La obsesión de Ian © [✔️]

By Lupe_Valenzuela05

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| HISTORIA +18 | Él no temía insertar una bala a sangre fría por mí, su obsesión atravesó cada limite. Nadie... More

ADVERTENCIAS
02 "¿Me perdonas?"
03 "Me estás asustando"
04 "Mamá, me duele"
05 "Estuviste de perra"
06 "Malas noticias"
07 "¿Qué más podría empeorar?"
08 "Estás de broma, ¿no?"
09 "Tengo algo que decirte"
10 "Hola, mi Cricri"
11 "Mis pesadillas son peores"
12 "Casual"
13 "Le temo más a Ian"
14 "Uno más"
15 "¿Me arrepiento?"
16 "Te lo suplico, Ian"
17 "No me mires así"
18 "¡Auxilio!"
19 "Yo no quiero hacerte daño"
20 "Ella te odiara a muerte"
21 "¿Embarazada?"
22 "Te amo, hermana"
23 "Nadie toca lo mío"
24 "Una bala a sangre fría"
25 "Fin"
Epílogo
Nota de autora

01 "¡He vuelto!"

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By Lupe_Valenzuela05

—Ian regresa mañana.

—¿En serio? —pregunto entusiasmada.

—Si, tengo que salir de viaje y tú madre ocupa que alguien la cuide —dice él preocupado de que no haya un adulto en casa mientras no está.

—Oh, pero si yo puedo cuidarla —le aseguro.

Niega.

—Tú tienes que ir a la escuela, es el último año y quiero excelentes calificaciones —me apunta con su tenedor, hago una mueca pequeña y asiento.

—Claro, padre. Las tendrás. Seré la mejor —le guiño un ojo. El satisfecho eleva las comisuras de sus labios.

—Eso espero, si no Ian se encargará de castigarte —menciona y me desconcierto.

—¿Qué?, Ya no soy una niña pequeña —le recuerdo, no puedo aceptar esto.

—Sigues viviendo bajo mi techo, señorita. Se hace lo que yo diga y si no traes buenas calificaciones se te castigará.

Pero qué tontería.

—Bien —digo entre dientes, sé no me queda de otra.

Proseguí comiendo, pero ahora enojada viendo a mi padre fijamente, aunque que sus palabras sean duras jamás me ha golpeado, sólo me quita el celular y encierra en la biblioteca pequeña que tenemos aquí en casa si llego a reprobar, algo que nunca he hecho, o si saco menos de 10, esas si son contadas las veces que me ha pasado.

—Subiré con Elena, ¿puedes recoger la mesa cuándo termines, por favor?

Con mi dedo índice le afirmo, sonríe cálidamente y viene hasta mí para darme un beso en la cabeza e irse escalera arriba. Ahora yo fui la que sonrío de boca cerrada, pero en grande. Moví mis pies desesperada, veré a mi hermano.

Después de tres años al fin estará en casa. Lo extraño tanto, he querido contactarlo por medio de redes sociales, pero no usa. Pensé que había cambiado, sigue detestando la tecnología, no me sorprendería que llegará con un teléfono viejo de teclas que solo puedes llamar y mandar mensajes.

O mucho peor, sin nada. Porqué que yo recuerde ha llamado a casa desde un teléfono público, allá en la granja de mis abuelos no hay luz y se hace como una hora de camino a la cabina de comunicación, por eso rara vez habla para acá.

¡Ya quiero verlo y abrazarlo!

Me siento muy feliz, termino mi comida y ahora si me levanto de la mesa sancando mi celular del bolsillo de mi pantalón, pongo música a un volumen moderado considerando que madre debe estar descansando y no quiero molestarla.

Dejo el teléfono encima de la barra, bailando al son de la música y cantando bajito recojo los platos sucios llevándolos al fregadero. Entreteniéndome un tiempo aquí.

Una vez todos los trastes limpios y secos, con muchas energías gracias a lo entusiasmada que me siento de volver a ver a mi hermano me encargo de que la primera planta de la casa quede impecable.

