Notas (ZIAM)

By Ziamwolf09

8.2K 1.3K 279

ADAPTACIÓN. More

Sinópsis
Prólogo
01
02
03
04
05
06
07
08
10
11
12
13
14
15
16
17
18
19
20
21
22
23
24
25
26
27
28
29
30
31
32
33
34
35
36
37
38
39
40
41
42
43
44
45
46
47
48
49
50
51
52
53
54
55

09

132 25 12
By Ziamwolf09

Zayn



Cuando entré en casa de Judy y Hank después de pasar casi todo el día en
El Silencio, me percaté de la expresión de pánico de mi hermana antes de que dijera nada.

Corrió hasta la puerta mientras gritaba entre susurros.

—Zayn, lo siento, lo siento mucho, no sabía que esto iba a pasar, me vas a matar por esto, se me ha escapado, ¡lo siento muchísimo!

Levanté una ceja
.
—¿De qué hablas?

—Mamá.

—¿Qué le pasa?

—Esta aquí y sabe lo de Louis.

—¿Qué? ¿Cómo?

—No lo sabe todo, pero en la iglesia la gente comentó que os habían visto discutir anoche. Le preguntaron por ello y si estabais bien.

Genial, ya cotilleaban sobre Louis y sobre mí. Les había faltado tiempo.

—Mamá no entendía nada, pero mantuvo la compostura y no perdió la sonrisa en ningún momento.
Después, me echó un buen sermón y se ha autoinvitado a cenar. Esta noche. —Judy me miró arrepentida, pero no era culpa suya.

Esbocé una sonrisa nerviosa y le dije que no pasaba nada. Mamá se enteraría de todas maneras, aunque me habría gustado que no hubiera sido a través de extraños en la iglesia. Mamá sabía mantener las formas, pero estaba segura de que le habría dolido enterase por terceros.

—Será mejor que entremos antes de que se vuelva loca del todo —dijo Judy.

—¿Dónde está Hank?

—¿Me tomas el pelo? En cuanto se ha enterado de que mamá iba a venir, ha huido.

«Tipo listo».

—¿Y papá? ¿Va a venir?

Se le daba bastante bien hacer de árbitro entre mamá y yo cuando discutíamos, algo que era inevitable.

Debía reconocer que era un niño de papá, así que las cenas familiares siempre salían mejor cuando él estaba.

—Mamá me ha dicho que esta noche tiene trabajo en la iglesia, estamos las tres solos.

—Vaya —protesté—. Genial.

Al entrar en el vestíbulo, encontramos a mamá con el ceño fruncido más pronunciado que le había visto en la vida y los brazos abiertos para abrazarme.

—Zayn, querido. —Suspiró y sacudió la cabeza—. Estás horrible.

«Hogar dulce hogar».


***



—Hoy en la iglesia me han pillado totalmente desprevenida —comentó mamá cuando nos sentamos a la mesa del comedor—. Me podrías haber advertido, Zayn.

—Lo sé, lo siento, mamá. No sabía que anoche nos vieron a Louis y a mí.

—Estamos en Chester, siempre hay alguien mirando.

No se equivocaba.

—No me creo que esto esté pasando —chilló mamá al enterarse de lo que había pasado entre Louis y yo. Nunca la había visto tan angustiada. No dejaba de negar con la cabeza, incrédula.

—No pasa nada, mamá. No tienes que sentirte tan mal —le respondí mientras empujaba con el tenedor la comida del plato.

—No puedes rendirte sin más, Zayn. No puedes abandonar tu matrimonio. ¡Hiciste unos votos! —exclamó—. ¿Es que no significan nada para ti? —No creo que quisiera hacerme daño con sus palabras, pero lo hizo.

—Venga ya, mamá —intervino Judy para intentar protegerme.

—Claro que significan algo —susurré con un nudo en la garganta. Lo eran todo para mí.

—En la salud y en la enfermedad, Zayn. Sin duda, un demonio se ha apoderado de la mente de Louis. No te haría daño a propósito. Nunca ha habido ningún divorcio en nuestra familia, jamás. —Su reacción desproporcionada era justo lo que esperaba, así de dramática era mamá—. ¿Qué dirá la gente?

¿Qué dirá la gente?

