ADVERTENCIA: En este one shot pueden haber varias incongruencias con la historia real creada por J.K Rowling ya que se desconoce realmente como funciona el encantamiento fidelio. Sacando la información que nos dan en los libros y lo que puede aparecer en Harry Potter Wiki, únicamente Colagusano era el que podía saber el paradero de James y Lily Potter, pero en una ocasión esta última aclaró que Batilda Bagshot había pasado el cumpleaños número 1 de Harry con ellos. Si alguno sabe explicar el motivo con gusto estaré dispuesta a informarme. Ahora sí, pueden leer la historia teniendo en cuenta lo dicho con anterioridad.
Tener, por fin, unas semanas de vacaciones luego de meses de entrenamientos y partidos de campeonato eran casi una bendición. No había nada en este mundo que a Rebecca le gustara más que estar en casa con sus padres porque, para ser sincera, aunque le pagaran bastante bien por estar en Tornados de Tutshill y ser una de las buscadoras con más victorias luego de Roderick Plumpton, no le apetecía mudarse sola por diversos motivos. Aún esperaba que apareciera ese hombre del cual enamorarse profundamente —y que él se enamore de igual manera de ella— y poder formar una familia cuando fuera el momento. Veintiún años eran pocos para lidiar con un bebé o el mantenimiento de un hogar, aunque uno de los cazadores de su equipo, de unos cinco años mayor que ella, parecía muy interesado en comenzar aquella prácticas con Beck.
Por otro lado, el ser parte de la Orden del Fénix y además ser mestiza, en estas épocas, era muy peligroso, por lo que prefería quedarse cerca de su familia ante cualquier eventualidad que pudiera llegar a ocurrir. Lo único que había que hacer en esos días era mantenerse con vida y pasar desapercibida para Voldemort y sus seguidores.
—Ya te he dicho que deberías darle una oportunidad a Andrew, parece un buen muchacho —dijo la madre de Rebecca mientras cocinaba y su hija la escuchaba sentada en la mesa de la cocina, jugando con sus manos.
—Y yo ya te he dicho que él tiene planes diferentes a los míos...
—¿Qué planes más importantes puedes tener en comparación con asentarte y formar una familia? —le preguntó dándose la vuelta para mirarla. Rebecca la miró indignada.
—¡Mamá! Mi objetivo en esta vida no es casarme, criar a mocosos y mantenerlos —le espetó con rapidez—. Realmente quiero seguir con el quidditch, tal vez Montrose Magpies me acepte el próximo año y quién dice que puedan reclutarme para el mundial, ¡Sería espectacular! Pero para eso necesito seguir entrenando, seguir ganando partidos y clasificarme como la mejor buscadora en las listas. No puedo perder tiempo de mi vida siendo el estereotipo de mujer del sigo XIX.
Su madre bufó y siguió cortando las verduras a mano. Ser muggle a veces podía tener sus complicaciones, pero la muchacha, con un rápido movimiento de muñeca, hizo que la cuchilla comenzara a moverse sola.
—Será que yo no entiendo de esas cosas...—murmuró la mujer viendo sorprendida como el filo pasaba rápidamente por los ingredientes—, pero no está mal que estés acompañada. Un novio te acompañaría, te comprendería... y que mejor que uno con el que compartes la misma pasión. Piénsalo, Beck. Andrew es un excelente partido.
Rebecca puso sus ojos en blanco y siguió jugueteando con las manos, era un habito que no podía cambiar a pesar de que intentara controlarlo. Su madre comenzó a hacer otras cosas mientras sobre la mesada el cuchillo seguía cumpliendo su función. Debía admitir que también le gustaba cuando su hija volvía a casa.
—Madre, ¿Acaso no te das cuenta del motivo por el que Rebecca no quiere a Andrew? —preguntó el menor de los Hollister, Rayan, mientras entraba a la cocina.