Mi playlist se acabo justo a tiempo de que yo igual terminara. Retiro las gotitas de sudor de mi frente, estoy agitada por tanto bailar y cantar igualmente mi piel esta pegajosa, que incómodo.

Decido tomar una refrescante ducha, antes de ir por mi teléfono y subir al baño, pongo cada utensilio que use para limpiar en su lugar. Voy hasta mi celular, lo tomo y me muevo a las escaleras, subiéndolas rápido. Aprovechando que traigo el teléfono pongo otra playlist de canciones electrónicas, prosiguiendo a meterme bajo la lluvia artificial.

Dancin - Aaron Smith

Esa canción comienza, me encanta. Hace años que se publicó y sigue siendo una de mis favoritas.

—Bailando hasta el amanecer... —canto las canciones, igualmente bailo con cuidado por el piso resbaladizo.

Hago soniditos simulando la música sola, las buenas noticias siempre te levantan el animo. No creo poder esperar más para ver a mi hermano, cuando vivía aquí éramos como uña y mugre.

Comíamos del mismo plato, nos duchábamos juntos, salimos a la plaza o jugábamos baloncesto en el patio trasero, siempre juntos hasta a la hora de dormir, yo me colaba a su habitación o él a la mía.

Por eso el día que se fue sentí un vacío enorme, volvía de la escuela y el silencio reinaba todo el día, mi padre viajando por su trabajo y madre igualmente se iba a trabajar, nadie estaba conmigo, nadie me entendía, sin mi hermano mayor no tenía ganas de nada.


***


Toc, toc.

Que flojera levantarme.

Toc, toc.

—Shh, dejen dormir —medio grite con los ojos cerrados y bajo mis cobijas.

Escuche la puerta ser abierta, me hice más bolita... en segundos siento una presión sobre mi cuerpo alguien está encima mío y creo saber quién es. Abro los ojos de golpe e intentó salir de las cobijas.

—¡He vuelto! —grita en mi oreja.

—¡Ahh! —vociferó extremadamente emocionada, al salir de las cobijas me abalanzo sobre él rodeando su cuello con fuerza.

—¿Me extrañaste? —pregunta correspondiendo a mi abrazo de la misma manera, sólo que él por mi cintura.

—Mucho, mucho, mucho —masculló sin parar—, no vuelvas a irte.

Lo veo directo haciendo un puchero, con su dedo toca mi nariz y me acerca a él de la nuca para besar mi frente.

—Ya no lo haré, pequeña. Te lo prometo.

Alza su meñique, entrecerré los ojos y me tiento a entrelazar nuestros dedos. ¿Qué si es mentira y vuelve a irse?

De todas formas enredo mi dedo con el suyo, sonriendo alegre.

—Más te vale, renacuajo —advierto llamándole como un animal.

Abre la boca incrédulo y empieza a reír, indignado por como le dije.

—¿Cómo me llamaste, Cricri? —ahora él contraataca con ese apodo de grillo.

—Hey, ese apodo no me gusta.

Me cruzo de brazos y paro la trompa, Ian se carcajea.

—Cricri —lo hace para molestarme. Le pido silencio.

Lo que parece motivarlo a decirlo muchas veces haciéndome cosquillas o bueno, picándome el estomago y el cuello, lo tenía a horcajadas de mi cuerpo que se retorcía como gusano en sal, sentía que me haría pipi en cualquier momento, las carcajadas sonaron a más no poder por todo el cuarto.

—¡Ya! ¡Déjame!

—No vuelvas a decirme renacuajo de nuevo —continúa picando mi pobre estómago.

—Vale, pero ya... que me hago... pipí.

Me dolía el estómago de tanto reír, al fin paro y cerré mi boca tragando saliva en seco, mi pecho subía y baja velozmente como el de mi hermano, solté otra risita leve y boom.

No lo vi venir, demasiado rápido. Se levanto como rayo limpiándose la boca, quede en shock intentando todavía recuperar el aire, pero con una sensación rara en mis labios.

Me ha besado.