¿Eso era lo que le preocupaba?

No supe ni qué contestar.

Ya tenía bastante con lidiar con mi corazón roto.

—Zayn, parece que ni siquiera quieras luchar por él —protestó mamá.

—No lo hago —repliqué.

—¿No le quieres?

No iba a contestar.

—¿No te importa?

Seguía sin ser capaz de dar voz a lo que sentía.

—¿Cómo eres tan egoísta? —me preguntó y se me escapó una risita.

Lo decía totalmente en serio. A veces, reír era lo único que impedía que me desmoronase.

—¿Egoísta? Explícame por qué soy egoísta —pregunté mientras le pasaba la cesta de pan a Judy, que frunció el ceño, preocupada.

Me sentí muy agradecido de tenerla. Si no estuviera aquí, ya estaría hecho polvo.

—En nuestra familia hay generaciones de matrimonios, largos y felices, y ningún divorcio. ¿Es que quieres echarlo todo a perder y arruinar nuestra reputación?

Puse los ojos en blanco.

—Mamá, papá y tú ni siquiera dormís en la misma habitación.

—Tu padre ronca.

—Y, seguramente, no te aguanta —mascullé.

—Habla claro, Zayn. Odio cuando murmuras—me regañó—. Siempre lo haces, hablas entre dientes. La pronunciación es importante. Se supone que eres profesor, deberías saberlo.

—Perdona. Mira, Louis y yo estamos de acuerdo en que el divorcio es lo mejor.

Era mentira. Una parte de mí aún deseaba que mi marido volviera a quererme, pero no era así. Había elegido a otra y estaba bastante seguro de que no tenía intención de cambiar de idea.

—Ha dicho que sí para complacerte, Zayn. No quiere divorciarse, lo hace porque cree que te hará feliz. Siempre ha intentado hacerte feliz.

—¿Hacerme feliz? —pregunté y me metí un trozo de pan en a boca.

Comía carbohidratos a un ritmo nada saludable cuando estaba nervioso, irritado o feliz, por eso tenía esas caderas—. Se ha acostado con mi mejor amiga, mamá. Así que cuéntame otra vez cómo quiere hacerme feliz.

—¿Se ha acostado con Autumn? —preguntó asombrada.

—Sí.

—Dios mío —se lamentó, con la misma mueca de asco que puso Judy cuando se enteró, aunque lo siguiente que dijo no tuvo nada que ver—. ¿Cómo has dejado que pasara?

Me quedé boquiabierta.

—¿Perdona?

—Me he explicado mal, pero ¿es que no lo ves? —exclamó—. Lo has empujado a los brazos de otra mujer.

—Espero que te hayas vuelto a explicar mal.

—Lo ves, ¿verdad? Después del último incidente…

—Aborto —la corregí y se estremeció.

Siempre lo llamaba «incidente» porque la verdadera palabra la hacía sentir incómoda. Mala suerte. Yo lo había pasado mucho peor con esa palabra que ella.

—Sí, eso. Después del último, te cerraste en banda. Te mandé todos esos artículos sobre adopción y vientres de alquiler, pero ni siquiera quisiste intentarlo por Louis. La iglesia te ofreció un círculo de oración y no apareciste.

—A veces, rezar no es la solución para todo —le espeté.

Me ardía la sangre. No me creía lo que me decía, aunque en el fondo sí lo hacía. Conocía a mi madre y sabía cuánto se centraba en mis defectos.

Se le llenaron los ojos de lágrimas, pero no lloró.

—No lo dices en serio. Estás dolida. Rezar lo cambia todo.

—Todo menos esto —dije.

Recé por un bebé. Recé todos los días y no obtuve respuesta. Luego, recé por mi marido y, de nuevo, solo hubo silencio.

—Ni siquiera lo has intentado, Zayn —respondió sin molestarse en esconder la decepción.

Hablaba como si no se diera cuenta de la crueldad que reflejaban sus palabras. ¿Que no lo había intentado? Ella no sabía lo que mi cuerpo sabía de los intentos fallidos, cómo me sentía al mirarme al espejo cada mañana, sabiendo que era incapaz de darle a mi marido lo que siempre había querido. No se daba cuenta de que, durante años, lo único que había hecho era intentarlo, para después fallar.

