One Million Dollar Baby (Duki)

79.

- Vamos, Bri.
- Perdona, pero la que va a manejar voy a ser yo.
- Bueno, pero sos la que más tardás en vestirte.
- Pelotudo.
- No sé porque tardás tanto si estás linda igual.
- Vos qué me mirás con esos ojos.
- Los que tengo.
- Pues eso, los tuyos.
- ¿Y no te sirve la opinión de ellos?
Salí por fin del baño para ir a la habitación y dejar un par de cosas antes de guardar el teléfono, las llaves y la plata en un bolso que luego colgué en mi hombro, yendo al salón para verlo liar un cigarro sentado en el sofá, tranquilo.
- Me sirven, pero no son los únicos que me ven.
- ¿Y son más importantes los demás?- preguntó levantando la mirada a la vez que sonreía. Yo puse los ojos en blanco.
- No, los tuyos son importantes, pero no son los únicos.
- Si los demás no te ven como yo...
- Por eso estoy con vos, porque vos sos quién me mira de esa forma.- me acerqué a él y sonrió aún más.
- Ya habrá otro que te mire igual que yo.
- Pero ese otro no será vos... así que, prefiero quedarme con el original.
Le extendí la mano para ayudarlo a levantarse del sofá. Miró la mano y luego a mis ojos sin dejar de sonreír, dejando el cigarro ya hecho en la mesa antes de darme la mano y levantarse con mi ayuda.
Pero, al levantarse completamente, tiró también de mi mano y me llevó a él hasta pegar mi cuerpo al suyo, quedando con poca distancia entre los dos, sonriendonos a la vez que intercambiabamos miradas entre nuestros ojos y labios.
- ¿Segura?
- De lo único en lo que estoy más segura en mi vida.
Sonrió aún más y con su otra mano, ya que la de antes seguía agarrando la mía entre nuestros cuerpos, la llevó a mi cara para acariciar mi mejilla con el pulgar a la vez que me atraía a él, terminando en un beso lento y largo, separándonos poco a poco y abriendo los ojos despacio sin dejar de mirarnos.
Volvimos a sonreír y así él agarró su cigarro y salimos de mi casa para subirnos a mí auto y dejar que pusiese la música alta como de costumbre.
No teníamos un destino fijo, sólo me dijo que le apetecía alejarse conmigo de la ciudad y ahora solo pensaba en dónde podríamos ir fuera de la ciudad, alejados de todos para pasar tiempo a solas después de tanto tiempo.
Bajó su ventanilla y encendió su cigarro para fumarlo segundos después, apoyando el brazo de la mano que tenía el cigarro en la puerta.
Con su otra mano libre decidí agarrarla y llevarla al cambio de marcha para manejar con ella agarrada a la mía, sonriendo mientras miraba a la carretera y él a la ventanilla.
Poco a poco, sin darnos cuenta, los minutos pasaban hasta que llegamos a salir completamente de la ciudad. Entonces, miré un desvío en la carretera y fui por ahí sin saber que habría.
Minutos después, nos encontramos rodeados de árboles, en mitad del campo verde por la época del año en la que estábamos. Apagó su cigarro y lo guardó dentro para no tirarlo fuera, pero dejó la ventanilla bajada y su brazo igual para relajarse a la vez que entraba el aire de fuera en el auto.
Cuando vi el lugar perfecto, fui frenando hasta aparcar, saliéndome un poco del camino que estábamos siguiendo por si pasaba otro auto. Suspiré y le miré, teniendo a los segundos sus ojos sobre mi.
- Me parece bien.- dijo como si supiese que le iba a preguntar, sonriendo levemente a la vez que apretaba nuestras manos unidas.
-  ¿Bajamos o nos quedamos dentro?
- Bajá vos si querés, yo me hago otro cigarro y te acompaño a dónde sea.
Negué con la cabeza levemente mirándolo y sonriendo antes de abrir la puerta y salir despacio del auto, alejándome de él. Suspiré apoyándome en la puerta abierta y anduve hasta la parte de delante del auto, apoyándome en él para levantar levemente mi cabeza y sonreír, cerrando mis ojos, relajándome.
Me quedé así un tiempo, tanto que no supe que Mauro había terminado de hacer su cigarro y había salido del auto para apoyarse a mi lado.
Cuando abrí mis ojos y lo miré sonreí levemente sin que me mirase, ya que tenía sus ojos en el suelo, apoyado y con sus piernas entrecruzadas mientras que las mías estaban completamente estiradas.
- Listo, estamos lejos de la ciudad.
- Lo necesitaba.- levantó la cabeza, mirando al horizonte con los ojos levemente entrecerrados.- Un poco de paz...descanso.
- Eso lo podés tener allá.
- No, no con todo el laburo.
- Bueno, el laburo te da paz, ¿No?- me miró y sonrió levemente.
- Sí, pero no la suficiente. Al final...yo soy Mauro, un pibe normal con 24 años y Duki es...bueno, Duki.
- Y a veces necesitás sentirte como Mauro, ¿No?
- Lo hago, me siento como él, no siempre soy Duki. Pero...bueno, fuera de la ciudad es más fácil relajarse y pensar claro sin tanto ruido.
- Será eso, el ruido.- levantó sus hombros levemente y le sonreí.- Mientras no te vayas solo.
- Teniéndote a vos no me voy solo a ningún lugar.
- Ya, como si fuese buena compañía.
- La mejor.
- Vos y tú forma de mirarme.
- Así deberían mirarte todos entonces.
- Más competencia.- sonrió y negó con la cabeza antes de desviar su mirada al frente de nuevo.
- Yo no compito con nadie, Bri.
Me miró de nuevo fijamente a los ojos y sonreí instantáneamente antes de asentir levemente, acercándome a él para abrazarlo entrelazando mi brazo derecho con el suyo izquierdo, apoyando mi cabeza en su hombro.
- Me podría quedar así siempre.
- Podríamos, sólo hay que saber hacerlo bien.- cerré mis ojos y respiré tranquilamente.- Entonces no será está la única salida que hagamos fuera de la ciudad.
- Espero...
- No voy a volver a irme sin vos, Bri.- abrí mis ojos y alejé un poco mi cabeza de él para poder verlo mejor, recibiendo una pequeña sonrisa de su parte.- No de nuevo, me niego.
- Yo no lo soportaría.
- Entonces listo, a la siguiente juntos.
- A donde digas.
Le sonreí y se terminó de acercar para besarme una vez más con el mismo cariño que está mañana, tomándonos todo el tiempo del mismo.
Después, estuvimos caminando un poco por el campo sin perder de vista nuestro auto para terminar una vez más apoyados en él, haciéndonos fotos, hablándome cualquier cosa, riéndonos, abrazándola y besándonos para acabar cantando y haciendo boludeces dentro del auto, riendo de vuelta a la ciudad, ignorando todo lo que había pasado entre nosotros dos.