Taehyung estaba evitando a Jungkook.
No era su imaginación o un malentendido, el tigre de verdad se rehusaba a hablar con él. O, al menos, como lo hacía antes. En una semana, su relación había retrocedido tanto que Jungkook empezaba a cuestionarse si en realidad alguna vez habían sido amigos. Lo único que calmaba su confusión era que Jimin y Yoongi estaban igual de desconcertados que él.
Ya no había llamadas de media tarde, ni pijamadas repentinas. No había mensajes con imágenes chistosas o fotos de posibles outfits. Ni siquiera alguna reacción a las selfies que subía, ni sus característicos comentarios de: "Te besaría completo, campeón".
Las pocas veces que habían coincidido, Taehyung se limitaba a entablar una conversación casual con una sonrisa vacía, pero evitaba cualquier otro tema de conversación y hasta el contacto físico. Su rostro tampoco revelaba nada, ya que era una fina máscara de indiferencia y cortesía, pero nada más.
Ni siquiera Yoongi sabía lo que ocurría. Había intentado sacarle algo de información en repetidas ocasiones, pero su amigo no decía mucho, salvo que se sentía avergonzado por lo ocurrido una semana atrás, en donde había perdido la razón y había dejado que su tigre tomara el control.
Jungkook se había acercado a él para decirle que todo estaba bien, que entendía perfectamente que sus instintos habían tomado el dominio total de su cuerpo, pero Taehyung solo se había hundido de hombros, luciendo perfectamente igual a como si le hubiera hablado del clima y no de algo tan importante.
« Taehyung no te ve como su presa... Te ve como su compañero.»
Yoongi había dicho algo así en aquella ocasión, pero, vamos, ¿qué tanto sabía él? Tal vez también era un felino-y su mejor amigo-pero no era un tigre como Taehyung y definitivamente no había estado ahí todas las veces en las que el hombre marcó la distancia entre ellos. Taehyung se había encargado de dejarle muy en claro que sólo eran amigos y que, además, era tan recto como una flecha.
Jungkook ya lo sabía: Su amigo estaba en un lugar muy lejano a él. Un lugar que, aunque se pusiera de puntillas, jamás iba a alcanzar. Taehyung era una estrella que a él le gustaba mirar, pero que no podía tocar. Y eso había estado bien para él.
Aunque, si tenía que ser sincero consigo mismo, aquellas palabras habían dejado estragos en él y no había podido evitar que la cruel esperanza se adueñara de su corazón y echara raíces ahí mismo. Una parte de él quería ser egoísta y aferrarse a ellas, ya no tener que contenerse como lo había estado haciendo desde hacía tiempo.
Ya no quería ocultar que estaba enamorado de Taehyung.
No sabía en qué momento había pasado, si había sido a inicios de su amistad o en los días recientes, si había sido después de todas esas noches que durmieron juntos o cuando Taehyung le ronroneaba los buenos días. Tal vez había sido después de esa noche en que lo recibió con la cena lista después de un día cansado o cuando lo escuchó llorar mientras le contaba que un león había tratado de cazarlo a las afueras de su trabajo. Quizá había sido por culpa del lunar que tenía en la nariz o por su ojo ligeramente más grande que el otro, por sus dedos largos y fuertes o por su voz profunda y cálida que pronunciaban con cariño su nombre.
Jungkook no sabía y no le importaba, pero ya no podía seguir negándose a la realidad. Por mucho que le hubiera insistido a Jimin- y a él mismo- que lo suyo con Taehyung no era nada más que una bonita amistad, su loco y tonto corazón había decidido ignorar los peligros de estar con un depredador y había caído rendido por él.
Como conejito se sentía feliz a su lado porque el hombre le daba seguridad y calma. No tenía la imperiosa necesidad de salir huyendo escaleras arriba ni de mostrar sus dientes en señal de pelea. Lo único que deseaba siempre que estaba con él era acurrucarse a su lado y recibir mimos y muchas lamidas. Ni siquiera la persecución que habían tenido días atrás había logrado asustarlo, su conejo quería a Taehyung. Él quería a Taehyung.
Pero el hombre en cuestión no lo quería a él.
Yoongi no necesitaba pedir explicaciones, ni Jimin necesitaba consolarlo. Ni siquiera Taehyung necesitaba disculparse. Jungkook era muy consciente de todo lo que pasaba y odiaba que sus amigos sintieran lástima o compasión por él. No era la primera vez que le rompían el corazón, no era la primera vez que lo rechazaban, ¿cual era el problema en todo ello? No iba a rogar, ni a enojarse con Taehyung por no quererlo. No era tan inmaduro.