—Hasta aquí he llegado —solté, cansada de hablar de mi matrimonio, mis defectos y mis decepciones. No tenía nada más que decirle. Aparté la silla de la mesa, me levanté, me marché a la habitación de invitados y cerré la puerta.

Me tumbé en la cama de matrimonio y escuché cómo Judy intentaba explicarle a nuestra madre lo equivocada que estaba. No la escuchó, claro. Ella tenía su modo de ver la vida y era incapaz de comprender que las vidas de los demás no tenían por qué ceñirse a esa visión.

—Judith, tienes que dejar de proteger a tu hermano. Al fin y al cabo, es tu hermano mayor, no es responsabilidad tuya inventar excusas por el —la regañó mamá.

—No son excusas —contestó Judy—. Intento que lo veas desde otro ángulo. Es tu hijo y dos personas que creía que lo querían lo han traicionado de la peor manera posible. No quiero faltarte al respeto, pero no creo que sea el mejor momento para que la ataques así.

—Ya, bueno, voy a hablar con el una última vez antes de irme.

Me incorporé en la cama y maldije entre dientes.

A medida que sus pasos se acercaban, más crecía el nudo en el estómago.

—¿Zayn? —llamó y abrió la puerta sin esperar respuesta. Me miró y le devolví la mirada, sentado con una almohada en el regazo—. Siento que te hayas molestado.

Así se disculpaba mamá, con falsas disculpas. No decía «siento haberte molestado», sino «siento que te hayas molestado». Era muy diferente. Nunca asumía la culpa por sus acciones, solo se disculpaba porque los demás se hubieran ofendido por ellas.

—No tiene importancia.

Negó con la cabeza.

—Pero sí la tiene. Es tu vida, Zayn. ¿Quieres echarla a la basura a estas alturas? Tienes casi cuarenta años. ¿De verdad quieres volver a empezar?

Tenía treinta años, ¿en qué universo eso era casi cuarenta?

Aunque hubiera tenido cuarenta,
¿empezar de cero era tan horrible?
Prefería reconstruir mi vida a los cuarenta que vivir infeliz los próximos cuarenta años.

—Mamá, no te ofendas, pero no quiero seguir con esto esta noche. Estoy agotado física y mentalmente.

Asintió.

—De acuerdo, ya hablaremos. A lo mejor podemos plantearnos la terapia. —Así es como mamá lo arreglaba todo: primero con rezos y luego con terapia. Se acercó y me dio un beso en la frente—. Soy así porque te quiero, Zayn. Espero que lo sepas.

—Yo también te quiero, mamá. —No era mentira.

La quería, aunque, a veces, dudaba de si me caía bien. Si no fuera mi madre, me preguntaba si me gustaría como persona. Casi todo indicaba que no, pero la quería por ser mi madre, incluso cuando me decía que necesitaba la ayuda de Jesús para reparar mi útero.

Judy se despidió de mamá y, cuando la puerta se cerró, suspiró aliviada.

Solo tardó unos segundos en entrar en mi habitación mientras se frotaba los ojos con las palmas de las manos.

—Ha sido mil veces peor de lo que esperaba y esperaba que fuera horrible —gruñó. Le hice sitio en la cama y di una palmada sobre el colchón a mi lado. Se sentó de buena gana y apoyó la cabeza en mi hombro—. Lo siento, Zee. Si hubiera sabido que se pondría así…

—¿Qué habrías hecho? ¿Decirle que no viniera? Seamos realistas, esta noche iba a ocurrir, tarde o temprano. No pasa nada.

—Lo sé, pero es tan… ¡Agh! Es muy mala contigo. No me imagino decirle algo así a nadie, mucho menos a mi propia hija. Me saca de quicio.

Tenía la cara enrojecida y le temblaba el cuerpo a la vez que se enfadaba cada vez más por las cosas que mamá me había dicho. Casi me reí al verla tan enfadada, todo lo contrario a cómo era el noventa y nueve por ciento del tiempo. Decir que la sacaba de quicio era casi una palabrota para ella y le costaba mucho llegar a ese punto. Por lo general, solo se enfadaba cuando atacaban a los que quería.