Rayan era un chico de dieciséis años, casi diecisiete, que cursaría su último año en Hogwarts. A diferencia de su hermana, él había sido elegido en Gryffindor, al igual que su padre, un empleado del Ministerio.
Él y Rebecca se llevaban bastante bien a pesar de la diferencia de edad. Lograban complementarse a la perfección. Rayan era muy extrovertido, todas las chicas en el colegio se volvían locas por él y, aunque parecía un mal chico, había que admitir que tenía un gran corazón.
—A ver la tontería que dirá ahora —murmuró Beck acomodándose en su asiento.
—Está claro que sigue enamorada de Potter...
Rayan no pudo ni terminar la frase que Rebecca le echó un encantamiento silenciador. Rayan movía los labios, desesperado, pero nada salía de su boca.
—¡Rebecca! ¡Te he dicho que no me gusta que hechices a tu hermano! —gritó la madre muy molesta. Beck le sacó el encantamiento.
—¡Tienes suerte de que aún no pueda usar magia fuera del colegio porque sino...! —amenazó Rayan.
—Mejor cuida tu boquita, hermano, porque aún falta un mes para tu cumpleaños y yo me quedaré aquí por mucho tiempo.
—Ah no, eso no. Cuando Rayan tenga permitido hacer magia dentro de un mes, hablaré con su padre y prohibiremos completamente varitas en esta casa a menos que sean para alguna emergencia. Las cosas allí afuera están difíciles como para que ustedes se pongan a comportarse como idiotas.
Rebecca y Rayan se quedaron en silencio, haciéndose caras para molestarse, pero no volvieron a nombrar la magia.
La madre de los muchachos, a pesar de no ser bruja, tenía una familia de magos y eso requería estar al tanto de todo lo que ocurría en el otro mundo, uno ajeno a ella. Le gustaba que su esposo le contara todas las noticias y secretos que escuchaba en el Ministerio, mientras que cada vez que sus hijos llegaban a casa amaba que le contaran todas sus experiencias, tanto en el colegio como en el quidditch y así sentirse un poco más parte. Debido a esto, estaba al tanto de Voldemort y de todo el séquito que lo seguía. Se sentía apenada por no tener algún poder para proteger a su familia y por eso deseaba con todas sus fuerzas que sus hijos estuvieran lo suficientemente preparados para defenderse ante cualquier eventualidad. Tenía muy en claro que la familia Hollister no era querida por aquel grupo de personas malvadas y eso era culpa de ella, por ser una muggle, pero esos eran pensamientos que no compartía con nadie más.
Por otro lado, Rebecca se había quedado con las palabras de su hermano en la cabeza. Enamorada de Potter, por favor... No podía seguir enamorada de un hombre que estaba felizmente casado con otra y encima tenían a un pequeño niño de un año de edad.
Harry James Potter...
Ese nombre se le había quedado grabado en la mente. Era un nombre precioso y estaba casi segura que James había tenido que ver con eso. Alguna que otra vez habían hablado de nombres para sus hijos, que tontería.
Esa noche, una hermosa lechuza blanquecina, se posó en la ventana de Beck. Ella la reconoció al instante y se sintió feliz al verla. Al fin tenía noticias. Desató lentamente el pergamino de la pata del animal y permitió que entrara un rato para descansar. La lechuza ululó agradecida y se subió al ropero de la rubia, donde esta le dejó un plato con lombrices.
Beck:
¿Cómo te encuentras? Lamento mucho haber tardado tanto en responder, últimamente mis días son muy ocupados y agotadores, pero creo que ya estoy logrando acomodarme.
Respondiendo a tu pregunta: No, no sé nada de los otros. Hace tiempo que perdí contacto. James se encuentra por ahí con Lily y Harry, de vez en cuando logran comunicarse. Sirius no responde mis cartas y si lo hace es muy escueto en sus contestaciones mientras que Peter parece muy ocupado haciendo no sé qué, tampoco responde mis cartas. Creo que sus vidas de adultos los tienen ocupados y el miedo de que el que no debe ser nombrado anda generando. Los entiendo. Me siento igual y estoy seguro que tú también.