Sin embargo, lo que sí podía era sentirse molesto por ser ignorado. Podía sentirse lastimado como los amigos que se suponía que eran. El tigre siempre se jactaba de hablar de frente y con la verdad, entonces, ¿qué era lo diferente esta vez? ¿Por qué huía de él? Jungkook no tenía respuestas, pero decidió no darle más vueltas y dejar el asunto ahí. No iba a buscarlo, ni iba a emborracharse o a llorarle a nadie. No estaba en edad de hacer berrinches.
Lo único que esperaba era que Taehyung se diera cuenta de su cabezonería y arreglara lo que estuviera mal con él.
Taehyung tenía miedo de afrontar la realidad y, por eso, había estado evitando a Jungkook.
Había pasado una semana desde que su tigre había tomado el control, pero él todavía podía sentir los estragos de su lado animal. Podía hasta verlo. Toda su casa era un caos de rasguños y destrozos. Sus almohadas estaban roídas, sus sillones, rotos en tiras, su cabecera estaba mordisqueada y su ropa, amontonada en forma de nido.
Su tigre se encontraba en la superficie todo el tiempo, esperando pacientemente para salir a marcar su territorio. Su falta de autocontrol había llegado a tal grado que se había visto en la necesidad de tomarse unas largas vacaciones en el trabajo para evitar cualquier accidente, lo que, obviamente, le avergonzaba.
La última vez que le había ocurrido algo similar había sido a los seis años. En aquella ocasión, había ido de excursión con su madre a la montaña precisamente para aprender a controlar a su tigre. Las primeras horas todo había ido de maravilla. Había perseguido a un par de mariposas y se había zambullido en un riachuelo.
Sin embargo, para cuando comenzó a sentir hambre, sus instintos empezaron a tomar fuerza.
Aún recordaba a su mamá diciéndole que él era más fuerte que su lado animal, que pensara con la cabeza y no con las patas, pero, aunque en un principio la voz conocida le había logrado calmar, cuando una pobre liebre cruzó camino con ellos, él había salido disparado a cazarla. Lo siguiente que supo fue que despertó dos horas después en el asiento trasero del auto familiar, con un fuerte sabor metálico en la boca y con marcas de rasguños en los brazos.
Su madre jamás había querido decirle qué pasó con la liebre, lo cual agradecía porque era algo que, simplemente, no quería saber y que no podría procesar. De sólo recordarlo y pensar que algo similar le hubiese podido pasar a Jungkook, se llenaba de miedo y rabia.
Esa falta de autocontrol lo había orillado a ya no llamar al chico por las tardes, ni a recibirlo en su casa por las noches. Ya ni se atrevía a usar su celular porque sabía que irremediablemente buscaría contactarse con él o se torturaría viendo las fotos que subía a sus redes.
En las pocas veces que lo había visto en persona, su tigre había intentado salir para saltar sobre él, por lo que se había obligado a trazar una severa línea entre ellos. Era consciente del desconcierto de todos, pero no podía expresar en palabras esa inseguridad que estaba sintiendo. Ni siquiera con Yoongi se había atrevido a abrirse. A lo mucho había logrado decirle que se sentía avergonzado por lo ocurrido en la piscina, pero hasta ahí había llegado su valor.
Jungkook se había acercado a él para decirle que todo estaba bien, que entendía perfectamente que sus instintos hubieran tomado el dominio total de su cuerpo, pero Taehyung estaba seguro de que no se imaginaba ni una cuarta parte de lo que estaba sintiendo de verdad. "Quiero marcarte, Jungkook" era algo que no se decía a la ligera ni con frecuencia.
« Taehyung no te ve como su presa... Te ve como su compañero.»
Esa era la otra cuestión que lo estaba torturando. Taehyung había perdido el control de su mente y su cuerpo, pero todavía podía recordar las palabras de su mejor amigo. ¿Su tigre no veía a Jungkook como su presa? ¿Entonces cómo explicaba esa necesidad de comérselo de un solo bocado? Presa se acercaba más a cómo se sentía.
Al menos, podía decir que ya no estaba de mal humor. Su estado de ánimo no era el mejor, pero ya no estaba enojado todo el tiempo. Ya que no iba a trabajar, veía televisión hasta tarde o simplemente tomaba el sol en el techo de su casa. Lo lamentaba por su vecino que era un cambia forma de sambhur, pero la actividad lo adormecía y calmaba sus ansias por salir a cazar a cierto conejo que había hecho una madriguera dentro de su mente.
Por desgracia, tuvo que romper su nueva rutina cuando Yoongi apareció en su casa con un enorme pastel de carne y botellas de leche. Olía muy bien, por lo que Taehyung bajó del techo motivado por el hambre. Su mejor amigo estaba esperándolo en la sala.