—Eres mi persona favorita —le dije.

—Y tú la mía —contestó—. Me sorprende que ninguna de los dos fumemos para lidiar con el estrés que nos provoca esa mujer.

Me reí.

—O que nos droguemos.

Judy sonrió y se encogió de hombros.

—No sé cómo papá aguanta sus dramas después de tantos años.

—Dormir separados ayuda.

Judy me miró y aplaudió.

—Esto será bueno para ti, Zayn. Un reinicio, una página en blanco. Hazme un favor y no dejes que mamá te coma la cabeza. Sé que piensas demasiado las cosas, pero esto es bueno. Has tomado la decisión correcta. Louis es un capullo y no me hagas hablar de Autumn. Desde el primer día que la conocí, supe que no era trigo limpio. La odio. Lo odio. Los odio.

—Gracias por odiarlos.

—Siempre odiaré por ti. Te quiero, hermano.

—Y yo a ti.

—¿Qué hago? ¿Cómo hago que te sientas mejor?

Me encogí de hombros.

—Creo que necesito estar solo un rato.

Frunció el ceño.

—No pienses demasiado.

—Creo que es lo único que soy capaz de hacer ahora mismo.

—Zayn…

—Estoy bien, Judy. Solo necesito tiempo.

Aceptó a regañadientes, se marchó y me tumbé a solas con mis pensamientos, la peor compañía posible para pasar la noche.

Un rato después, sonó el móvil y el nombre de Louis apareció en la pantalla. No contesté. Si lo hacía, era posible que me mintiera y que me creyera sus mentiras como un tonto

Me llamó tres veces más y dejó un mensaje de voz con cada llamada.

Como era tonto, los escuché.

Me pidió que hablásemos. Me suplicó que le escuchara.

No tenía intención de verlo pronto,
así que me senté a oscuras mientras la ansiedad aparecía. La ansiedad es una bestia salvaje. Me atacaba en los momentos de calma, en los que el mundo estaba tranquilo y yo también debería estarlo. Sin embargo, era en esos momentos cuando todos los problemas me venían a la mente. Me quedé en la cama y analicé todos los aspectos de mi vida. Tenía al corazón y a la razón en guerra.

Me resultaba imposible dormir.

Estaba agotado, pero cada vez que cerraba los ojos, aparecía Louis y, a su lado, veía a Autumn, con sus preciosas lágrimas y su cuerpo perfecto.

Me acerqué al espejo de cuerpo entero de la esquina y respiré hondo.

Tenía bolsas de color púrpura debajo de los ojos, la camiseta metida por un solo lado de los vaqueros y el pelo hecho un desastre.

No podía echarle la culpa a Louis. No me había esforzado mucho en los últimos años. A pesar de que me dolía, entendí por qué se había fijado en otras. Tal vez mamá tenía razón.

Tal vez, una parte del fracaso de nuestro matrimonio fuera cosa mía.

Incapaz de librarme del dolor y de los insultos de mamá, hice lo único que se me ocurrió que me haría sentir mejor: fui a ver a papá a la iglesia. Si alguien sabía cómo calmar la tristeza de un corazón, era el primer hombre que me había querido.



***




Al entrar en la iglesia, sentí un vacío en aquel espacio que no hacía mucho estaba atestado de personas llenas de fe o en busca de esperanza.

Sonreí al ver a papá en el atril, con las gafas de montura gruesa mientras repasaba el próximo sermón. Era un hombre muy guapo.

Tenía el pelo gris y abundante, unos ojos ambar como la miel y una sonrisa que haría que el alma más triste se sintiera completa.

Judy siempre decía que teníamos los mismos ojos y yo que ella tenía su sonrisa.

Al hablar por el micrófono, su voz resonó en las paredes. Entonces sonrió, asintió con la cabeza y escribió algo en las hojas.

—No, así no —murmuró en el micrófono, contrariado por su discurso.

—A mí me suena bien —grité y levantó la vista del papel.

Crucé el pasillo hasta el fondo de la iglesia y, a medida que me acercaba, más crecía su sonrisa.

—Dime que no es un fantasma lo que veo y que mi hijo ha vuelto al pueblo de verdad —dijo mientras se colocaba las gafas en la cabeza.