Espero que andes con cuidado aunque imagino que toda la Orden te lo ha dicho.
Escuché por la radio tu último partido. Agarrar la snitch luego de veinte minutos es todo un logro, te felicito. Todos los días le pido a Merlín que te acepten en Montrose Magpies porque te lo mereces, Beck.
En fin, sin mucho más para decir, vuelvo a pedirte que te cuides y no te preocupes por tu familia. Todos ustedes son magos increíbles y si se quedan donde están todo esto terminará pronto. Felices vacaciones y ya nos volveremos a ver.
Te quiere, Rem.
Rebecca leyó la carta una y otra vez. Extrañaba mucho a Remus, a Hogwarts y a todo ese ambiente escolar. Ahora debía preocuparse porque su familia esté a salvo y eso la tenía un poco desconcertada y estresada, además que ser parte de la Orden del Fénix tampoco tenía sus privilegios siendo una mestiza.
Pero esa noche, cuando ya estaba preparada para irse a dormir, algo interrumpió su rutina. Una segunda lechuza apareció en su habitación, interrumpiendo el sueño de la de Remus y los pensamientos de la rubia.
Rebecca se asustó apenas vio al ave. La había reconocido también y le parecía raro el horario de llegada.
Era de su mejor amiga.
Hola, Beck. Sé que te estarás preguntando el motivo de esta carta, pero creí que te interesaría saberlo cuánto antes.
Me he enterado de algo. ¿Recuerdas que mi abuela conocía a Batilda Bagshot? Hace poco la encontró en el Valle de Godric, donde ella vive, y comenzaron a hablar sobre todo lo que estaba sucediendo, ya sabes, con el que no debe ser nombrado.
Entre chisme y chisme, Batilda le contó a mi abuela que hay una familia de magos escondiéndose allí, porque tienen amenaza de muerte. Dijo que eran dos muchachos jóvenes con un niño de un año de edad...
¿Aún no te es suficiente? Bien, la anciana dijo que parecían tener un lazo estrecho con Dumbledore y que creía que eran parte de la Orden.
Son James y Lily, Beck, y están escondidos con un encantamiento fidelio, estoy segura.
Y ahora me dirás: ¿Qué me importa, Anna? Bien, no lo sé... sólo que creo que si están juntos en una organización en contra de quien tu sabes y que James y Lily te han salvado la vida una vez... A pesar de haber estado en Revenclaw a veces las cosas te cuestan un poco por eso decidí aconsejarte... de que debes prestar tu ayuda para lo que necesiten. Escríbeles y pregúntales si necesitan algo, que ahí estarás para lo que sea. Ánimo, Beck.
Anna
La muerte de los McKinnon había shockeado a todos los de la Orden. Sin lugar a duda los mortífagos seguían con su plan de reclutar a cuantos pudieran y, lamentablemente, aquellos que no acataban sus órdenes, morían.
Ahora Rebecca se sentía demasiado nerviosa sentada en el sofá de la casa de los Potter, había anotado en su lista mental de tareas que debía de matar a Anna en cuanto la viera porque aquello era lo más estúpido que había hecho en su vida.
—Es igual a ti —murmuró Beck mientras observaba como Harry jugaba con unas burbujas de colores que James había creado para él—, con los ojos de Lily.
Tenía que admitir que aquel niño era bellísimo y que el nudo que la rubia tenía en la garganta se iba haciendo cada vez más intenso.
James se sentía nervioso también. Tener a tu ex en tu casa que compartes con tu esposa y tu hijo no era algo de lo que estaba acostumbrado, por lo que sus manos sudaban bastante, pero Lily sabía cómo manejar la situación a pesar de sentirse un poco apenada también.
—¿Quieres algo para tomar? ¿Un té?
—Claro —respondió Rebecca—. Un té estaría bien.
