A Kind Of Magic | Roger Taylor

By alexanderpleaase

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El jóven baterista de Queen, Roger Taylor pierde la cabeza por la mejor amiga de Mary Austin (la nueva novia... More

Aclaraciones
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Eleven
Twelve
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Twenty four
Twenty five
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Twenty eight
Twenty nine
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Thirty five
Thirty six
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Thirty eight
Thirty nine | Final
Agradecimientos.

Thirteen

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By alexanderpleaase

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– Bien. – respondió firme algo irritado. Suspiró. – ¿Me darías una oportunidad, para demostrarte lo que provocas en mi? Ésto es sincero, es lo más sincero que he sentido por alguien en mucho tiempo...

Scarlett lo miró pensativa. Curiosa. Estudiaba cada facción de su rostro y también cada expresión, quería asegurarse que el rubio decía la verdad, y que no le estaba tendiendo una broma, o que no estaba jugando con ella como lo hacía con las demás.

– Yo no soy como las demás chicas con las que has salido, Roger. – lo amenazó algo apenada. – Yo no quiero algo de una noche. Yo no merezco algo de una noche. Sé lo que quiero en la vida, sé que quiero a alguien que me ame hoy y saber que por la mañana me seguirá amando. – Roger la oía. La verdad no estaba seguro si aquello era del todo lo que él quería. Había estado tanto tiempo acostumbrado a algo totalmente distinto, que era todo nuevo para él. Un mundo nuevo para sus sentimientos, y en parte le aterraba.

La besó. No era bueno con las palabras, pero podía demostrarle lo que sentía por ella con actos. Y con el contacto físico.

– Supongo que éste es tu lenguaje. – observó la castaña sonriendo en los labios del rubio. Éste asintió con la cabeza.

– Lo es... Pero si tengo que demostrártelo, lo haré de la forma que sea para que veas que de verdad te voy a cuidar y cuidaré lo que pueda ocurrir entre nosotros.

. . .

– ¿Qué hay con Scarlett? – le preguntó Freddie. Se estaban preparando para una presentación un club nocturno de Londres. – Desde hace días no le sacas la mirada de encima, y ella a ti tampoco. ¿Qué se traen?

– Creo que ha surgido algo después de las vacaciones. – Murmuró mientras se peinaba mirándose en un pequeño espejo de los camerinos, que en realidad eran oficinas de los jefes. Los demás se encontraban lejos, por lo que no podían oír de que hablaban.

– ¡¿Qué?! – Exclamó Freddie y Roger lo asesino con la mirada.

– ¿Puedes bajar la voz por favor? Te lo agradezco.

– ¿Scarlett? ¿Y tú? ¿Están juntos? Oh no... Ésto es malo. Ésto es muy malo. – su rostro se tornó preocupado, y comenzó a echarse aire con la mano. Roger lo miró extrañado.

– ¿Por qué? ¿Qué te ocurre?

– ¿Qué te ocurre a ti imbécil? Ahora comprendo todo... – pasó una mano por su frente. – ¿Ahora que vamos a hacer? Es el fin de Queen.

– ¿De qué diablos estás hablando?

– ¡Que a John le gusta Scarlett idiota! ¿Sabes lo que ocurrirá si se entera? Queen se va a ir al demonio, porque ninguno entiende nada sobre códigos – gritó en susurro. Roger se lo quedó viendo serio. Era lo último que necesitaba escuchar ese día. Ya por poco se había olvidado de él tema de John.

– Vaya novedad. – respondió sin expresión. – Además, el nunca antes había dicho que le gustaba... No hasta que empezó a haber "algo" entre nosotros.

– ¿Y te importa una mierda? Roger, John es tu amigo.

– Y yo también soy amigo de él, y poco le importó.

– Viejo, ésto está mal... Además, no sé si Scarlett sea para ti. Roger por favor. – lo miró suplicante. – ¿Por qué, de entre todas las muchachas tenías que meterte con Scarlett?

– ¿Yo? ¿Y por qué John tenía que gustar de Scarlett? Sobre él no dices nada.