Un beso fugaz, pero nuestros labios se tocaron.

—Ian, ¿Qué...?

—Fue un impulso —interrumpe rápido.

Y sale de mi habitación azotando la puerta, conmocionada tomo asiento en la cama viendome en el espejo frente a esta. Sin poder evitarlo tiento mis labios, paso mis dedos lentamente.

¿Qué mierda ha sucedido? ¿Por qué lo hizo? ¿Por qué se salió de esa manera de mi habitación?

No entiendo, la parte del beso si, creo. Pero su reacción no, somos hermanos esto está mal y creo que por eso actuó así, bueno eso quiero pensar.

Aún con la cabeza metida en ese tema me levante al baño, hice pipi, me lave las manos y la cara. Me cambie por algo cómodo, unos jeans de mezclilla todos rotos de las piernas, una blusa cualquiera del montón y mis tenis viejos color negro.

Terminando baje a la primera planta a hacer el desayuno, la notita de papa color azul en el refrigerador solo de me decía que ya no estaba en casa, lo escuche en la madrugada meterse a mi habitación y despedirse, toda dormida lo hice y le desee buen viaje o lo soñé. No recuerdo.

Ya no estoy en casa, mi amor, cuídense mucho. Nos vemos pronto, las amo.

Con cariño, papá.

Sonreí con nostalgia, bese la notita y guarde en un frasco cristalino que está arriba del refrigerador, hay muchas notas ahí metidas, unas que algún día mamá podrá leer. Por eso las guardo.

Silbando porque se me olvido mi teléfono arriba, saco lo necesario para preparo unos ricos panqueques, este desayuno siempre lo hago los sábados, es tradición.

Mamá los preparaba para mi hermano y yo cuando estábamos más chicos, con sus tiras de tocino crujientes a un lado y unas fresas cortadas encima de los panqueques, deliciosamente espolvoreados con azúcar glass.

Solo de imaginarlos se me hace agua la boca, salen los primeros que serán para mamá, guiso el tocino y preparo una taza de café. Con mucha crema de de vainilla como le gusta.

Pongo todo en una charola pequeña, apago al fuego para que no se quemen mis panqueques y subo al cuarto de mamá.

Esta despierta, cepillando su pelo frente a la ventana. Su largo y lacio cabello.

Lástima que no pueda verlo, después del accidente que obtuvo en la fabrica donde trabajaba perdió la vista por culpa de un químico tóxico que le salto en los ojos, ahora solo queda cuidarla hasta que acepte de una vez por todas que no volverá a ver.

No sin una gran suma de dinero que cuestan los ojos de vidrio o una cirugía.

—Buenos días, ma' —saludo amablemente, ella voltea sonriendo.

—Buenos días, cariño. Estás feliz, ¿cierto? —creo que se refiere a Ian.

—¿Ya vino? —cuestiono desinteresada.

—Si, me trajo esto —abre su mano y deja ver una envoltura dorada en forma de esfera.

—Tu chocolate favorito —recuerdo, asiente y cerrando de nuevo su mano lo lleva a su pecho.

—Mi padre siempre me traía uno, cada día sin falta.

A lo mejor el abuelo se lo mandó. Qué lindo detalle.

—¿Estás contenta de que volviera, Ian? —inquiero seria dejando la charola en sus piernas, la sostiene con sus manos huesudas y no deja de sonreír.

—Claro que sí, mi hijo a vuelto. Después de tres años regreso a casa.

—Si, lo extrañaba mucho.

A pesar de lo qué pasó hace rato, fui sincera.

—Lo imagino... —ríe levemente, se lleva a la boca el primer bocado de su desayuno y gimotea—, mmh, rico tocino.

Sonrío.

Me quedo observando la venda en sus ojos, el beso que me dio Ian llega de nuevo a mi mente, sacudo la cabeza inmediato y me despido de mamá hasta más al rato.

Sin tantas ganas de comer bajo por mi desayuno.

Mi hermano me ha besado, ¿cómo poder borrar eso de mi mente?

¡Ahh!

(...)

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