Lily asintió y tomó a Harry en brazos. Sabía a la perfección que la rubia quería hablar con James, por lo que los dejó solos yéndose a la cocina.
—¿Cómo se encuentran tus padres? —preguntó James sintiéndose un poco más aliviado al no tener a su esposa por ahí.
Beck suspiró.
—Bien, pero están demasiado asustados. Lo de Marlene los dejó devastados. Cada día es peor.
—Tal vez... No lo sé, Beck, pero tal vez deberían ocultarse.
Rebecca negó con la cabeza repetidamente.
—No, James. Todos tenemos una vida que no queremos dejar atrás...
—¿Ah sí? ¿Y tú crees que yo no la tenía antes de esto? ¿Crees que es fácil estar aquí y ni siquiera poder salir porque Dumbledore no se atreve a devolverme mi capa?
El ambiente se tensó con rapidez. James había logrado alterarse con facilidad y eso dejó un poco descolocada a la bruja.
—Lo siento —murmuró el castaño—. Esto es agobiante. Ya no sé qué hacer.
De un momento a otro James parecía destruido. Por fin Rebecca le había dado importancia a aquella ojeras que se ocultaban tras los anteojos y esa aura de desesperación que había por toda la casa.
—No sabes lo terrorífico que es pensar que todo esto podría desaparecer de un momento a otro, que podría perderlo todo —murmuró el muchacho tironeándose el cabello—. Mira a los McKinnon... No creo que quieras lo mismo para tu familia.
—Claro que no, James, pero a mí no me está persiguiendo Voldemort para asesinarme personalmente —dijo Rebecca intentando que entrara en razón—. Yo no tengo un hijo a quien cuidar ni una esposa que me ama. Debes de mantenerte fuerte, es lo único que te queda.
James dudó ante las palabras de su ex novia, pero no fueron lo suficientes para recomponerlo. Probablemente no existía nada que pudiera hacerlo un poco más dichoso. Rebecca empezó a jugar con sus dedos.
—He atrapado una snitch en veinte minutos en mi último partido contra Pride of portree —comentó la rubia intentando distraer a James. Tal vez si le hablaba de quidditch se sentía un poco mejor.
El hombre sonrió de costado. Había funcionado.
—Lo he oído. Casi te tiran de la escoba tres veces.
—Y he seguido intacta, ¿Eso lo has escuchado?
—¿Acaso crees que esperaría menos de la famosa Hollister? Por favor, Beck —dijo con un mejor ánimo James. Rebecca rió—. Eso sí, espero que me lleguen boletos gratis para el mundial que viene.
—¡Ah, James! No me hables de eso, falta demasiado... Ni siquiera sé si lo lograré.
—¿Te estás escuchando? Por favor, Rebecca... Me arriesgo a decir que eres de las mejores buscadoras en la liga actual. Está claro que aprendiste mucho de mí en el colegio.
Rebecca echó una carcajada. James la miró divertido.
—Por favor, Potter. Aún recuerdo el último partido. Ni siquiera lograste verme a mí.
James miró atentamente a Rebecca con una sonrisa estúpida. Aunque habían pasado varios años, Hollister seguía siendo muy bella y James, aunque estuviera enamorado de Lily y tuvieran una familia hermosa, debía aceptar que la muchacha siempre iba a ser algo precioso en su vida.
—Te dejé ganar, Beck. Pensé que había sido obvio.
—¿Por qué ibas a dejarme ganar? Si siempre competimos.
James dudó en responder, pero al final bajó la voz y dijo:
—Porque debía de cumplirte un deseo y realmente esperaba alguna maldad para poder sentirme bien conmigo mismo luego.
La muchacha se acomodó en el sofá un poco asombrada por lo que James acababa de confesarle. Recordaba aquel día como si fuera ayer.
—No me dijiste lo que esperaba, pero espero que estés feliz por habértelo cumplido.
—Supongo que lo estoy. Lo hiciste mejor que lo que esperaba.
