Estaba tan absorbida en los Sí y No de Glamour, que Jeannie Lawrence apenas notó cuando el ascensor empezó a dar tumbos hasta detenerse abruptamente. No se dio cuenta hasta que las luces se apagaron. -¡Ah, vamos!- gritó ella, golpeando su revista cerrada. Quedar atrapada en un ascensor durante un corte de corriente no estaba en ninguna parte de su lista de cosas para hacer. Al menos hoy. -Ahora no-una voz refunfuñó, y ella casi chilló. No sabía que alguien más estaba en el ascensor con ella. Cuando metía su nariz en un libro o revista, no habría notado ni a Barney el Dinosaurio junto a ella en el ascensor. -Bien, estamos en un buen apuro, ¿¡eh!?- le preguntó ella a la voz-. ¡Tenía que ser el día que había podido dejar mi articulo temprano! Supongo que es cierto... ninguna buena acción resulta impune. ¿A qué va a llegar tarde? Yo, trato de evitar el tráfico de la hora punta por el puente. No puedo soportar cuando... -Silencio. La voz tenía un sonido agradable de barítono, uno que le gustaba a pesar de su brusquedad. Ella se calló, sin ofenderse. A algunas personas no les gustaba hablar con extraños. O tal vez este tipo era claustrofóbico. ¿O... cómo se definía tener miedo a la oscuridad? ¿Oscurofóbico? Independientemente de eso, él estaba claramente preocupado por estar atrapado en un ascensor sin saber por cuánto tiempo. Pobre tipo. Ella deseó que él no empezara a gritar. No había nada peor que un hombre crecidito con un ataque de histeria. -Lo siento -dijo ella, luego añadió-, estoy segura que no estaremos aquí mucho tiempo. Ella oyó un sonido y lo reconoció inmediatamente: el hombre atrapado con ella había retrocedido unos cuantos pasos. Casi como si él tratara de poner la mayor cantidad de espacio entre ellos, vamos como si pudiera. Exasperada, ella dijo. -¡Por Dios! No tengo nada contagioso. Al menos ahora no -añadió ella, esperando subirle el ánimo. -Quédate calladita. Y pégate en la esquina más alejada. Ahora.
-¡Y un cuerno lo voy hacer!-Ella se dio vuelta hacia la voz-. Mira, porque tu seas una persona antisocial no significa que yo.. -No.-esta vez su voz no tenía ese tono agradable de barítono. Más bien sonó como un gruñido, como si él hubiera arrancado a la fuerza la palabra a través de sus dientes-. No te me acerques. Mantente lejos. Cuando te mueves, lo haces alrededor de las corrientes de aire y capturo más de tu olor. -Y eso es malo, ¿verdad? -Genial, pensó ella con humor. Estaba atrapada con un tío que se había saltado esta mañana la medicación. ¿Por qué no bajé por las escaleras? -No. No es malo.-Su voz, apagada en la oscuridad, era tan vibrante que ella podía sentirlo a lo largo de su columna-. Es... extraordinario. -Cielos, gracias. -Uh-huh. Evidentemente estaba loco, con voz atractiva o no. Ella no había tenido tiempo de ponerse perfume después ducharse. Él no podía oler ninguna maldita cosa, excepto tal vez el olorcillo persistente de su jabón Dial.- ¿Tiene un doctor especial al que le cuenta estas cosas? ¿Alguien a quien debería llamar cuándo salgamos de aquí? Él soltó una carcajada. -No estoy loco. Aunque, no me sorprende de que hayas sacado esa conclusión. ¿Cómo te llamas? -Jane Done. Él se rió entre dientes suavemente. -¿Qué daño podría hacer el que me diga su verdadero nombre? -Bien, pero sólo si promete no enloquecerse. Más de lo que ya estás, quiero decir. Es Jeannie Lawrence. -Había un millón de Lawrences en el área de San Pablo, se consoló ella, así que si fuera un asesino múltiple él probablemente no podría detectarla cuando esto hubiera terminado-. Ahora recuerde, prometió... -En realidad