—Todavía no soy un fantasma —respondí y me acerqué. No tardó más de dos segundos en abrazarme.

—Ha pasado mucho tiempo. —Me estrechó más fuerte—. Te hemos echado de menos esta mañana.

—Lo sé, siento no haber venido. Me habría gustado. Cuando me soltó, retrocedió un paso y me sonrió.

—Estás precioso.

Me reí.

—El maquillaje hace milagros.

Negó con la cabeza.

—No es el maquillaje. —Enlazó un brazo con el mío y bajamos hasta el primer banco. Nos sentamos y no dejó de sonreírme ni un momento—. No es que no me alegre de verte, pero ¿qué haces en Chester, cariño?

Levanté una ceja, sorprendida.

—¿Mamá no te lo ha contado? Estaba seguro de que lo haría después de nuestra discusión.

—¿Qué discusión? —preguntó sorprendido. Frunció el ceño y se frotó la nuca—. No me ha dicho nada. ¿Qué ha pasado?

Sentí una punzada en el pecho. Una parte de mí esperaba que mamá ya se lo hubiera contado todo para, así, no tener que ver la decepción en sus ojos al enterarse del fracaso de mi matrimonio. Me tragué el orgullo y le conté todo lo que había pasado con Louis. No fui capaz de mirarlo mientras hablaba. La culpa y la vergüenza me atormentaban, así que me concentré en mirarme las manos temblorosas.

Cuando acabé, cerré los ojos y esperé a que hablase.

—Vaya. —Suspiró y me puso una mano en la rodilla—. El matrimonio es difícil.

—Más de lo que imaginaba —coincidí.

—¿Se ha acabado del todo?

Se me escapó una risita.

—Está con mi mejor amiga, papá. No se me ocurre una forma más clara de acabarlo.

—Lo sé, eso lo entiendo, ¿pero tu corazón lo ha superado? ¿Alguna parte de ti todavía espera que vuelva?

Me quedé callado porque la respuesta era sí y me avergonzaba.

Me avergonzaba que una parte de mí todavía lo quisiera.

—No tienes por qué avergonzarte, Zayn —dijo, como si me leyera la mente—. Es normal querer a alguien incluso cuando te ha hecho daño. No puedes fingir que tus sentimientos no existen solo porque tienes miedo de lo que significan. A veces, lo más difícil es querer a alguien que te ha roto el corazón.

—Sí que lo quiero —susurré con la garganta seca—. Aunque también lo odio. ¿Cómo es posible?

—Fuimos creados para sentir, Zayn. A veces, esos sentimientos llegan desordenados. Es increíble cómo somos capaces de sentir amor un segundo y odio al siguiente. Nada de lo que sientes está mal.

—Mamá no está de acuerdo. Cree que cometo un error por no luchar por nuestro matrimonio.

—¿Tú que opinas?

Me encogí de hombros.

—No estoy seguro. Todo va demasiado rápido. Me siento perdido.

—No estás perdido, necesitas tiempo para resolverlo. Ahora pasarás una temporada en casa, eso es bueno. Necesitas estar rodeada por lugares y personas que conoces. Solo tienes que volver a encontrar el camino, y el hogar te ayudará a sanar.

—Gracias, papá —dije con sinceridad y apoyé la cabeza en su hombro.

—Por y para siempre.

—Me has aconsejado mejor que mamá.

—¿Qué te dijo ella?

—Terapia.

Se rio y asintió despacio.

—No me sorprende.

Continue Reading

You'll Also Like

92.1M 2.9M 134
He was so close, his breath hit my lips. His eyes darted from my eyes to my lips. I stared intently, awaiting his next move. His lips fell near my ea...
54.1M 1.3M 70
after a prank gone terribly wrong, hayden jones is sent across country to caldwell academy, a school for the bitchy, the dangerous and the rebellious...
272K 17.4K 40
¿que pasaría si amores del pasado regresan? es una latente pregunta que estás tres almas que se amaran eternamente se preguntaban, los hermanos Walke...
1.7M 17.5K 3
*Wattys 2018 Winner / Hidden Gems* CREATE YOUR OWN MR. RIGHT Weeks before Valentine's, seventeen-year-old Kate Lapuz goes through her first ever br...