Aunque tú no lo sepas

By Aeren93

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Yo no quiero ser tuya ni que tú seas mía, quiero que pudiendo ser con cualquiera nos resulte más fácil ser c... More

Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49
Capítulo 50
Capítulo 51
Capítulo 52
Capítulo 53
Capítulo 54
Capítulo 55
Capítulo 56
Capítulo 57
Capítulo 58
Capítulo 59
Capítulo 60
Capítulo 61
Capítulo 62
Capítulo 63
Capítulo 64
Capítulo 65

Capítulo 10

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By Aeren93

Al final tenía razón, María e Ignacio no aparecieron para comer pero, yo tampoco es que me levantase a la hora de la comida. Sobre las 4 de la tarde me desperté. Apenas me dolía la cabeza y tenía buen cuerpo, así que me levanté a comer algo. Mi madre me dijo que no me habían despertado para comer con ellos, porque me oyeron llegar, y seguramente preferiría dormir. Yo lo agradecí, era más grande mi cansancio que el hambre.

Terminé de comer y me metí en la ducha. Necesitaba pensar y qué mejor que hacerlo con el agua cayendo sobre mí. Desde que me desperté había un tema que me rondaba la cabeza. El mismo que me rondaba justo antes de dormir. Amelia.

La conversación que había escuchado en el baño del King's no paraba de retumbar en mi cabeza. Las palabras que Nuria le había dicho a Sofía se me habían grabado, incluso más que cuando escuchas una canción y no dejas de tararearla. ¿Sería cierto que la relación de Amelia y Nuria no estaba pasando por un buen momento? Yo siempre las veía bien, pero claro, todo podía ser una fachada, y a la hora de la verdad, no fuera oro todo lo que reluce.

Estaba ya vestida cuando pensé que lo mejor sería hablarlo con alguien. Además, no era un secreto. Si lo fuera, no hubieran mantenido esa conversación en el aseo de un pub lleno de gente. Aunque por otro lado, un poco secreto sí que era, ya que Amelia seguramente aún no lo supiera. Pero bueno, a mí nadie me ha dicho, mira Luisi guárdame el secreto. Que sí, que no sabían que estaba allí metida, y había escuchado una conversación privada. Soy consciente de que si Nuria me hubiera visto, seguramente hubiera hecho lo que hizo aquella tarde en el King’s, separarse de esa tal Sofía, o tratarla como una amiga, al igual que lo llevaba haciendo toda la noche.

Me decidí por llamar a Marina pero me saltó el contestador. Miré la hora y ya eran más de las 6, así que solamente podía hacer una cosa, ir a hablar con María. Necesitaba soltar este peso que llevaba cargando desde anoche, y mi hermana seguramente me daría buenos consejos.

En menos de diez minutos ya estaba entrando por el King’s. Vi a Gonzalo y no hizo falta ni hablar, me señaló al despacho.

- ¡Ay María! Menos mal que te encuentro. –entre en el despachó apresuradamente.

- ¿Y esa cara que traes? ¿Qué te pasa? –dijo preocupada.

- Necesitaba hablar con alguien y Marina no me coge el teléfono.

- Ah, ¿qué soy tu segundo plato? –dijo poniendo cara de indignada.

- ¡Qué dices tonta! Si yo es por tener varias opiniones…

- Claro, claro..., venga siéntate y me cuentas qué te pasa.

- Que no se qué hacer María. No paro de darle vueltas y no consigo encontrar solución.

- Pero me puedes decir qué pasa Luisita. ¡Me estás asustando!

- A ver, cómo te lo cuento…Tú te acuerdas de Amelia y su novia, ¿verdad?

- Ajá. –afirmó con la cabeza.

- Y también te acuerdas que te conté, que había visto a la novia, varias veces aquí en el King’s con otra chica…

- Luisi… ¿ya estamos con tus películas? –suspiró.

- ¡Qué no María! ¡Qué no! No me interrumpas, que si no, nos podemos tirar aquí todo el día.

- Es que vas demasiado lenta, dale un poco de vidilla a la historia. Ahora entiendo porqué Cata siempre quiere que le leas tú los cuentos, claro, así se aburre y se duerme rápido. –empezó a reír.

