Este OS contiene spoilers del manga, así que léelo bajo tu responsabilidad.
Yo cumplo con avisar uwu
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Itadori parpadea varias veces antes de dirigirle una mirada a cada uno de los presentes en busca de una señal o gesto, cualquier cosa, que le haga saber que lo hicieron, que realmente lograron romper el sello de la prisión confinadora y restaurado el equilibrio del mundo. Que habían logrado rescatar a Gojou de ese lugar. Sin embargo, lo que encuentra es que todos están tan aturdidos y confundidos como él, como si no hubiesen visto nada fuera de lo común, como si realmente no hubiese funcionado. No tarda en sentirse demasiado pesado y fuera de sí mismo, como si la gravedad que lo sostiene al suelo ahora quisiera pulverizarlo contra él; su pecho duele al tiempo que respirar se vuelve difícil y las lágrimas arden en la comisura de sus ojos. Ni siquiera puede ver el cubo donde había estado hace tan solo cinco minutos antes de que ese brillo segador apareciera. Ahora no quedaba absolutamente nada que abrir o conservar.
Da un paso al frente con la única intención de buscar el cubo que le había arrebatado a su maestro, pero entre la impotencia y la incertidumbre por lo que acaba de suceder, sus rodillas tiemblan antes de que su cuerpo se desplome contra el suelo. No se mueve un solo centímetro mientras sus manos se cierran en puños contra la hierba a su alcance, la frustración adueñándose de cada célula de su cuerpo. Jura que hicieron todo al pie de la letra, que verificaron cada paso hasta de seguir con el último de ellos, está completamente seguro de que se hizo como debía ser... Entonces, ¿por qué? ¿Dónde estás, Gojou sensei? El nudo en su garganta llega a ser incontrolable, tanto que su lengua se adormece y el primer par de gruesas lágrimas aparece pronto, desbordándose desde las esquinas de sus ojos y bajando por el contorno de su nariz hasta perderse en el suelo antes de que muchas más le sigan a esas. ¿Eso era todo, de verdad? ¿Entonces Nanami sensei, Kugisaki y los demás... Todo fue para nada?
El aire entra a sus pulmones cuál veneno, ardiendo en cada inhalación rápida desde que siente que no hay demasiado oxígeno en el planeta para él. Siente que el silencio ensordecedor a su alrededor le martillea en la cabeza y pita muy fuerte en sus oídos, y entonces sabe que no puede más. Un grito desgarrador y lastimero, de esos que se forman desde lo más profundo de la garganta y hacen vibrar fuertemente las cuerdas vocales hasta casi hacerlas sangrar, se deja oír potente. Y no le importaba en lo absoluto que todos estén viendo cómo las últimas piezas de sí mismo caen y se hacen pedazos, ni siquiera le importa la forma en que Fushiguro lo está viendo en ese preciso instante mientras intenta acercarse a él: lamenta de todo corazón que no haya funcionado.
A Itadori lo trae sin cuidado su condena, pueden desmenbrarlo y despellejarlo como se les antoje si lo desean, pero él solo deseaba una última cosa. Itadori solo quería ver a Gojou una última vez. Un año entero había pasado desde lo ocurrido en Shibuya y él había creído que realmente podría encargarse de lo demás, pero no fue así. La verdad era que le había fallado a cada persona que había confiado en él y perdido a casi todos lo que consideró su familia. Itadori gritó hasta que su boca se llenó de un sabor metálico, siendo incapaz de sentir ese par de cálidos brazos que lo estaban rodeando, pidiéndole volver hasta que finalmente pudo escuchar su voz.
— ... ¡Yuuji, oye! ¡Despierta! Todo está bien.
Satoru...
Sus ojos se abren y las lágrimas lo privan de un primer vistazo nítido. Siente su cuerpo empapado en sudor y los latidos de su corazón con un ritmo frenético; hay sangre en su boca incluso. Un par de manos se encargan de secarle el rostro, deslizando los pulgares con suma delicadeza por sobre sus párpados y finalmente puede ver con claridad. Un azul brillante y mágico le devuelve la mirada, hay preocupación y cariño reflejado en ese hermoso par de orbes que ama tanto.
— Ese sueño otra vez. —Lo escucha decir y ya no es una pregunta como en las primeras ocasiones. Itadori tampoco necesita responder a eso porque Gojou está seguro de lo que ha dicho. Así que solo se acerca hasta el rostro del menor para plantar besos cortos sobre las dos cicatrices que aparecieron en él hace cinco años. Itadori lo observa temeroso de tocarlo o de verlo demasiado hasta desgastarlo y que la imagen del hombre que ama se desvanezca en el aire como le ha ocurriendo con anterioridad en múltiples pesadillas. Gojou sabe a la perfección que el incidente de Shibuya es algo que cambió a su chico para siempre y que sigue temeroso desde que logró salir de esa prisión hace año y medio. Es por eso le toma las manos y deja besos en cada uno de sus dedos, contando en voz alta para regalarle un poco de tranquilidad— Soy real, cariño, y no volveré a irme a ningún lugar sin ti. Te lo juro, Yuuji.
Itadori se deja guiar por esa sonrisa genuina que siempre encuentra en el rostro del mayor cuando se dirige a él y decide confiar en sus palabras una vez más antes de abrazarlo y hacer su mejor esfuerzo por no llorar más. El aroma del jabón en barra que usan para bañarse, y que siempre está más presente en el cuerpo de Satoru, es lo que acaba por regresarle la calma que necesita. Aspira fuertemente sobre la piel desnuda del cuello del albino al tiempo que siente la manos de su pareja dejar pequeñas caricias en su cabello. Ambos vuelven a acostarse, nunca soltando al otro porque no están listos para dejar de sentir la calidez de sus cuerpos, e intentan dormir otra vez. Gojou continúa acariciando las hebras de color rosa hasta que sabe que Yuuji se ha dormido. Planta un beso en su coronilla y se reacomoda con cuidado para seguirle el paso.
Daría lo que fuera por borrar todo tu dolor.
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Se suponía que me iba a dormir y terminé escribiendo algo que me hizo daño, JAJAJAJA. Qué grande.
Pero bueno, aquí con otro trocito de esta bonita ship ♡