Te quiero para mí [EN FÍSICO]✔

By Eylin_Bel

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DISPONIBLE EN FÍSICO EN AMAZON.COM Y EN GOOGLE PLAY BOOK EN EBOOK Y AUDIOLIBRO. Editorial Volta LIBRO 1 Él se... More

Sinopsis
1: Besos robados
2: Jake Foster, una noche de tantas
3: ¿Alguien se muda?
4: Otra mentira más
5: ¿Quiénes son los invitados?
6: Enana
7: Quiero verte, preciosa
8: A mí ya me has perdido
9: Buenas noches, Nicole
10: ¿Te apetece un poco de café?
11: Esto no se trata de Jake
12: ¿Qué significa eso?
14: Hicimos un trato, Nicole
15: Eres el único
16: Tiempo para sanar
17: Muero por besarte
18: Háblame de ti
19: Tú no eres mi padre
20: Te quiero
21: Otros planes
22: Gatito
23: Podríamos escaparnos...
24: Nunca te haría daño
De wattpad a físico
Noticias 6-12-2022
Noticia
EN FÍSICO Y A LA VENTA EN AMAZON

13: Bonito conjunto

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By Eylin_Bel

Nicole Campbell

El golpeteo en la puerta de mi habitación me despierta. Cansada, con dolor de cabeza, y una terrible resaca, me levanto a ver quién es. Reparo en que aún traigo puesto el mismo vestido de anoche, y una chaqueta negra reposa sobre mi cama. Me acerco, la tomo entre mis manos, y los sucesos de la noche anterior se repiten en mi mente. Una sonrisa se me escapa. Los golpes en la puerta vuelven, y guardo rápidamente la chaqueta en mi armario, para evitar preguntas incómodas. Al abrir, encuentro a Ashley hecha un desastre, con el maquillaje corrido, y el pelo desordenado, e imagino que yo estoy en un estado muy similar.

—¿Qué haces aquí tan temprano y en esas condiciones? —Me hago a un lado, permitiéndole entrar.

—No preguntes, solo déjame dormir un rato y luego te cuento —contesta con la voz rasposa, tumbándose en mi cama.

Bajo a la cocina a buscar un vaso de leche, porque estoy muy hambrienta después de haber bebido tanto en la fiesta. Puedo escuchar mi estómago rugir mientras desciendo los peldaños de la escalera. Mi padre está en el salón leyendo el periódico, así que no me acerco a saludarlo, ya que suele enojarse cuando alguien interrumpe su lectura. Mi madre prepara el desayuno y al notar mi presencia se voltea a darme un abrazo.

—Cariño, ¿viste a Ashley?

—Si, mamá. Está dormida en mi habitación. —Abro la nevera y no encuentro el pote de leche—. Mamá, ¿en dónde está la leche?

—¡Oh, cielo! —exclama con pesar—. Tu padre se terminó la que quedaba. ¿Crees que puedas ir de compras?

—Claro, déjame una lista y cuando Ash despierte vamos juntas.

—Gracias, cariño.

—Voy a mi habitación —anuncio—. ¡Que tengan buen día en el hospital!

***

Mi amiga despierta después del mediodía, se da una ducha y luego le propongo cocinar algo para almorzar. Con un delicioso plato de pasta en mi mano tomo asiento en el sofá y Ashley pone la televisión. Comemos en silencio, cosa que me resulta extraña porque ella siempre tiene algo que decir. Como si hubiese escuchado mis pensamientos; habla:

—Anoche me fui con Hugo.

En su rostro hay marcada una expresión de culpabilidad.

—Gorda, no pasa nada. Solo espero que lo hayas disfrutado —digo con picardía.

—¿En serio? ¿No te vas a enfadar? —pregunta haciendo pucheros.

—¿Por qué me molestaría? No seas tonta, Ashley.

—Es que... —duda—. Hugo me gusta mucho.

—¡Wow! —exclamo—. Algo bueno debe de tener ese chico para que cayeras tan rápido.

Nuestras carcajadas se escuchan por toda la casa y Ashley está cada vez más roja, casi parece un tomate.

—La verdad es que no sé qué tiene —declara, un poco más calmada—, pero la pasé muy bien con él. Las conversaciones fluían tan natural, ¿sabes? Como si le conociera de toda la vida.

—Eso me hace muy feliz —respondo con total sinceridad.

—Me propuso irnos de la fiesta. Caminamos sin rumbo durante un rato hasta que encontramos un bar y decidimos tomarnos unas copas. —Por su mirada, y la dulzura con que cuenta lo que ocurrió, puedo entender que sus sentimientos por ese chico son algo serio—. Me besó, Niki. El mejor beso de mi vida. El mundo se detuvo, y todo lo que podía sentir era mi corazón acelerado, y el roce de sus labios sobre los míos.

Conozco muy bien ese sentimiento, con Adam me pasa exactamente igual. Solo estamos él y yo, y nada más importa. Todo lo demás pasa a un segundo plano, y las emociones son un huracán que gira en torno a nosotros.

—Me cuesta creer que alguien a quien acabo de conocer me provoque tantas cosas. —Sus ojos se cristalizan—. Me asusta.

—¡Oh, cielo! Ven aquí. —La abrazo con todo el amor del mundo—. Lo que debes hacer es dejar que todo fluya, los sentimientos no se pueden controlar.

—Tienes razón, Niki. Ahora, ¿qué pasó entre tú y Adam luego de que me marchara con Hugo?

