Inojin llegó a su habitación, Shinki detrás suyo. Entraron.
-No era necesario que vinieras. Los chicos iban a jugar cartas- le dijo el rubio, caminando hacia la cama.
-¿Y por qué tú no te quedaste?.
Yamanaka le dio la espalda. Se soltó el cabello.
-Estoy cansado.
-Bien- le dijo Shinki- Yo también estoy cansado, por eso no quise quedarme con los demás.
Caminó a la cama. Era de dos plazas.
-Creí que dormirías en el sillón- le dijo Inojin, viendo cómo el castaño se acomodaba.
-Que mal anfitrión- se quejó Shinki- No puedes dejarme dormir en el sillón y no compartir una cama tan grande.
Yamanaka apagó la luz.
-Cómo quieras- se acostó, dándole la espalda.
De pronto Inojin sintió un brazo que pasaba por su cintura, luego un cuerpo firme.
-¿Q-ué ha-ces?- preguntó completamente sonrojado.
-Sé qué te da frío el clima de la Arena- le dijo Shinki- Son noches muy gélidas- se acomodó en su espalda y le dio un suave beso en la nuca- Descansa.
Inojin sintió que el corazón se le salía. Sus mejillas ardían y su mente estaba confundida. ¿Cómo podría dormir con Shinki abrazándolo?.
-¿Por-qué haces todo esto?- preguntó el rubio, algo contrariado- Nosotros no somos amigos.
-Yo quiero ser más que tú amigo- susurró Shinki.
Yamanaka se quedó estático. Sus mejillas se sonrojaron más, al sentir la parte baja del castaño, estaba duro. Cerró los ojos, tratando de conciliar el sueño.
Eran cerca de las cuatro de la madrugada. La habitación estaba en completo silencio, salvo las respiraciones de ambos chicos, que hacían un leve sonido.
-Shin-ki- se escuchó de pronto.
Inojin estaba teniendo un sueño.
-Shinki- llamó de nuevo- Bésame.
El castaño despertó completamente. Se incorpó para acercarse, sonrió- Veo que me llamas- fue hacia su oído- Inojin, te deseo.
Yamanaka soltó un ligero gemido. Shinki se mordió el labio inferior, no lo pensó más, se acercó a su boca y lo besó.
Inojin disfrutaba de esos dulces y atrevidos labios. Aquella lengua se enredaba con la suya, mientras probaba su saliva.
De pronto despertó. Se alejó abruptamente, cortando el labio de Shinki.
-¿Qué?- dijo sentándose. Su mente estaba confundida.
Shinki lo quedó mirando- Me llamaste- dijo, mientras se limpiaba la sangre- Y dijiste que te besara.
Yamanaka quería desaparecer.
-Lo-lamento- se disculpó. Se acercó al castaño para revisarle el labio- Realmente odio tener sueños vívidos.
-Pero me llamaste- le dijo Shinki.
Inojin levantó la vista, sus orbes celestes se clavaron en esos profundos verdes.
-Había una razón por la que soñabas conmigo- le dijo el castaño, rozando sus labios.
-No-lo sé- respondió apenas el rubio, cerrando sus ojos. Sintió los cálidos labios de Shinki.
El chico de la arena profundizó poco a poco el beso. Subió una mano y la enredó suavemente en los cabellos rubios. Una sensación de cosquillas, se apoderó de Inojin. Le había gustado ese suave agarre.
Luego de unos segundos, se soltaron suavemente, dejando un puente de saliva entre ellos. Ambos tenían las mejillas rojas, algo que pasó por alto en la oscuridad.
-Las veces que sean necesarias, vendré a ti- le dijo Shinki, acariciándole una mejilla- Aunque sea sólo en sueños.
Inojin estaba perdido, desconcertado y confundido. El castaño le dio un beso en la mejilla y luego se recostó.
-Ven a descansar- le dijo Shinki, con los brazos abiertos.
Ya no quería pensar más, Yamanaka se acomodó sobre el pecho del contrario, mientras éste lo abrazaba.
-Bien, es hora de descansar- le dio un beso en la frente- Descansa Inojin.
-Descansa-Shinki.
En la última habitación del segundo piso, se encontraban Kiba y Kankuro. El marionetista no quería perder oportunidad alguna.
-Ahh, Hah, Ah- Inuzuka trataba de opacar sus gemidos con el rostro sobre la almohada. El prominente miembro del mayor entraba y salía por ese húmedo agujero.
-Que rico- dijo Kankuro, agarrando firme las nalgas del menor, para apretarlas- Te amo.
Kiba ni para responder le daba. Su próstata estaba siendo golpeada una y otra vez, su miembro endurecía más.
-¡¡Ahh!!- no pudo ahogar ese gemido, eyaculó sobre las ropas.
-Ahh- Kankuro enterró su miembro hasta el fondo, dejando salir todo su semen.
Se agachó, depositando suaves besos en la espalda de su amante. Luego se removió y sacó su miembro, el semen caía por los muslos del menor.
