La Reina de los Ángeles Caídos

By Croqueta_de_jamon7

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Se aproxima la guerra entre el cielo y el infierno. Lucifer y sus seguidores, los vampiros, planean batallar... More

Capítulo 1. El gran descubrimiento
Capítulo 2. La investigación
Capítulo 3. Vivir en la celda
Capítulo 4. Reencuentro
Capítulo 5. Historias que acaban mal
Capítulo 6. La fuerza del Ángel
Capítulo 7. La oscura seducción
Capítulo 8. La dureza de la batalla
Capítulo 9. La fuerza mayor está en el amor
Capítulo 10. Mujer de armas
Capítulo 11. Una gran amistad
Capítulo 12. El deseo
Capítulo 13. La búsqueda
Capítulo 14. Encuentro desafortunado
Capítulo 15. La furia de la valentía
Capítulo 16. Vampiros del demonio
Capítulo 17. El infierno
Capítulo 18. Amores que matan
Capítulo 19. El dolor de la traición
Capítulo 20. Celdas para ángeles
Capítulo 21. Al diablo con todo
Capítulo 22. El dolor de la seducción
Capítulo 23. Miedo a lo desconocido
Capítulo 24. Todo es una pesadilla
Capítulo 25. Alma de hielo
Capítulo 26. La pasión
Capítulo 27. El dolor de la muerte
Capítulo 28. Un ángel nuevo
Capítulo 29. Las secuelas del infierno
Capítulo 30. Invocar a un ángel
Capítulo 32. El tercer ángel
Capítulo 33. La espada Rayo de Luz Azul
Capítulo 34. Hambre vampírica
Capítulo 35. En busca de la espada perdida
Capítulo 36. Decepciones
Capítulo 37. La paz nunca fue una opción
Capítulo 38. Espada Ras Alhague
Capítulo 39. La batalla final
Epílogo

Capítulo 31. Lo hemos conseguido

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By Croqueta_de_jamon7

"Y si hablamos de infiernos, tú siempre fuiste la salida de emergencia al cielo" (David Sant)

El rostro de Anastasia estaba transido de agotamiento, se había quedado sin fuerzas pero hizo todo lo posible por ir junto a su hermana. Sentía su cuerpo como si todos los huesos se hubiesen roto como un cristal. Sostuvo a Epiphany sobre sus brazos, aún respiraba pero necesitaba descansar. Paseó la mirada por la estancia para encontrar a Alastair. Vio que estaba tirado como si fuera un despojo y no se movía. Apoyó despacio a su hermana en el suelo para salir corriendo hacia él. Dio la vuelta a su cuerpo dejándolo boca arriba, tenía la cara llena de heridas y moratones, como si le acabaran de dar una paliza. Pasó su mano por su pelo, dejó que un par de lágrimas cayeran por su rostro.

-Te dije que eres más fuerte de lo que pensabas, solo tenías que confiar en ti- apuntó con una expresión de satisfacción y alegría.

Anastasia le miró asombrada y le abrazó con fuerza. Alastair se levantó del suelo y entre los dos, sacaron a Epiphany de allí.

Todos estaban agotados, habían gastado mucha fuerza ayudando a la chica y necesitaban un descanso. El ángel se estaba recuperando lentamente, su poder de sanación no funcionaba tan rápido como otras veces cuando tenía la energía bajo mínimos, pero era cuestión de tiempo que estuviera bien del todo. Anastasia era la que más necesitaba descansar, pero no hizo ni el amago de sentarse un momento. Su mayor preocupación era el bienestar de su hermana y Alastair, echarse a dormir un rato no era buena idea, en cualquier momento alguno de los dos podría necesitar su ayuda y tenía que estar preparada. Contemplaba a Epiphany dormir encima de su cama, había caído rendida pero se la notaba tranquila después de sacar todo el mal que se había implantado en su interior. Ya no tenía cara de temor ni su cuerpo temblaba, por fin descansaba con calma y en paz después de tanto tiempo. Parecía una muñequita de porcelana, sus largas pestañas creaban una pequeña sombra debajo de los ojos y sus labios estaban un poco curvados hacia arriba, como si estuviera sonriendo. Anastasia le acarició el pelo suavemente para que no se despertara, por fin la tenía de vuelta.

