¿En serio?
Esto es un cachondeo. Es de risa.
Desconocido:
"Te veré esta tarde"
¿Qué? ¿Qué me estás contando? ¿Cómo que me verá esta tarde? ¡Pero si ni siquiera sé cómo es, dios mío!
Decido dejárselo en visto y no contestarle. Aparte de que no sé qué contestarle a ese mensaje, no quiero contestarle porque, joder, no sé ni siquiera cómo es físicamente. Me jode y me pondré de mala leche que esté hablando con un desconocido que me dice que me ha notado porque ha tocado mi piel y, encima me dice ahora que está tarde me va a ver. ¿Cómo queréis que me tomé yo esto? De risa no es. Bueno, de risa si es pero yo no me río. Mi vida es un show. De pequeña siempre me gustaba ser el centro de atención, era muy egocéntrica por lo que me decía la gente y, a veces, lo que notaba yo misma en mí. Hasta que llegué a finales de la adolescencia, cuando cumplí la mayoría de edad, y ya en ese momento cambie radicalmente.
Mi cambio quiero pensar que fue debido a entrar en la universidad. He estudiado administración pero, claro, no hay trabajo de eso. A día de hoy, no encuentro ningún trabajo que vaya acordé con mis estudios. Solo me tenéis que ver ahora, que estoy trabajando en una tienda de souvenirs. Pero no me quejo de nada, estoy orgullosa por estar trabajando en lo que sea. Casi todos los trabajos en los que me han contratado han sido de trabajar en tiendas de ropa o de comida. Salvo un trabajo que hice con 17 años de cuidar a los perros de mi vecina. Si, es gracioso, pero me pagaban. Solo tenía que sacarlos a pasear, quedarme en la casa de mi vecina cuando tenía que salir para cualquier cosa, alimentarlos siempre que la dueña no estaba... Me gustan los perros, los animales en general, los adoro. Son mi pasión. Cuando tenga dinero sé que voy a adoptar a un perrete. Pero en general, cuando terminé mis estudios, no he conseguido ningún trabajo de administración, eso es lo mío. Aún así, no me voy a rendir.
A día de hoy, no soy ni egocéntrica, ni quiero ni me gusta ser el centro de atención de todo el mundo. Eso que dicen que nos creemos el ombligo del mundo, pero eso era antes, ya no me lo creo.
Llega la tarde, termino mi almuerzo pedido en el servicio de habitaciones del hotel. Voy a darme una ducha para vestirme, iré al trabajo para decirle a mis compañeros que estén allí si pueden cambiarme el turno, ellos me cubren este y yo recupero las horas perdidas al día siguiente.
No puedo parar de pensar ni estando en la ducha, tranquila. Entre Logan, sus manos, su aliento, sus palabras, su toque y roce sobre mi piel, o por encima de la ropa más bien, su cercanía cada vez que me hablaba... El agua cae sobre mi cuerpo, por mi cabello, los pelos se pegan a los lados de mi cara. El agua caliente sigue cayendo por mi piel, calentandola al máximo.
Cuando salgo de la ducha y del cuarto de baño con la toalla reliada alrededor de mi cuerpo, me fijo en la hora que es. Va a ser que no voy a ir al trabajo en persona para decirles a mis compañeros que si me pueden cambiar el turno. ¡Me he pasado más de media hora en la ducha! ¡Por dios santo! Tanto pensar y tanto pensar, ya basta.
Me seco rápido y me visto aún más rápido. ¿Sabéis cómo corre un guepardo, verdad? Bueno pues más rápido que eso. Nah, es broma, es imposible que pueda correr tanto como un bicharraco como tal, pero claro...
¡Pero ya basta Amanda! ¡Deja de parlotear y céntrate!
Sacudo la cabeza mientras me posiciono delante del espejo para maquillar mi rostro de una forma natural. No soy de las que se maquillan tanto, si es a una fiesta vale, pero para salir normal tipo como ahora, para ver un piso que es de vida o muerte que me acepten o no, pues de forma natural. No hay nada más bello que la belleza natural de cada persona.
Al estar poniéndome los tacones pienso que no me va a dar tiempo de llegar a ver el piso. Es que debería de haber salido antes porque tengo que buscar dónde es. Presiento que me voy a perder. Es que soy bastante torpe, pero ustedes no lo sabéis bien cuánto de torpe puedo llegar a ser. Es un nivel máximo.