- Oye María, ¡qué esto es serio eh! –dije indignada y ella hizo el gesto de cerrarse los labios con una cremallera–. Pues anoche, fui al baño antes de que empezaras el bingo. Y estaba yo ahí metida haciendo pipí tan tranquila cuando entró Nuria al baño. Al segundo entró otra persona y empezaron a hablar. Bueno que la otra persona era la tal Sofía, la que se llevó el bingo. Claro, yo reconocí la voz de Nuria y escuché besos. ¡Besos! También escuché como Nuria le decía a la otra que estuviera tranquila, que las cosas con Amelia no estaban bien y que la iba a dejar. –mi hermana abrió los ojos sorprendida–. Sí, sí, así me quedé yo. ¡Qué va a dejar a Amelia, la muy pájara! Mira que yo sabía que ni relación abierta, ni relación de 3, ni ninguna tontería. ¡¡Cuernos María!! ¡Cuernos! A Amelia… yo no me lo explico. –dije poniéndome la mano en la cabeza.

- Vaya Luisi… Tenías razón.

- Claro que la tenía María, como siempre. –ella me miró, cerró los ojos y negó con la cabeza.

- Bueno, ahora que sabes que tienes razón, ya puedes dormir tranquila y recordar este hecho histórico. El día que tuve razón. –levantó las manos e hizo señas como si hubiera un letrero encima de su cabeza.

- No puedo dormir tranquila María, al contrario, la culpa me reconcome por dentro. –puse las manos en mi pecho.

- Luisi, ¿culpa de qué? Tú no le has puesto los cuernos a nadie, no te vas a sentir culpable tú, sin tener nada que ver, cuando seguramente la tipa esta, Nuria, ni sienta culpa, ni remordimientos ni nada. Así qué, estate tranquila.

- No es eso María, me siento culpable de saberlo y no decirle nada a Amelia.

- Luisi, a ver cómo te digo yo esto. –se removió de la silla y puso sus manos encima de la mesa–. No te puedes meter en la vida de personas que no conoces, que no son tus amigas, que aunque le hayas servido 4 cafés y 3 cervezas, no eres su amiga cariño. Si yo sé que lo haces con buena intención, porque te conozco, pero esa chica, Amelia, no te conoce y quizás, se lo tome mal o incluso ni te crea. ¿Por qué te va a creer a ti más que a su novia? Porque seguramente, la novia lo niegue todo. A no ser que…–empezó a mirarme fijamente frunciendo el ceño–. Luisita, dime por favor, que no las grabaste o les hiciste alguna foto que pueda demostrarlo.

- Lo pensé María, para qué mentir. Pero como estaba en el baño, no era plan de subirme por arriba de la puerta como un  paparazzi. –subí los hombros y mi hermana puso su mano en su cara.

- Menos mal. –suspiró–. Pues Luisi, deja que Amelia lo descubra sola. Afortunadamente, no creo que pueda llevarlo en secreto mucho tiempo. Además, si has escuchado que la iba a dejar…

- ¡No! –dije tajante.

- ¿Cómo qué no? ¿Y qué piensas hacer? A ver…qué tienes pensado. Porque sé que algo habrás pensado. Te conozco lo suficiente para saber que en tu cabecita, algo hay. –me miró fijamente.

- Puedo escribirle una carta.

- Claro Luisi, o mejor aún, puedes hacer como en Los Bridgerton, te pones, descubres cuatro o cinco secretos más del barrio y escribes una nota informativa. Luego coges a Cata y a Ciriaco, y que se pongan a repartirlos por la plaza. O mejor aún, podemos repartirlos en la puerta del King’s, tipo flyer. –dijo en tono irónico.

- No, porque si Cata y Ciriaco los repartiesen, la gente sabría que soy yo… Y lo del flyer, si lo acompañamos con un descuento en copas, seguro que la gente lo coge.

- Yo de verdad Luisi… ¡es que flipo contigo! ¿Qué encima te lo estabas replanteando como una opción? ¡Qué era ironía! ¿Cómo vas a hacer eso? Piensa como una persona adulta, por favor.

- Pero es que pienso como una persona adulta María, y mi conclusión es la misma. ¡Amelia debe enterarse! Y estaba escuchando tus opciones, ¡qué ojo!, son buenas ideas. –dije sonriendo para bajar un poco el tono de la conversación.