Alastair la agarró por la cintura y besó su hombro. Ella puso sus manos sobre las de él, después se apoyó en su pecho.

-Has sido realmente valiente- dijo orgulloso.

-He hecho lo que cualquiera haría por sus seres queridos, no tiene ningún mérito- Alastair le agarró del brazo y le giró hacia él.

-No, no todo el mundo arriesgaría su vida por otra persona. Hay gente que tiene demasiado miedo a morir como para ni siquiera intentarlo. Pero tú has traspasado esa barrera y los has hecho sin pensarlo, te has guiado por tu corazón- su tono era serio, pero un pequeño brillo apareció en sus ojos.

Anastasia le abrazó, poniendo su cabeza entre el hueco de su cuello y el hombro. El ángel notaba su aliento cálido sobre la piel y le empezaron a temblar las manos. La chica se apartó un poco, empezó a recorrer su cuello con los labios. Alastair la cogió y se sentó en una silla, con ella encima. La rubia siguió con lo suyo, hasta llegar a su cara, que la llenó de pequeños besitos. El ángel se lanzó a ella y la mordió la barbilla mientras intentaba quitarle la camiseta, pero esta le apartó.

-Quieto, mi hermana puede despertarse en cualquier momento- le agarró las manos para que no las llevara de nuevo a su camiseta.

-Entonces, te besaré hasta que despierte. Y seguramente esté dormida varias horas- la besó sin parar, hasta quedarse sin aliento e hinchar sus labios. Como si cada momento que pasaran juntos fuese el último, porque dado como estaban siendo sus vidas últimamente, cualquier día podría ser el final. Y no querían desperdiciar ni un segundo, estar tan cerca de la muerte hacía que sus ganas crecieran.

Media hora después, Anastasia se encontraba acurrucada en los brazos del ángel, como si fuese un bebé. Se había quedado dormida y Alastair la tumbó en la cama al lado de su hermana. Le pareció una imagen tierna, aquella otra chica también se convertiría en su prioridad. Anastasia se jugaría la vida las veces que hiciera falta por ella y él no sería menos. Era importante para su novia y haría lo que fuera porque aquella chica rebelde estuviera feliz.

Después de dormir toda la tarde, las hermanas se levantaron con hambre. Anastasia llevó a su hermana a dar una vuelta para que viera el Reino de los Cielos y así que también pudiera conocer a Aislynn, ella saciaría su hambre con sus deliciosos bollos. Eso pasó. Fueron a verla a su casa, esta recibió a ambas con los brazos abiertos. Se quedó paralizada al poder contemplar el bello rostro de aquella chica morena sin sangre o heridas. Por fin tuvo tiempo de observarla con detalle, era espectacular. A Epiphany le sucedió algo parecido. Fue como si un rayo de luz atravesara sus ojos al ver la dulce sonrisa de aquella chica, parecía tan encantadora. Pero rápidamente salió de su ensoñación, Aislynn empezó a hablar con ella. Era una chica bastante curiosa y aunque seguramente a otra persona no la habría contado nada, con ella no podía evitarlo.

Estuvo preguntando cómo había pasado todo ese tiempo con los vampiros, si la trataban bien o eran igual de repelentes que la última vez que estuvo con ellos. Preguntó cómo estaban los ánimos después de la muerte de Alöis, contó que para ella también era duro, porque tiempo atrás fueron grandes amigos y aunque acabaran mal, tenía grandes recuerdos junto a él, por lo que le guardaba un cariño especial. Dejó a un lado la nostalgia y sacó una bandeja llena de bollos de distintos sabores: crema, chocolate, nata, caramelo... Tardaron poco en echar la mano para coger uno. Todos eran caseros, Aislynn era una apasionada de la repostería y siempre tenía algo preparado por si recibía alguna visita o se encontraba con su amiga.

-Eres igual de guapa como te describió tu hermana. Tendrías que escucharla hablar de ti, realmente te adora- comentó mientras dejaba en la mesa un par de tazas de chocolate.

-También tengo que decir que Anastasia es una exagerada. Tampoco soy para tanto- dijo mientras mojaba el bollo de crema en el chocolate y le daba un bocado.