—Taehyung, estás deprimido y hueles mal —fue lo primero que dijo Yoongi, se veía mucho más chiquito de lo que recordaba; Taehyung pensó que quizá se debía a que como tigre solía verlo todo más pequeño— ¿Qué has estado haciendo todo este tiempo?
Un gruñido fue su respuesta más sincera. No tenía ganas de escuchar regaños o algún llamado de atención. Lo único que quería era recibir mimos, así que caminó hacia su amigo y rodó en su forma de animal, exigiendo caricias en su panza.
—Ya, grandulón, deja de comportarte como un cachorro—Yoongi se quejó, pero se sentó en el piso con las piernas abiertas para que el tigre se echara sobre ellas—. Necesito hablar con mi mejor amigo, ¿me das tiempo?
Taehyung no hizo caso de su petición, pero sí se acomodó encima de su amigo. Yoongi le pasó las manos por el pelaje y suspiró.
—Nunca te había visto tan confundido—volvió a hablar, con un tono cariñoso y una mirada comprensiva—. ¿Es por lo que dije de Jungkook? Vamos, no es tan malo. Pude haberme equivocado, no tienes que tomarte todo tan a pecho—Yoongi negó—Jungkook está triste también. No es justo que lo trates así. Está bien si quieres mantener la distancia, pero tienes que hablar con él primero. ¿Te gustaría que hiciera lo mismo contigo? ¿Cómo te sentirías si de pronto un día te tratara como lo estás tratando?
—Seguramente lloraría—Taehyung finalmente habló. Se había convertido en humano porque no soportaba la idea de no defenderse o de explicarse, aunque no encontrara las palabras para hacerlo—. Sé que no lo estoy haciendo bien, pero tengo miedo.
— ¿Miedo de qué?
Taehyung titubeó.
—No lo entiendes, Gi.
—Ayúdame a entender, porque no sé qué decirle a ninguno de los dos.
— Uh... ¿Has hablado con él?
—No mucho, El conejo ha estado muy ocupado, y... Sabes que es Jimin quien va a verlo.
Taehyung se quitó de las piernas de Yoongi y se acomodó enfrente de él. Se llevó las manos hacia el cabello y apretó las hebras con frustración. En su rostro se reflejaba toda la maraña de emociones a las que no podía darle forma.
—Sé que estoy siendo un idiota, Yoongi—dijo con precaución—. Sé que estoy siendo el personaje cliché que arruina todo por ser un egoísta testarudo, pero dame algo de compasión, no sé qué hacer con todo esto. Es nuevo para mi.
— ¿Qué es lo nuevo para ti, Tae? —Yoongi se acercó a él para tomarlo de las muñecas y así evitar que siguiera lastimando su cuero cabelludo—. Vamos por partes. ¿Estás confundido? —su amigo negó— ¿Tienes miedo?
—Tú dijiste que mi tigre lo ve como su compañero—dijo, titubeante—, ¿pero es verdad? Perder el control para mi fue... No sabes lo que fue. Soy un tigre, Yoongi. Me gusta cazar.
—Creo que eso me queda bastante claro, Tae, Tae. Siempre he sabido sobre tu naturaleza, incluso Jungkook lo sabe, ¿tienes miedo de lastimarlo?
—Tengo miedo porque me gustó la sensación de cazarlo.
Ahí estaba. Una vez dicho, Taehyung descubrió que no era tan difícil de aceptarlo. Por supuesto, tenía miedo de lastimarlo, eso era un hecho, pero tampoco podía ignorar las sensaciones que había tenido mientras corría detrás del chico, de estar atento a cada uno de sus pasos y de perseguir su aroma. Había sido... No quería ni describirlo.
Por suerte, Yoongi no le dedicó ningún gesto repulsivo ni de lástima.
—Sé que no es fácil, no tienes que solucionarlo ahora—comentó, todavía sosteniendo sus manos—. Sólo te pido que hables con él, al menos por teléfono, ¿está bien? Explícale que estás teniendo problemas contigo mismo.
— "¿No eres tú, soy yo?" ¿En serio, Yoongi?
Taehyung fue a ver a Jungkook esa misma tarde. Ni siquiera había tomado una ducha como le había recomendado Yoongi y ni había arreglado su cabello, pero al menos se había cambiado de ropa por una limpia. Todavía se veía deplorable, pero esperaba que el conejo no reparara en su apariencia sino en lo que iba a decirle. El problema seguía siendo, "¿qué iba a decirle?"
Cuando Jungkook abrió la puerta finalmente, Taehyung vio con cierto alivio egoísta de que al menos no era el único desastre mal vestido. Su amigo usaba pants holgados y una camisa blanca con una mancha en medio de lo que parecía ser café seco.
—Bonita la forma en que apareces—dijo el conejo con un deje burlón, pero se hizo a un lado para dejarlo pasar, a pesar de su postura hostil—, perdóname, pero siento algo de satisfacción por verte así de mal.