Kiba se acomodó sobre la cama, Kankuro a su lado.
-Sabes que no te dejaré descansar- le sonrió el mayor.
-¿Me quieres dejar seco?- le bromeó Inuzuka- Mañana debemos levantarnos temprano.
-Sí, pero- le acarició la suave piel- Una tercera y nos dormimos.
-Eres insaciable- le dijo Kiba.
-Y tú demasiado rico- dijo Kankuro, dándole un fogoso beso.
Una nueva mañana comenzaba. La mayoría se había levantado temprano, y ya estaban en el comedor, a excepción de dos personas.
-Buenos días Kiba- le saludó Tenten, cuándo su amigo llegó al comedor- Es raro de ti que te levantes tarde- sonrió- ¿No pudiste dormir bien anoche?.
Inuzuka se puso cómo tomate, iba a responder.
-Kankuro, buenos días- saludó nuevamente Tenten, con una sonrisa más grande- Espero hayas tenido una excelente noche. Siéntate a tomar desayuno, debes tener hambre.
-Buenos días Tenten y a todos. Sí, tuve una exquisita noche y tienes toda la razón, muero de hambre- se sentó.
Kiba se sentó a su lado, en completo silencio. Sentía que todos lo miraban, ¿tal vez lo habían escuchado coger?. Se atoró con el café.
-¿Estás bien?- le preguntó Kankuro.
-Sí- le dijo Inuzuka.
Tenten los miraba feliz. Apenas pudiera llamaría a Ino para contarle, iba a presumir lo bien que la estaba pasando en la Aldea de la Arena.
Después de comer, fueron por sus cosas y salieron a sus respectivos puestos.
-Inojin- le sonrió Shikadai- Hoy iremos con ustedes.
Al rubio se le subieron los jugos.
-Es cierto- le dijo Yodo a Shinki- Olvidé contarte.
El castaño miró a Yamanaka.
-Será un día difícil- dijo Chouchou.
-¿Por qué?- le preguntó Araya.
-Ay no, por nada bombón- le sonrió la morena.
Nara se acercó a su amio- Por fin estaremos el InoShikaCho- lo rodeó con su brazo, por el cuello.
-Sí, es genial- le dijo Inojin.
Shinki se veía ligeramente molesto.
-Bien, debemos ir al área de los bosques- les dijo Shikadai.
Se pusieron en marcha.
Un largo camino, que los llevó hasta las cercanías del bosque. Ahí se encontraron con algunos guardias, comandados por Kankuro y Kiba.
-Bien chicos- les dijo el comandante de la Arena- Ustedes irán por el lado derecho y nosotros por el izquierdo. Shinki será el líder del escuadrón, conoce estas áreas.
-Sí- dijeron todos.
Los genin siguieron al castaño, al interior del bosque.
-Ten cuidado- le dijo Yodo a su novio- Hay algunas serpientes que son venenosas.
-Pero tú me salvarás- le dijo Nara, dándole la mano. La chica sonrió.
-Aww son tan lindos- dijo Araya.
-Sí, se ven lindos- le respondió Chouchou, mirando a Inojin y Shinki.
El rubio iba algo apartado del resto, a su lado fielmente Shinki.
-Siento que invadieron nuestro espacio- dijo el castaño.
-Sí- le dijo Inojin- Ya me había acostumbrado a trabajar solo contigo.
Shinki sonrió.
-¿También te acostumbrarás a soñar sólo conmigo?.
Yamanaka se sonrojó.
-Ya no sigas con eso- le dijo el rubio.
-Inojin- lo detuvo Shinki- Me gustas.
Cómo si el tiempo se detuviera, Inojin sintió que todo era más lento. Su mente trató de procesar esas dos dulces palabras, provenientes de tan lindo chico.
-¿Qué?.
-Hace un año, cuando te vi en los Exámenes Chūnin, yo, no lo sé, solo me perdí en ti- dijo Shinki, tomando sus manos.
-Entonces- recordó la conversación pasada- Era yo. Tú hablabas de mí.
-Sí- le sonrió Shinki.
-Pero dijiste que lo habías olvidado- le dijo Inojin.
-No creí que volvería a verte- dijo el castaño, acercándose- Fuiste un ángel, cuando te vi en mí aldea.
Yamanaka no sabía que decir, estaba algo contrariado por tanto amor profesado de repente.
-Yo-no creo que pueda darte lo mismo que tú sientes- le dijo Inojin, Shinki puso un rostro triste- No por ahora- se corrigió el rubio.
El castaño levantó la mirada.
-Escucha, no puedo dejar de amar tan de repente a Shikadai.
-Lo sé.
-Pero te prometo que abriré mí corazón a ti.
-Para mí es suficiente- le dijo Shinki, abrazándolo.
De pronto vio a Shikadai que venía hacia ellos. Movió su cabeza y buscó sutilmente los labios de Yamanaka. Éste simplemente cerró sus ojos y se dejó llevar.
Shikadai se quedó parado, mirando la escena de beso. Dentro de él, algo se sintió desagradable.
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