-No te emociones, si hablo bien de ti es porque nadie más lo hace- contestó riendo.

Las otras dos chicas también rieron y siguieron comiendo. Olía muy bien en aquella casa, igual que una panadería. Todo estaba muy recogido y limpio, los colores tanto de las paredes como de los objetos que había, eran muy vivos. Todo era acorde a la personalidad de Aislynn, pensó Anastasia.

Terminaron de merendar, ayudaron a recoger las cosas y salieron a la calle mientras el ángel cogía su diadema de flores. No solía salir de casa sin ella, fue un regalo de su abuela en su quinto cumpleaños. Hizo una pequeña para esa edad y otra más grande, para que cuando creciera, pudiera ponérsela. Era preciosa, Aislynn se sentía guapísima con ella, además de traerla bonitos recuerdos. Cerró la puerta con llave y se fue junto con las otras dos chicas. Epiphany miraba su forma de actuar, era guapa, dulce y muy alegre. Transmitía simpatía, era el tipo de persona que cae bien a todo el mundo. Con su diadema de flores, parecía adorable. En ese momento recordó a Nilsa, todo lo contrario a aquella chica. También era guapa y buena, pero su aspecto intimidaba más, tenía estilo de chica mala, una personalidad de puro fuego, con un carácter duro a veces. Aislynn era ese tipo de persona a la que tendrías como mejor amiga, la cuidarías y la confiarías todos tus secretos. En cambio, la vampira era para que hiciera contigo lo que la diera la gana y sin duda dejarías que te llevara al mismo infierno si ella así lo deseaba. Sintió calor en su vientre al recordarla con su vestido rojo pegado al cuerpo como si fuera una segunda piel y sus movimientos de cadera al andar. Era una mujer realmente sexy que hacía perder la cordura a cualquiera.

-Supongo que para ti será más difícil ocupar tu corazón con esa gente, ¿no?-preguntó Aislynn curiosa.

Epiphany salió de sus pensamientos, volviendo a la realidad.

-¿Eh? No, qué va. He conocido a alguien y ahora somos pareja- contestó nerviosa.

-No me digas que es ese estúpido de Drayce. Con todos mis respetos, pero es odioso. Y mira que es difícil que alguien me caiga mal, siempre intento conocer a la gente a fondo. Pero él me transmite mal rollo, no me gusta-inquirió con una mueca despectiva. Epiphany rió.

-Para nada, él... no me gusta. Estoy con Nilsa, la vampira pelirroja- una pequeña sonrisa se dibujó en su cara.

-Vaya, esa chica es preciosa, seguro que hacéis una pareja genial. Te admiro, debe ser peligroso activar el lado sexual de los vampiros y más con esos colmillos afilados, que parece que te van a rajar la piel- enseñó sus dientes, intentando imitarlos.

Las dos hermanas se echaron a reír tras el comentario. Epiphany desvió la mirada hacia el suelo mientras daba patadas a una piedra según iban avanzando.

-Qué va, por ahora lo controla bastante bien- contestó.

La conversación murió ahí. Aislynn tenía curiosidad por saber más cosas, pero no quería incomodar a su nueva amiga. Empezaba a anochecer y se veían a pocos ángeles por el camino. Los más pequeños corrían hasta sus casas para cenar e irse a dormir temprano. Epiphany se sorprendió de lo normal que era todo allí, se sentía como si estuviera en la Tierra pero con unos paisajes más bonitos. Se sentaron en un trozo de césped, intentando no aplastar las margaritas que crecían entre la hierba y observaron cómo el color del cielo iba cambiando con el paso de los minutos. Anastasia encontró algo de calma en aquella tarde, estaba en un lugar precioso junto a su hermana y su amiga, incluyendo también a su chico, que estaría por ahí cumpliendo con algún trabajo. Echaba de menos a su familia, pero podría considerar eso como si se hubiera mudado un tiempo a otro país para conocer el idioma o estudiar, con la tranquilidad de que volvería. Aunque eso no lo tenía claro del todo, de hecho sabía que era improbable. Estaba más cerca de la muerte que de su casa, pero no quería pensar en ello.

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