– Y yo que sé, el pobre se enamora una vez a las quinientas. Aquello sería un poco más razonable...

– ¿Qué quieres decir? – lo miró serio.

– Ya sabes Roger...

– ¿Quieres decir que él si la merece y yo no? – preguntó enojado. Aquello le cayó como patada en el estómago.

– No no... Sabes que no quise decir eso... – lo siguió preocupado mientras Roger se alejaba de él. – Roger, no te enfades conmigo... Sabes que solo quiero arreglar las cosas. Es que tú jamás estás en algo serio con nadie... Las chicas contigo no pasan más que una noche.

– Pues con tu sinceridad lo único que haces es arruinarlas. Sé que la he cagado con miles de muchachas en mi vida, pero conozco a Scarlett y jamás le haría daño. Jamás. – enfatizó con su dedo índice en un tono algo rudo. Freddie solo lo miró atónito.

Los demás al ver que estos dos parecían discutir se acercaron.

– Hey, ¿Qué ocurre? – preguntó Brian acercándose un poco y posó una mano sobre el hombro de Roger.

– Nada. Vamos, a tocar. – respondió el rubio de mala gana sin quitarle la vista a Freddie. Y pasó chocándole el hombro con brusquedad.

– Te estás metiendo con la persona equivocada Roger... – le advirtió Freddie negando con la cabeza. – no querrás pelearte conmigo.

– Nadie se va a pelear hoy. ¿Qué diablos les pasa? ¿Pueden calmarse?

– ¿Ya te lo dijo? – preguntó John irónico. Brian lo miró confundido.

– ¿Decirle qué? – parecía ser el único que no estaba enterado de nada.

– Si... Ahora comprendo por qué no se hablaban hace días. – respondió Freddie algo apenado. – Deaky... Escucha...

– No. No hablaremos de ésto aquí. Hoy vine a tocar para la gente que nos espera ahí afuera, punto final de la discusión.

Brian miraba a los tres confundido y algo enojado porque nadie le explicaba qué rayos estaba sucediendo.

Al rato Freddie le explicó lo que ocurría para ponerlo en contexto y Brian no podía creer todo lo que había estado ocurriendo y él había ignorado.
. . .

Luego de la presentación, Scarlett junto a Mary (que ya se había enterado de absolutamente todo) y Chrissie se dirigieron a la zona de bar donde los chicos ya estaban tomando algo. Pero al llegar notaron la tensión en el ambiente, y notaron que una vez que el representante les había pagado a cada uno sus respectivas partes, John había sido el primero en irse. Freddie saludó a su novia con cautela, y Brian de la misma manera a Chrissie, como si todos estuvieran con la cabeza en otra cosa.

– ¿Nos vamos de aquí? – susurró el rubio en el oído de Scarlett.

– Creí que íbamos a festejar como de costumbre. – respondió confundida.

– No hay nada que festejar.– respondió Roger a secas y la tomó de la mano para arrastrarla consigo fuera de ahí.

– !Hey, espera! Vine con las chicas ésta noche... ¿A dónde vas? – lo miró confundida entre toda la gente.

– Te explico afuera. – miró impaciente hacia la salida.

– Déjame despedirme al menos, ya te alcanzo. – Roger asintió y salió con apuros, deslizándose entre toda la gente. – ¿Qué ocurrió? – preguntó una vez que llegó a los cuatro restantes de nuevo.

– Digamos que... – Freddie rascó su nuca. – Digamos que causaste más o menos la separación de Queen.– bromeó. Scarlett lo miró asustada. – Es broma es broma, pero la verdad es que Roger y John están muy peleados. Bueno, Roger John y yo. – explicó.

– Sea lo que sea... No deberían mezclar la vida personal con Queen. – habló Brian.

– Yo no mezclé nada, pero recuerda que hablamos de Roger, el ser más caprichoso que hay. Y John, que no tiene problema en irse y ausentarse por un mes si no tiene ganas de darle explicaciones a nadie. – se encogió de hombros.

– ¿Y todo ésto por mi culpa? – La castaña estaba realmente mal por todo eso. Se sentía la culpable de todo.

