a sentir el calor que emanaba su ser.
—Por Dios, Jihyo. —Sana jadeó levemente al oído de la menor. Sus dedos se hundieron en las hebras de cabellos chocolate bajo su mentón, sus parpados se cerraron al sentir como Jihyo succionaba el punto del pulso cerca de su cuello – ni siquiera pudo tragarse aquel gemido vergonzoso que salió de su boca.
Ambas comenzaron a moverse ciegamente por la habitación de luces tenues, ninguna de las dos se estaba dejando ir.
Los suaves movimientos hacían parecer aquella torpe escena en un baile lento en medio de la habitación. Un baile que terminó repentinamente al momento que la parte trasera de las pantorrillas de Sana tocaron el final de la cama – poco a poco sintió como aquellas manos en su cintura subieron por su vientre y pecho hasta quedar en sus hombros. Un pequeño empujón la hizo caer de espaldas sobre las sabanas.
—Ese ¨trapo¨ está estorbando un poco. —Jihyo soltó, sus ojos iban de arriba abajo sobre el vestido blanco que abrazaba el cuerpo de la mayor.
Sana pasó su lengua por sus propios labios. Ahí estaba esa Jihyo de nuevo, comportándose de esa manera, controlando cada segundo de la situación y cada nervio de su cuerpo. Ahí estaba subiendo su mano hacia su cabello, empujando hacia atrás los mechones azabache que caían en su rostro. Ahí estaba viéndose jodidamente bien.
—Ven y quítamelo. —Sana respondió.
Una pequeña sonrisa se esbozó en aquellos labios. Jihyo subió encima de sus piernas, tomándola por los hombros y empujándola hacia atrás. Un hambriento beso juntaba sus labios, guardando los cantos de placer en sus gargantas. El aliento de Jihyo aun sabia dulce y fuerte. Sana suponía, sus propios labios tenían el mismo sabor.
Sus manos comenzaron a moverse sobre la blusa de Jihyo, intentando desnudarla de una buena vez por todas, estúpidamente midiendo su fuerza algunos botones volaron por la cama al seguir intentando quitar la prenda.
La menor rompió el beso con una rápida mordida en la carne de sus labios. Torciendo su hombro y dándole la vuelta, apoyando una de sus manos en la serpiente de su columna y doblándola lentamente a su voluntad. Simplemente sintiendo como su vestido comenzaba a subir lentamente y como una ruidosa palmada golpeaba su trasero.
—Esa era mi blusa favorita. —Gruñó.
—Te comprare otra. —Sana respondió girando su cabeza hacia atrás, mirando la expresión concentrada en aquel rostro.
Las cejas de Jihyo se fruncieron, un ceño profundo que formó largas arrugas en su frente. Luego esos ojos. Esos ojos penetrantes fueron bajando lentamente hasta ver la mancha húmeda en su ropa interior con oscura fascinación. Aquella lengua se asomó levemente entre sus labios antes de sentir como su mano bajaba sus bragas, eventualmente recogiendo la excitación que goteaba entre sus muslos con aquellos finos dedos.
Un gemido desesperado se escapó por su garganta. Los dedos de Jihyo ascendieron por entre sus pliegues, empujando hacia adentro levemente y jugando con ella por un segundo, las yemas de sus dedos acariciaban la húmeda piel solo por encima. Sana lloriqueó internamente a la odiosa inspección.
—Mírate. —Jihyo burló, corrompiendo y alargando el deseo de Sana por ser tocada. Una pequeña caricia sobre su clítoris arrancó un jadeo de sus labios. —¿Es esto lo que quieres?
Ligeros espasmos y temblores de placer estremecían el cuerpo de Sana al sentir como Jihyo continuaba con aquella estimulación.
Sus ojos se abrieron considerablemente al ver como la menor paró brevemente, al ver como sus labios se separaron y como un escupitajo salió disparado hacia su sexo. Segundos después pudo sentir aquellos dedos nuevamente expandiendo su saliva y sus fluidos juntos hasta crear un néctar entre ambos.
Podía sentir deliciosamente la manera en que su líder tentaba su entrada. Podía sentir la manera vulgar en la que sus propias caderas se movían en un intento de frotarse más con los dedos de Jihyo.
