¡Look Here, Kenma! || Kozume...

By BakaSate

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«¡Mira hacia aquí, Kenma!.» . . . . 01/2021 More

Prólogo
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By BakaSate

Antes de precipitar todo, solo respiró profundo y cerró sus ojos mientras se disponía a hablar por primera vez, después de unos minutos en silencio por parte de ambos.

- ¿Tú se la presentaste? ¿Cómo la conociste?.

Cuestionó abriendo lentamente sus ojos, actuando relajada, para mirar a su pareja a su lado, quien solo la observaba sin saber el porqué de su comportamiento extraño.

- Es mi nueva compañera de salón, también se sienta a mi lado.

Terminó por responder con su característico tono sereno mientras comenzaba a realizar los ejercicios de física que la mayor le había impuesto.

Antes de que pudiera volver a preguntar algo, Kenma volvió a tomar la palabra.

- Me preguntó si podía almorzar conmigo, y yo no le vi el problema, aunque no me agradaba del todo comer junto a una extraña, al final resultó ser amable.- acabó un ejercicio y le pasó la libreta a la pelivioleta para que le revisara, sentía poco a poco como su pecho se apretaba más y más, pero tampoco sería demasiado paranoica. Decidió dejar el tema ahí y seguir ayudando a estudiar a su tierno novio.

- ¡Hey, hey, hey! ¡Llegamos, Bro!.

La alta y alegre voz del capitán de Fukurodani le atalandró los tímpanos a Hina, pero no tardó mucho en mostrar una sonrisa amplia en sus labios. Se incorporó de las piernas de su novio y corrió a buscar a su segundo armador favorito.

- ¡¡Akaashi!!.

Exclamó la pelimorada para luego abalanzarse encima del más alto, dejando a un bicolor con los brazos extendidos al pensar que la fémina corría hacia él. No tardó en terminar en una esquina agachado y con un aura depresiva a su alrededor.

- Hina-chan es cruel.

Susurró, pero todos lo escucharon.

Después de unos segundos, el menor dejó a la chica en el suelo al ya sentir la mirada fulminante de Kenma sobre él. Los brillantes orbes verde oliva de la fémina fue lo primero que sus ojos captaron, después su sonrisa, lo que hizo que él también sonriera embobado.

- Hina-san, en la próxima debe tener más cuidado, podría hacerse daño.

Regañó suavemente a la mayor, quien no paraba de sonreír al tener a su mejor amigo del alma allí.

- Akaashi, ¿Por qué no me dijiste que venías antes?.

Se quejó con un puchero que a ojos de todo el mundo, era muy tierno.

- Kuroo-san, ¿No le dijo?.

Cuestionó al mellizo de la fémina quien los miraba con una sonrisa divertida. Kenma a su lado suspiraba mientras caminaba con pasos lentos hacia la fémina.

- ¿Ups?.

Esa fue su única respuesta, respuesta por la cual recibió una mirada amenazante de su hermana. Antes de poder preguntar como ha estado su amigo, sintió unas pequeñas pero suaves manos agarrar su cintura y ser atraída hasta un pecho, que reconoció por el aroma que desprendía. Sintió la respiración de su pareja en su cuello.

- No te acerques tanto a los chicos, Hina idiota.

Susurró en su oído mirando de reojo al armador de Fukurodani que observaba la situación con un gran ceño fruncido en su rostro. La fémina se estremeció al sentir su aliento en su oído y luego rió enternecida por la actitud celosa de su novio. Giró para encontrarse con la mirada dorada de su armador favorito y le sonrió divertida.

- ¿Celoso, Pudín?.

Le molestó imaginando la reacción del menor, sin embargo, no fue la que esperaba.

- Sí, estoy celoso.

Dejó boquiabierta a la pelivioleta que se sonrojó hasta las orejas por lo serio que estaba y lo tierna que se le hacía la situación.

El chico rió por lo bajo al ver su rostro todo rojo, para luego pasar sus manos por su nuca y acariciar en círculos los pequeños cabellos de esta con sus pulgares. Apoyó su frente en la de ella. Ambos olvidaron donde estaban y quienes estaban a su alrededor, por lo que los demás los dejaron solos allí y salieron a correr para luego empezar a entrenar, estaban solos en el gimnasio.

Besó con ternura los labios de su novia que no tardó en corresponder para después acariciar las suaves mejillas de su chico. Sin embargo, una idea bastante divertida llegó a la mente de Hina. Puso mayor fuerza en el agarre de sus mejillas y poco a poco lo atrajo hacia ella mientras daba leves pasos hacia atrás, donde estaba la pared. Cuando su espalda la tocó, las manos de Kenma instintivamente fueron a sus caderas, por lo que juguetona mordió el labio del menor mientras tocaba su pecho de abajo hacia arriba hasta llegar a su nuca y atraerlo con fuerza hacia ella y besarlo con profundidad. Las manos del chico estaban ansiosas en sus caderas queriendo tocar más, pero no quería incomodarla, así que solo acariciaba esta con un poco de pena.

Hina al darse cuenta, bajó sus manos por los hombros de su chico lentamente, recorriendo sus antebrazos hasta llegar a sus manos. El menor pensó que iba separarse pero fue lo contrario. Agarró sus manos despacio sin separar sus bocas y las llevó hasta su espalda baja mientras empezaba a subir por esta, recorriendo toda su columna. El menor recibió eso como un permiso, por lo que cuando él empezó a hacerlo por sí mismo, ella soltó sus manos y abrazó su cintura para atraerlo aún más, sintiendo su pecho en el suyo y su respiración agitada. Las inexpertas manos del colocador bajaron hasta el final de la camisa de la mayor y nervioso las adentró, tocando la suave piel de su pareja que soltó un jadeo cuando el muchacho aumentó la velocidad y la pegó aún más a la pared.

Quería más de Hina, quería tocarla más, quería besarla más.

La idea de la muchacha de avergonzar al menor, se fue al infierno, tener a la persona que tanto amaba todo para ella, la estaba volviendo loca.

Sin pensarlo mucho, adentró su lengua en la deliciosa boca del menor, el cual soltó un respingo al sentirla, sin embargo, tímidamente correspondió y eso volvió aún más loca a la mayor. Enredó sus largos dedos en las hebras rubias del menor y peleó con su lengua, sintiendo su sabor exquisito. Kenma se había quedado embobado, sentía la piel de su chica en sus manos pero se sentía incapaz de tocarla aún más aunque eso era lo que su corazón y cuerpo pidieran a gritos.

La mayor se separó con la respiración agitada, apoyando su frente en la del menor que estaba en las mismas condiciones. Sus labios rozaban y sus ojos estaban entrecerrados.

- Eso fue...

Trató de decir el chico, pero su fascinación y su respiración no lo dejaban.

- Delicioso. Kenma eres delicioso.

Las mejillas del armador se pintaron de rojo nada más oírla decir su nombre con ese tono. La mayor observó a su alrededor y vió que todos se habían ido, por un momento olvidó que estaban en la preparatoria. Que vergüenza sentía nada más de pensar que alguien los pudo ver en semejante compremetedora situación.

- Seguimos después. Tienes que entrenar.

Asintió sin saber que más decir, aún estaba embobado por lo anterior pero trató de concentrarse en su entrenamiento.

Espera.

Ella dijo, ¿Seguimos después?.

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