no he hecho ninguna. Y tampoco hubiera servido. -Él suspiró, un sonido perdido en la oscuridad. Absurdamente, ella lo compadeció, este extraño y loco perdido hablaba de una manera rara y con la voz más sexy que había oído alguna vez-. Huele maravillosamente. -No empecemos otra vez con eso -le advirtió. -La luna está llegando. Puedo sentirla. -Ella oyó que él tragaba con fuerza-. No hay mucho tiempo. -Muchacho, has acertado en eso. -Ella extendió sus brazos hacia delante, palpando en la oscuridad, luego avanzó y golpeó violentamente la puerta del ascensor-. ¡Hola!-gritó ella-. ¿Hay alguien ahí arriba? ¡Una agradable muchacha y un lunático delirante están atrapados aquí! -Estás ovulando -dijo él directamente en su oído, y ella se encogió y se alejó de él, tan fuerte que saltó a la pared más lejana y se habría caído si él no la hubiera agarrado. Incluso en su sorpresa, ella era consciente de la fuerza de su mano, de su olor, un olor crujiente, limpio, completamente masculino que le gustó muchísimo, a pesar de su repentino miedo. -Usted -Su boca estaba seca; ella tragó para forzar la humedad y terminó su discurso enfático-. ¡Casi me mata del susto! No se acerque tan sigilosamente a mí, por el amor de... y puede soltarme, también. -Ella arrancó su brazo de su apretón, su corazón palpitando tan fuerte que estaba segura de que él podría oírlo. ¿Y qué era eso tan absurdo que había dicho? Si, él realmente había dicho... -Es demasiado tarde. Estás ovulando -dijo él, su voz era un estruendo bajo en la oscuridad-. Estás... en celo, para decirlo un poco más toscamente. Y estoy demasiado cerca de mi cambio. -Entonces vacíe sus bolsillos -dijo ella groseramente-. Suelte su cambio. -No quieres que yo haga eso -dijo él suavemente-. Ah, no. Ella supuso que a algunas mujeres les entraría el pánico a la vuelta de los acontecimientos, pero este bicho raro con esa voz atractiva y manos fuertes no tenía ni idea con quién trataba. Ella tenía cinturón negro en karate, podía perforar una moneda de diez centavos a 45 metros, y había mandado una vez a un aspirante a atracador al hospital con las costillas rotas. Si este tipo intentaba algo con ella, iba a tener un día muy malo. -Mire, siento que se esté sintiendo... uh... indispuesto, pero si permanece tranquilo, ellos nos sacarán de aquí en un mome... Con aquella misma brusquedad espantosa, su mano estaba detrás de su cuello, inclinando su cara, y ella podía sentir su boca cerca de su frente, oyó que él inhalaba profundamente. -Estás en celo-murmuró él en su oído-, y la luna está subiendo. -Él inhaló otra vez, ávidamente. Congelada por sus acciones, ella esperó sus siguientes palabras-. Lo siento mucho. Entonces su boca estaba sobre la suya. Presionada contra la pared del ascensor, ella podía sentir su larga longitud contra su cuerpo, podía sentir sus manos sobre ella, podía oír su agonía. Ella tenía la absurda idea de que él se revolcaba en su olor, enorgulleciéndose de ello. Y estaba absurdamente cerca de relajarse entre sus brazos, cerca de devolverle los besos. En cambio, moviéndose en contra de los deseos de su cerebro, sus manos se movieron con dificultad apretándose contra su pecho, con fuerza, pero era como tratar de mover un árbol. -Oh, Cristo -gimió él en su pelo. -No -Lo siento. -...deténgase... -Lo siento mucho. -...antes de que yo rompa su.. -¿Cree en hombres lobo? -... grandísimo estúpido... ¿qué? -Soy un hombre lobo. Y mi cambio está muy cerca. Por otra parte podría ser capaz de... pero la luna está demasiado cerca. Y usted también. -¿De qué estás hablando? -gritó ella. -Estoy