– No querida... no fué tu culpa. – Freddie posó una mano en su hombro.

– No deberías culparte tanto... – su mejor amiga la miró apenada.

– Escucha, Roger es un idiota. Y de seguro ya lo sabes. El ha estado con mujer que se le ha cruzado.– Freddie hablaba sin pelos en la lengua. – Es por eso que John está tan enojado, porque se ha metido contigo que eres una buena chica... Bueno y está enfadado por otras cosas más que no soy el responsable de decirte. – Scarlett alzó la mirada confundida. Mary rodó sus ojos, aquel chico solo empeoraba las cosas.

– Scar, ve con Roger e intenta hacerlo entrar en razón. Ya arreglaremos ésto mañana. – le indicó Brian.

– Está bien... Cuidense, los quiero. – los abrazó a cada uno. Y se dirigió a la salida.

No encontró a Roger ahí, pero se dirigió al estacionamiento y allí estaba. Fumando su cigarro, con las piernas cruzadas apoyado en su auto. Miraba hacia el horizonte, y se notaba que el cigarro lo calmaba.

– ¿Estás bien? – pareció asustarlo por lo que volteó rápidamente. Al verla asintió con la cabeza.

– ¿A dónde vamos?

– ¿Estás bien? – insistió.

– Más o menos... – confesó finalmente. Y tiró la colilla de su cigarro para apagarla con su pie. – Pero tu me haces sentir mejor.

– No deberías enojarte con tus amigos por mi culpa.

– No me enojo con nuestros amigos por tu culpa. Me enojo con ellos porque son unos idiotas.

– Serán idiotas pero son amigos. ¿Por qué nunca pueden hablar las cosas como adultos?

– Porque Freddie se cree un sabelotodo, y en realidad solo hiere con sus palabras.

– Deberías pensar tus acciones. – Roger soltó una risa amarga.– ¿Y por qué no has hablado con John?

– Porque John directamente no habla, Scarlett.

– Pues deberían hacerlo aunque él no quiera hablar.

– ¿Qué es ésto un reproche? ¿Por qué no le dices lo mismo a tu amiguito John? Que yo sepa también tienen cosas que arreglar. – Scarlett abrió amplio sus ojos ante la respuesta tajante del rubio. Pero él era así. Cuando estaba enojado era bravo, y uno tenía que saberlo llevar.

–¿Quieres que me vaya? – Roger negó con la cabeza y se acercó a la jóven.

– No... No te vayas.

– Bien...¿Quieres ver una película en mi apartamento? – Preguntó intentando alivianar el ambiente. El rubio tomó su mano y dejó un beso en ésta mientras asentía con la cabeza.

– Si, lo siento.

Scarlett solo asintió con su cabeza. Y acto seguido subieron al auto para ir a su departamento.

. . .

– ¿Estás prestando atención? – Preguntó la castaña sin quitar la vista de la pantalla. Sentía la mirada intensa de Roger sobre ella.

– Sí.

– ¿A ver, por qué el protagonista está tan enojado con el mayordomo? – lo miró desafiante. El rubio no supo que responder y se delató comenzando a reír.

– Lo siento. – se disculpó entre risas y Scar le dió un leve empujón, tomó el mando y le dió pausa a la película.

– Eres un tonto – lo regañó entre risas y lo miró. – ¿Para que me hiciste poner la película si no ibas a prestar atención?

– Tengo déficit de atención, y más cuando tengo a una bella mujer a mi lado. – apoyo su codo en el respaldo del sofá. Scarlett lo miró fijo, sin flaquear. No sabía si bromeaba con lo de déficit de atención o hablaba en serio, pero aquella pregunta se esfumó cuando se perdió en sus redondos ojos azules.

Se acercó a él sin más, y lo besó. Quería aprovecharlo así, suyo. Y ella toda para él. Estaban juntos y en ese momento nada importaba. Roger subió una mano a la cintura de la jóven, comenzando a hacer tiernas caricias en ésta. Scarlett hundía sus dedos en el suave cabello rubio de Roger, y lo atraía hacia sí para que por nada del mundo aquél beso acabe.