Bolso colgado, hecho✓
Tarjeta de la habitación de hotel, hecho✓
Móvil con la dirección del piso, hecho✓
Hago una lista mental de las cosas que tengo que llevar. Todo listo, puedo salir.
Bajo en el ascensor hasta la planta de la recepción, saludo a la recepcionista y salgo a la calle. El aire azota mi rostro y siento que puedo respirar aire puro.
Por el camino llamo a mi compañera Lara, que a esta hora tiene que seguir allí ya que tenía que estar conmigo en este turno haciendo complica por si necesitaba ayuda. Le pido que si está bien sola o necesita ayuda de otro par de manos.
- Que va, tía. No ha entrado nadie todavía desde el mediodía. No te preocupes, haz lo que tengas que hacer que no pasa nada - me dice Lara tranquila y feliz. Tiene una emoción en su vida diaria que ya me gustaría a mí ser como ella.
Le doy las gracias y me despido hasta mañana. Vuelvo a mirar en la foto que tengo en mi móvil del cartel del piso que voy a ir a mirar ahora. Me dirijo a esa dirección.
Es un barrio que no es nada chungo, por así decirlo. Por lo que me he informado por internet, es un barrio que no es conflictivo. No ha habido peleas tipo que tenga que intervenir la policía a base de palos para que toda la cosa se controle. Peleas de niño chicos, de barriobajeros que están metidos en la droga, de fumeteo y alcohólicos. Aún así, es un barrio que me gusta mucho. Sus casas son preciosas, algunas nuevas y otras antiguas. La mayoría de las familias que ocupan esas casas son personas mayores, en las que a veces las visita sus nietos con sus padres. Son cosas súper bonitas porque tiene mucha antigüedad y carisma. Hace que te sientas más segura en un barrio, en el que sabes, que con cualquier problema puedes pedir ayuda porque todos te van ayudar.
Busco el número del piso que aparece en el cartel.
Número 17.
Me quedo estupefacta. Preguntareis porqué si ya he hablado súper bien de este barrio, pero no me he quedado así porque sea algo malo. En el cartel ponía que era un piso, pero estoy enfrente del "piso" y, da la casualidad de que no es un piso, es una casa. La fachada de dicha casa es de color naranja, pero no un naranja llamativo que te duelen los ojos de verla, es como más apagado. Naranja fuego no, como coral. No es nada feo. Los tejados, desde aquí abajo, se ven muy cuidados y en buen estado, como si estuvieran instalados de nuevo. Tiene un balcón en la parte de arriba de la casa. Parece que entra parte de una habitación. Espero que esa sea mía. Me encanta tener balcón para tomar el sol cuando yo quiera.
Con esas ideas y pensamientos en la mente, me acerco a la puerta para llamar, pero antes de acercar la mano a ella, veo que hay un resquicio abierto. La puerta está abierta.
La empujó hacia dentro y posó un pie dentro. Mi boca se abre tanto que, si estuviera mi abuela ahora mismo conmigo, me diría que cerrará la boca si no me entra una mosca. Este efecto es debido a quedarme blanca como un folio al ver la casa por dentro. Está bastante cuidada. Los muebles son nuevos en la entrada. Hay cuadros colgados de arte, un reloj grande que marca la hora. No me doy cuenta de que ya estoy dentro del todo, es decir, que sin que nadie me invitará, entro como Pedro por su casa, estoy ahora mismo en el salón. Que poca vergüenza tengo.
Doy vueltas a mi alrededor para ver toda la estancia. Escucho ruido de música que proviene de arriba. Hay unas escaleras que te lleva hacia allí. No lo dudo más de dos segundos y me dirijo a subir por ellas. Despacio sin hacer ruido, llego a un pasillo en el que hay una puerta enfrente de la otra y, al final del pasillo, otra puerta que está entreabierta. Desde mi posición veo un poco por el lado abierto de esa puerta y es el cuarto de baño. Entonces ya sé que no hay cuarto de baño dentro de cada habitación. Bueno, no pasa nada, me acostumbraré a compartir y ponernos de acuerdo.
La música ahora que estoy en esta planta se hace más potente todavía. El grupo que toca es Artic Monkeys. Que buen oído tengo.
Me acerco hacia la a puerta de donde proviene la música y mi mano se posa en el pomo de ésta. Lo gira con cuidado sin hacer ruido. La abro un poco y me asomo para investigar.
¿En serio?