Taehyung se hundió de hombros y escondió sus manos dentro de los bolsillos de su pantalón.
—Sé que he sido un idiota—respondió. No tenía caso irse por las ramas cuando los dos sabían sobre la urgencia de hablar sobre lo qué ocurría entre ellos.
—Es bueno que no sea yo quien te lo diga.
—Mi tigre te quiere.
Jungkook cerró los ojos y apretó los labios. Para ese momento, ya estaba sentado detrás de la isla de su cocina, como si no quisiera estar cerca del tigre.
— ¿Y tú? ¿Tú me quieres, Taehyung?
—Como un amigo—la respuesta se sentía vaga y pesada entre ellos, pero ninguno hizo afán de ahondar en ella.
—Está bien—contestó Jungkook, desviando el rostro hacia otro lado—. No pasa nada.
El tigre se acercó hacia él, casi con prisa.
—Pero sí pasa.
—Bien, ¿pero qué quieres que haga? ¿Rogarte?
— ¿Rogarme? ¿Por qué habrías de rogarme? —Taehyung ladeó la cabeza en confusión. Sus ojos habían cambiado peligrosamente por los de su felino interior.
Jungkook trastabilló nervioso cuando descubrió que estaba siendo acorralado.
— ¿No lo sabes, Taehyung?
Ya que lo pensaba bien, Jungkook tampoco había hablado de sus sentimientos. Su amigo había ido a pedirle disculpas por la manera en la que se había comportado en los últimos días, sí, pero porque creía que estaba siendo un pésimo amigo (y bien, sí que eran sólo amigos, pero en la mente de Jungkook había un "nosotros"). Taehyung no estaba ahí porque creyera que Jungkook estaba sufriendo un mal de amores.
La realización le hizo sentirse asqueado consigo mismo.
—Jungkook, no sé absolutamente nada—la voz de Taehyung salió grave y aterciopelada; su rostro estaba muy cerca del suyo—. ¿Y me preguntas si sé por qué habrías de rogarme? He estado comiéndome los sesos toda esta semana, tratando de darle respuesta a todo lo que no sé, ¿en qué nos deja esto?
A diferencia del incidente pasado, esta vez Jungkook se sintió por primera vez como una presa temblorosa.
—Estás molesto conmigo—podía sentirlo. Había tensión en el cuerpo de su amigo—. Eso seguro que debes de saberlo.
El más alto parpadeó repetidamente, saliendo de su trance salvaje y dándose cuenta de pronto de la proximidad entre ellos. Con lentitud, tomó distancia y exhaló sonoramente.
—No contigo. Por eso vine a verte. No quiero que te hagas ideas equivocadas.
—Lo siento, pero es que ya me he hecho muchas ideas—Jungkook soltó el aire que había guardado en sus pulmones y sonrió. Notaba que el hombre evitaba el contacto físico—. ¿Todo esto es por lo que me dijo Yoongi? ¿Sobre tu tigre viéndome como compañero?
Su amigo lo miró con precaución. No se veía acongojado por lo que acababa de decir, se veía desesperado por no moverse.
—Mi tigre está matándome, Jungkook—le dijo de forma apretada y cerró los ojos, aferrándose al mueble más cercano. Sus colmillos habían salido a la luz.
— ¿Qué quieres decir?
— Que si no mantienes la distancia, voy a saltar sobre ti—gruñó.
Y ahí estaba otra vez. La sombra de un imponente animal que trataba de tomar el control. Taehyung lucía tenso como el infierno: sus colmillos sobresalían de su boca y sus ojos tenían un color distinto; Jungkook podía ver en ellos como lentamente perdía la batalla consigo mismo.
Su corazón comenzó a latir con fuerza.
—Ya. Creo que ya te entiendo—le dijo, acercándose hacia él—. Tienes miedo, ¿no? Porque tu tigre está loquito—el tigre en cuestión gruñó a través de Taehyung y Jungkook se rió—. Pero no tienes porqué luchar contra tus instintos, Tae.
—No tienes ni idea de lo que estás diciendo—Taehyung desvió la mirada con dificultad, evitando el aroma adictivo de su amigo, pero éste llevó sus dedos hasta su mentón y lo obligó a mirarlo de vuelta.
— ¿Por qué no simplemente te dejas llevar por ellos, Tae?
— ¿A qué te refieres?
Jungkook pegó su frente con la suya y sonrió, cerrando los ojos.
—A veces los conejos también podemos cazar.
Lo siguiente que supo fue que Jungkook lo estaba besando y que su mente estaba quedándose felizmente vacía.
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AL RATO SE VIENEEEE ARTEEEEEEEEEEEEEE
y ah este no es el final, ya es el siguiente JAJA LES AMO