Lily volvió con Harry en brazos y una bandeja flotante con tres tazas y la tetera detrás de ella. Por un momento Rebecca se sintió mal por haberse olvidado por completo de la presencia de la pelirroja, pero intentó concentrarse nuevamente en el motivo por el que había venido. Ofrecer ayuda.
La pareja agradeció el gesto de la rubia, pero dijeron que ya tenían todo lo que podían y que Dumbledore era de gran ayuda —James no parecía muy de acuerdo, claro—. La tarde se pasó muy rápido y la noche comenzaba. Era el horario perfecto para aparecerse por el vecindario de Beck sin que ningún muggle se diera cuenta, así que se apresuró para retirarse.
—Gracias por haber venido, Rebecca. Ya nos volveremos a ver —dijo Lily con una sonrisa. La rubia le asintió y vio como se marchaba escaleras arriba dejando nuevamente solos a los ex novios.
—Lo mismo que dijo Lily, de verdad —murmuró James mientras se acercó a la puerta. Beck acomodó su abrigo.
—Si estuviera en tu lugar me gustaría saber que se preocupan por mí —dijo la muchacha parándose frente a James—. Cuídate, ¿sí? Cuídalos a todos.
—Claro que lo haré —respondió mirándola fijamente a los ojos—. ¿Puedes prometerme algo?
Rebecca frunció el entrecejo, pero asintió.
—Puede que suene raro, pero no quiero perderte, Beck, no de nuevo. Protégete. Hazme caso.
Rebecca abrazó con fuerza a James. Fue simplemente un impulso que luego agradecería haberlo tenido. Las manos temblorosas de Potter acariciaron con nerviosismo el cabello de la chica, pero contento por volver a sentir aquel aroma tan característico que desprendía su ropa.
Costó separarse luego, pero Rebecca tomó aire y habló:
—Adiós. Hablamos después. Que tengas un feliz Halloween.
—Igualmente.
La rubia salió de la casa y, con la mirada de James sobre ella, desapreció en la oscuridad.
La noticia había golpeado en su cabeza como un ladrillo. No podía comprender lo que Dumbledore acababa de decirle en su despacho de Hogwarts. No tenía sentido alguno, no podía ser real. Si ella misma los había visto hacía una semana. No podían estar muertos. Ahí había un error.
—¿Cómo? ¿Cuándo? ¡Dígame que no es cierto!
Rebecca empezó a entrar en pánico ante la mirada de seriedad de Dumbledore. Estaba claro que no mentiría con algo así, jamás. No era posible.
—Han muerto esta misma noche, Rebecca. Fue el mismo Voldemort el que lo hizo.
—¡No tiene ningún sentido, Albus! Por Dios, ¿Qué es lo que estás diciendo?
Todo tipo de respeto se había perdido. No existía. Rebecca no podía estar pensando en el respeto cuando le acababan de decir que el amor de su vida y su esposa acababan de ser asesinados en su casa cuando estaban tan bien protegidos...
—¿Quién lo hizo? —preguntó enfrentando a Dumbledore—. ¿¡QUIÉN ERA EL GUARDIÁN DEL SECRETO!?
Beck podía asegurar que era alguien de la Orden y estaba segura que iría en su busca para asesinarlo con sus propias manos. Maldito traidor.
—Sirius Black.
El mundo de Rebecca cayó abajo por segunda vez. Tenía que estar en un sueño aunque ni en sus peores pesadillas Black podía traicionar a su mejor amigo.
Todo el despacho empezó a girar a su alrededor. Se sentía horriblemente mal. La cabeza empezaba a doler por intentar comprender lo incomprensible. Tenía que caer en la realidad. James Potter estaba muerto y ella nunca más volvería a verlo sonreír.
—¿Qué pasó con él...? Con el niño, con Harry.
Dumbledore acomodó sus anteojos de medialuna y suspiró.
—Hagrid lo ha ido a buscar. Lo hemos dejado en la casa de la tía. Allí estará protegido.