- Si yo estoy de acuerdo contigo, que debe enterarse, pero no creo que debas ser tú quien se lo digas.

- ¿Y si no soy yo? –miré fijamente a mi hermana.

- ¿Y quién se lo va a decir?

- Puede recibir un anónimo. –le dije muy convencida.

- ¡No puedo contigo! –se levantó de la silla y comenzó a andar por el despacho–. ¿Qué anónimo? Luisita… ¡¡¿Qué anónimo?!! –suspiró–. ¿Te piensas que hará caso a un anónimo? ¡Qué esto es la vida real! No es una serie donde los personajes se lo creen todo.  –dijo levantando un poco la voz.

- No me estás ayudando... –bajé la cabeza y miré a mis manos que jugaban con un coletero que llevaba en la muñeca.

- Luisi cariño… –se acercó, se sentó a mi lado y me cogió las manos–. Eres muy buena persona, yo lo sé. El querer contárselo a Amelia, te honra y demuestra los buenos valores que tienes, pero sigo pensando, que tú no eres la indicada. Pero que si estás dispuesta a ir y contárselo, pase lo que pase, voy a estar aquí apoyándote.

- Gracias María, de verdad. Eres mi segunda hermana favorita. –tenía que quitarle hierro al asunto y quería molestar un poco a mi hermana.

- ¿Segunda? –Se levantó de mi lado y se fue hacia su silla–. ¿Quién es la primera? ¿Cata? –me miró con cara de sorprendida.

- Lola. –dije muy segura.

- ¿Ah sí? Pues nada, cuando necesites el coche para algún viaje y vengas a pedírmelo, como haces siempre, te diré que te vayas a Barcelona a pedírselo a Lola. –se hizo la indignada.

- María si hago eso me sale más barato alquilar uno, entiéndeme. –María me miró con un semblante muy serio.

- Pues ya sabes, ¡lo alquilas! –cruzó los brazos.

- ¡¡María!! –me levanté hacía ella y me tiré encima de ella para abrazarla–. Si sabes que es broma, siempre has sido mi hermana favorita.

- Y a la que más picas. –intentó deshacerse de mi abrazo.

- Eso es porque te quiero muchísimo. El día que no te gaste bromas preocúpate, porque algo me pasará o te habré dejado de querer, todo puede ser.

- Yo también te quiero Luisi.

- María, muchas gracias por escucharme. Al contártelo me he quitado un gran peso de encima, pero sospecho que este secreto me va a reconcomer por dentro.

- Luisi, intenta no darle más vueltas por favor. Y si necesitas desahogarte otra vez, sabes que puedes contar conmigo. Sea la hora que sea, tu pillas y me llamas.

- Gracias María, de verdad.

- ¿Quieres quedarte aquí conmigo? Hoy está la cosa muy tranquila.

- Pues sí, así por lo menos estoy entretenida.

Después de esta conversación, que me ayudó bastante, pasamos la tarde las dos juntas, hablando. Mi hermana María siempre ha sido mi confidente, con la que mejor me entiendo. Quizás sea por la poca edad que nos llevamos, o porque desde el primer día estuvo cuidando de mí, aún siendo ella también pequeña, y yo una niña asustada que acababa de perder a sus padres en un accidente de tráfico. Siempre he pensado que conectamos desde el minuto uno, y es un placer tener a alguien en tu vida que te sea tan incondicional, como lo es ella conmigo.

Para la hora de cenar me fui a casa. En el camino me volvió el tema de Amelia a la cabeza. La conversación con María me había quitado un peso de encima, compartir el secreto había hecho que me liberase un poco pero, no había llegado a ninguna conclusión. ¿Se lo tendría que contar? ¿Me creería? ¿O por el contrario debería hacerle caso a María? Una mentira así no creo que durase mucho. Quizás Amelia se entere por ella misma, o incluso, Nuria cumpla lo que le dijo a Sofía y la deje.

Me iba a explotar la cabeza. Puede que sea una tontería, apenas conocía a Amelia pero algo dentro de mí me decía, que ella no debía estar viviendo en una mentira. Bueno, ni ella ni nadie. Creo que no es justo para ninguna persona vivir engañada y menos, por la persona a la que quieres y con quien estás compartiendo tu vida. Soy consciente de que si decido contárselo, posiblemente no me crea. Pero, ¿y si sí lo hacía?

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