tratando de explicarte. Por qué esto va a... por qué esto debe pasar. No tengas miedo. -No tengo miedo. -siseó ella empujando sobre su pecho otra vez. Está vez surtió efecto. O él retrocedió. -Eres una mentirosa. -Raro, como él podía hacer que sonara como un cariño-. Puedo oler tu miedo. -No estoy segura de como decirte esto -dijo ella a través de los dientes-, pero no tengo miedo de ningún hombre. Y no huelo -No tienes miedo. Estás preocupada, entonces -clamó él-. No te culpo ni un poco. Si yo estuviera atrapado en una caja a 30 metros de la tierra con un hombre lobo en el momento de su cambio, me volvería completamente loco. -Sobre la fijación con los hombres lobo -dijo ella, esforzándose por poner una nota de humor... siempre tenía una necesidad perversa de aligerar cualquier seriedad-. Admito que esto me preocupa un poco. Quizás hay un grupo de apoyo que puede ayudarte. «Hombres-que-aman-a-los-hombreslobos-y-las-mujeres-atrapadas-en-un-ascensor-con-ellos». Él se rió, una sonrisita ronca. -¿Podría haber esperado otro momento para tener su colapso nervioso? - se quejó ella, complacida de que esto lo divirtiera. Si pudiera mantenerlo distraído, fuera de equilibrio, tal vez la electricidad volvería y ella podría... Entonces ella sintió sus manos sobre sus brazos, suavemente tirándola hacia adelante. -Lo siento -dijo él, su voz pesada con la pena. Otra vez, ella agarró su olor agradable, completamente masculino, y otra vez ella luchó contra la involuntaria atracción. Jeannie no planeaba dejarle hacer nada por lo que se debería disculpar. Ella respiró hondo y se dispuso a golpearlo, a alejarlo, con toda su fuerza. Un golpe que lo aturdiera, y, si ella lo asestara en el puente de la nariz, seria un golpe mortal. Ella deseó darle en la frente o en la mejilla. Ella no quería matar al lunático. Ese era su pensamiento cuando ella golpeó su mano en su barbilla y lo sintió mecerse hacia atrás con el golpe. -Ouch -él dijo suavemente Ella sintió su boca abrirse con la sorpresa. ¡Ella lo había golpeado, sabía que lo había golpeado! Su mano estaba entumecida por la fuerza. Él debería estar inconsciente, o al menos gimiendo en el suelo. -Eso fue un buen golpe -siguió él, como si estuviera comentando sobre una bebida y no sobre un golpe que le había tomado cuatro meses aprender-. Has tenido entrenamiento. -Estás loco -susurró ella. O ella lo estaba. ¿Podría ser verdad? ¿Él tenía el ridículo pensamiento que era un hombre lobo? Ella se compadeció de él en la oscuridad, segura que él estaba sangrando, y sus dedos encontraron su mejilla lisa. Ella sacudió su mano lejos.-. ¿Está completamente loco, lo sabía? -No.-Ella lo sintió pasar cerca de ella y le lanzó otro golpe, no más bromas... y su puño golpeó en su palma abierta. Él había bloqueado su golpe. En sí mismo, era casi imposible a menos que él fuera también cinturón negro. ¿Y cuáles eran las posibilidades de estar atrapada en un ascensor en la Torre Wyndham con un hombre loco que era también cinturón negro? Más inquietante todavía, él había visto su golpe venir. Mientras que ella no podía ver su mano delante de su cara. Ella sintió sus dedos enredarse alrededor de su pequeño puño, sintió su pulgar acariciando el nudillo de su primer dedo. Sus rodillas querían temblar, ya sea por el miedo repentino, o por la sensación que sus dedos calientes estaban provocando. -Valerosa Jeannie Lawrence -murmuró él, su voz tan baja que sonaba como terciopelo rasgado-. Qué pena que no esperaste el siguiente ascensor.......
BUENO ESPERO QUE LES HALLA GUSTADO EL 1ER CAPITULO, ESPERO SUS COMENTARIOS :)