Rebecca se dio cuenta que había empezado a llorar porque cuando miró a Dumbledore se veía completamente borroso.
—¿Con la tía? ¿Qué tía? No puede estar hablando de la hermana de Lily... No puede... ¡Son muggles! ¡Ni uno de ellos tiene magia! ¿Y usted pretende que un niño que quiso ser asesinado por Voldemort puede estar protegido en la casa de muggles? ¿En qué está pensando, Profesor? Usted sabe que siempre lo he defendido, pero esto...
—Pero esto es lo indicado. Hay tantas cosas que no puedo contarte ahora, Rebecca, cosas que ni yo sé explicarme a mi mismo aún.
Rebecca se quedó mirando a Dumbledore una vez más y las lagrimas comenzaron a salir como si de duchas se tratasen. El dolor que sentía en el pecho era insoportable.
—Puede que esto llegue a interesarte y hacer que el dolor, que te está quemando ahora mismo, se calme un poco.
El anciano le estiró a la muchacha un pergamino escrito hasta la mitad, con una letra que ella reconoció y el aliento se le quedó perdido por ahí.
—Hagrid lo encontró a lado del cuerpo de James. Creyó que podrías quererlo.
Hollister ya no escuchaba al profesor. Sus manos temblaban ante el tacto de aquel pergamino que James había escrito minutos antes de morir, antes de ser asesinado. Era la contestación de la carta que Rebecca le había mandado hacía dos días.
Hey, Beck
Primero vuelvo a agradecerte por haber venido a ofrecer tu ayuda. Lily y yo estamos muy agradecidos y Harry también. La snitch de juguete parece encantarle. Entre tú y Sirius lo harán un verdadero fan del quidditch. Estoy seguro que cuando todo esto acabe y tú estés en el equipo nacional él tendrá pósters tuyos en la pared de su habitación, y si no lo hace lo obligaré a hacerlo, lo prometo.
Por otro lado, quiero decirte que me alegra haberte visto luego de un año y que, aunque nuestros encuentros en la Orden no eran del todo agradables, me hacía feliz verte un rato. Siempre tan radiante como sólo tu sabes serlo.
Y, estoy seguro que pondrás los ojos en blanco cuando leas esto, pero... ¡Me encanta la pareja que haces con Andrew Brown! Todos los canales sospechan de su romance y a mí
¿Y a él qué?
Una lágrima manchó el pergamino y la tinta se esparció.
El corazón de Beck se achicó demasiado, tanto que ella sintió como dolía y ardía. No podía tener sentido. Se negaba rotundamente a caer en la realidad que él, que James Potter no estaba más en esa tierra, que ella ya no podría recibir un mensaje de él, una caricia, una sonrisa, una palabra. Se arrepentía de haber perdido tanto tiempo en volver a tener contacto con él y de haber negado el amor que le tenía. ¿Qué sentido tenía no aceptarlo ahora? Seguía enamorada de James y estaba segura que ese amor jamás desaparecería.
Jamás, incluso trece años después, cuando los ojos verdes iguales a los de Lily se cruzaron con los de ella en el mundial de quidditch, demostrando curiosidad cuando su amigo pelirrojo casi se desmayaba por pedirle un autógrafo a aquella mujer rubia que parecía anonadada por verlo.
—¡Harry! —gritó el chico de pecas—. ¡Ella es Rebecca Hollister! Buscadora de Inglaterra.
—Un gusto, Harry —saludó la rubia.
El muchacho la escudriñó con la mirada. Sin duda era la figura en miniatura de James Potter.
Buenooo, uno larguito. Es un pedido que me dieron hace una banda y bueno, me copaba la idea pero no sabía muy bien como resolverla. Espero que les haya gustado.
Cualquier cosa pueden ir al apartado de pedidos para sugerir algo y con gusto lo leeré y si tengo imaginación y ganas lo escribo jujusss
los tkm