Se comenzó a tornar un poco más pasional cuando él se acercó un poco más a la muchacha y pasó su mano bajo su blusa. Scarlett se separó un poco al sentir su fría mano tocar su piel. Lo miró rozando sus narices y suspiró. Roger volvió a unir sus labios para continuar en lo que estaban, y en un movimiento la sentó encima de él. Ahora sus dos manos viajaban por la espalda de la joven y ésta no evitó estremecerse. Sintió cómo el muchacho comenzaba a subir su blusa con la intención de quitarla.

– ¿Puedo? – susurró Taylor en sus labios. Scarlett se separó un poco del beso y lo ayudó a quitarse la blusa. Él la miró, en brasier enfrente suyo. Con delicadeza lo desabrochó también y lo quitó. Acarició su espalda nuevamente y Scarlett se sonrojó al sentir la mirada de Roger. La miraba como si fuera una obra de arte, como si fuera lo más hermoso que haya visto jamás.

Atacó su cuello con suavidad y comenzó a bajar dejando un camino de besos húmedos, pasó por sus clavículas, y bajó hasta el centro de sus senos. Subió sus manos de la espalda de la joven hasta sus pechos y comenzó a masajear uno mientras se llevaba el otro a la boca para comenzar a saborearlo con ganas. Scarlett no evitó soltar un gemido a penas había sentido su cálida lengua. Aquel hombre la hacía estremecerse con solo mirarla, y ahora que le estaba dedicando tanto afecto a su cuerpo sentía que iba a explotar de placer.

Lo separó un poco para besarlo en los labios con rudeza. Quitó la camisa del muchacho y comenzó a besar su cuello con desesperación, mientras se frotaba contra su entrepierna. Roger soltaba jadeos en susurros en el oído de Scarlett, y la alejó un poco tomándola del rostro.

– ¿Me dejas hacerte el amor? – Murmuró con una voz ronca y con sus pupilas dilatadas. Scarlett no podía mencionar palabra. Se notaba sonrojada y ya algo despeinada, asintió con la cabeza. – Déjame quitarte ésto... Estorba. – Murmuró con una sonrisa maliciosa mientras desabrochaba torpemente los jeans de la muchacha.

Scarlett se paró para facilitarle el trabajo y se sacó sus jeans junto a su ropa interior, Roger hizo exactamente lo mismo y con rapidez se paró a buscar algo en la mochila que había traído. Sacó unos condones y con prisa se colocó uno para después volver a sentarse en el sofá del apartamento de Scarlett.

– Dime que los vecinos no escuchan. – Murmuró mientras Scarlett volvía a sentarse a horcajadas encima de él, con sus piernas a los lados de las del rubio.

– De hecho si, se escucha todo. – Murmuró juguetona y el rubio sonrió de lado. Tomó las caderas de la chica, y con suavidad entró en ella. Scarlett no evitó soltar un sonoro gemido y éste entre risas la calló.

– No quiero que tus vecinos me odien... – susurró en sus labios y Scarlett comenzó a moverse encima de él.

Comenzaron a hacer el amor lentamente, conociendo el cuerpo del otro con delicadeza. Roger besaba sus labios entre embestidas lentas, y por momentos dejaba suaves besos en el hombro de Scarlett. La guiaba con sus manos en sus caderas, y Scarlett se tomaba con fuerza de los fuertes hombros de el rubio. No podía creer que aquello al fin había ocurrido, era tan mágico y sincero que sentía que estaba en las nubes. En el pecho del chico no cabía tanta pasión y excitación, Scarlett comenzó a moverse con más velocidad encima de él e intentaba reprimir sus gemidos, pero algunos eran en vano y salían repitiendo su nombre.

– Ah... Roger...– murmuraba con placer, y ésto excitaba el doble a Taylor. Unas embestidas más bastaron para que ambos lleguen al orgasmo, con sus cuerpos algo sudados y la respiración agitada.

Habían hecho el amor, y aquel sentimiento de felicidad, cariño y pasión reinaba entre los dos jóvenes que se miraban entre sonrisas agitadas.

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