Una pequeña risa maliciosa llamó su atención.
—¿Te gusto eso? —La menor preguntó, estirando una de sus manos hasta apretujar las mejillas de Sana entre su pulgar e índice. —¿Mhm? ¿Si?
Sana asintió frenéticamente en respuesta, sintiendo como Jihyo paraba de nuevo sus caricias hasta subir sus dedos a su boca – su lengua envolvió un par de sus dedos hasta limpiarlos completamente.
—Responde. Quiero escuchar tu voz, Sana.
La mayor tragó saliva silenciosamente. Luego... sintió algo que no le hubiera gustado haber sentido. La sensación de sus bragas subiendo nuevamente por sus piernas.
—Ugh, no... ¿Qué demonios estás haciendo?
—Dímelo. Ruégame. Ruégame y dime que es lo que quieres.
—Yo, no. No voy a-... no puedo, es...
—Entonces no vamos a hacer esto. —Soltó antes de acomodar el vestido de blanco nuevamente.
Sana giró su cuerpo con rapidez, torciendo su torso y acomodándose sobre la cama. Su mano casi se movió por si sola, tomando a Jihyo por la muñeca.
Podía notar aquella expresión expectante en su rostro.
—¿Qué?
—Yo quiero todo de ti. —Sana habló. —¿Acaso no quieres todo de mí también?
Una pequeña risa escapó por los labios de Jihyo haciendo que la mayor frunciera el ceño con rabia. Por un momento titubeó. ¿Esto era una prueba?
—¿Por qué estás tan seria sobre esto? Solo quiero escuchar que es lo que quieres... —Una pequeña sonrisa levantó aquellos labios. La mano de Jihyo fue hasta su mejilla, dejando una breve caricia con la yema de sus dedos.
Debía estar bromeando.
—¿Enserio quieres escuchar lo que quiero? Por qué no recuerdo que tratarme como basura fuera parte del trato.
—No lo hago. —Jihyo habló con calma mientras liberaba su muñeca de un pequeño jalón. Los dedos a un lado en la mejilla de Sana comenzaban a alejarse. —Nunca te he tratado de esa forma y lo sabes. Deberías recolectar tus sentimientos, Sana. Están por todos lados. —Rodó los ojos.
Era cierto.
Su corazón no podía entender aquel pacto en el que Jihyo y ella estaban de acuerdo con solo follar. El pacto en el que los sentimientos quedaban excluidos. Solo era sexo, pero ¿Porque el sexo la hacía sentir así? Sintiendo un trato hacia su persona casi tan degradante que la hacía sentir sucia, inmunda y, aun así, sintiendo como ese juego retorcido entre Jihyo y ella la acercaba al cielo más de lo que algún día admitiría. Su corazón aún estaba confundido, pero, en algún lugar de su mente sentía que esos pequeños momentos de éxtasis merecían toda vergüenza. Y lo odiaba.
—¿Qué te hace pensar que esa actitud tuya me calienta? ¿Huh? —Sana preguntó, eventualmente levantándose de la cama, poniéndose de pie frente a la menor y provechando esos escasos centímetros que la hacían más alta que ella.
—Puedes negarlo si quieres... pero ya vi lo suficiente para saber que sería mentira. —Respondió antes de observar y lamer sus pegajosos dedos.
Un suspiro salió de su garganta.
—Eres solo una niña, Jihyo. Una mocosa.
—Una mocosa a la que le pides que te folle.
Sus dientes se encajaron en la carne de su labio inferior.
—Puedes hacer conmigo lo que quieras solo porque yo lo permito, no lo olvides. —Sana exclamó con cierto tono molesto en su voz. —Soy yo la que te utiliza para darme placer.
—¿Y crees que alguien como tú podría hacer lo que hace si yo no lo permitiera? —Soltó, haciendo sentir a Sana lo repentinamente calientes que se sentían sus mejillas.
Comenzaba a sentir su cuerpo arder de enojo. No estaba siendo una de esas peleas estúpidas. No esta vez.
🍓🍓🍓
Dato curioso, NatRhums me ayudó a escribir este capítulo 🤭
Infinitas gracias por tu ayuda babyyyyy. ¿No hay algo que no hagas bien?💕
—A.M 💌