«Punto débil. Ella siempre tan directa».

—Hicimos una ridícula apuesta para probar quien podría resistir más alcohol en sus venas, él perdió y luego salimos a buscarlos a ustedes, como no aparecían tuvimos que venir solos—resumo lo que pasó, tratando de poner fin al tema, y no mencionar lo de Mariana.

—No me lo creo. Quiero detalles.

—¡Vale, Ash! ¡Tú no te rindes nunca! —exclamo, y recojo los platos para dirigirme al fregadero con Ashley siguiendo mis pasos—. Salí a buscarte, y al regresar encontré a Jake y a Adam peleando.

—¡¿Cómo qué peleando con Jake?! —exclama horrorizada—. ¿Ellos de dónde se conocen?

—Eso mismo quiero saber yo. No entiendo nada.

—¿Por qué no le preguntaste? —curiosea.

—Porque tuve que sacarlo a rastras de la fiesta, sino no sé qué hubiera pasado. Lo peor es que Mariana estaba allí.

—¡¿Mariana?! Esto se pone cada vez más intenso.

—Así es, Ash, pero aún no acabo.

—Mi amiga pone las manos en su cabeza con dramatismo—. Adam me acompañó hasta la puerta de la casa y me besó.

—¡¡¿Cómo?!! ¿Pero ese chico que se cree?

—¡Oye! —sonrío—. Cálmate.

—Ahora quien no entiende nada soy yo.

El timbre de la casa suena, interrumpiendo nuestra charla.

—¿Esperas a alguien? —Ashley frunce las cejas.

—No, ¿y tú?

Niega.

—¿Puedes abrir? Necesito terminar de secar los platos.

Mi amiga sale de la cocina y un momento después escucho pasos acercándose. Me giro para preguntar quién es, pero las palabras mueren congeladas en mi garganta. Parado a una mínima distancia, vestido con vaqueros oscuros y una camiseta blanca; está Adam. Sus brazos expuestos están totalmente cubiertos de tinta, dándole un aspecto rudo e imponente. Lleva el cabello oculto bajo una gorra negra, y en su labio inferior resalta un pequeño corte, causado por el puño de Jake.

—Si tanto te gusta lo que ves, puedo hacerte un favor y quitarme la camiseta —comenta sonriendo, dejando a la vista el hoyuelo en su mejilla derecha.

—Adam, si quisiera quitártela, lo habría hecho ya. ¿Qué haces aquí?

Ignora mi pregunta y recorre el espacio que nos separa hasta quedar frente a mí. Apoya los codos en la encimera, acto que causa que sus músculos se contraigan y la tela de la prenda superior se pegue más a su piel.

—Bonito conjunto —habla y arrugo las cejas porque no entiendo a qué se refiere.

En una expresión un poco extraña me señala, recorro mi cuerpo con la mirada y la vergüenza me invade. Traigo puesto un vestido de pijama, pero el problema no es el vestido, sino la dulce conejita que lleva en la parte delantera, en combinación con las pantuflas de largas orejitas peludas.

—Dame un minuto, voy a cambiarme —anuncio y salgo a toda prisa hacia mi habitación.

Rebusco en el armario cualquier prenda de vestir que no sea tan ridícula como mi pijama. Puedo escuchar las risas de mi amiga, y la profunda voz de Hugo, quienes conversan en el salón. Me resulta extraño creer que mi amiga, la que he visto tener citas cada semana con chicos deferentes, esté suspirando por uno que conoció anoche. Estoy tan concentrada en mis pensamientos mientras cierro la cremallera de mis vaqueros cortos, que pego un brinco al sentir a alguien a mis espaldas.

—Nicole. —Su respiración acaricia mi cuello mientras me aparta los mechones rebeldes de cabello que se escapan de mi coleta.

—¿Qué quieres, Adam? —inquiero con la voz temblorosa.

—Esto. —Me voltea, y sin perder tiempo empuja mi cuerpo contra la pared del fondo. Cubre mis labios con los suyos, y cuando su lengua entra en mi boca, un temblor me recorre las extremidades. Todo lo que puedo sentir es el roce de nuestros cuerpos, las yemas de sus dedos enterradas en mis caderas, respiraciones entrelazadas, y mis manos aferradas a su pecho.

—¡Chicos! ¡¿En dónde se metieron?! —escuchamos a Ashley gritar desde el pasillo y nos separamos con brusquedad. Sus labios están rojos, y sus pupilas dilatadas por el deseo. Mi pecho sube y baja, y lucho por recuperar el aliento.

Adam sale de mi habitación con la misma sutileza que entró, y yo aprovecho para ordenarme la ropa y atar mi cabello en una coleta. Lo escucho intercambiar palabras con mi amiga, aunque no distingo sobre que están hablando. Un momento después ella invade mi cuarto y le pregunto si me acompañará a hacer las compras.

—Claro, Niki, pero necesito que me prestes algo de ropa limpia.

—Eso no es problema, cariño.

—¡Ah! Casi lo olvido, los chicos están en el salón. Hugo se ofreció a llevarnos en su coche.

—¡Ni de broma! —exclamo—. No iremos a ninguna parte con ellos.

—Nicole, te conozco mejor que nadie y tú misma dijiste que de los sentimientos no se puede escapar —utiliza las palabras que le dije hace un rato en mi contra y con una sonrisa triunfal se marcha hacia el baño.

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