the way u are - hyuckren

By aralovesrenjun

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El cambiaformas lobo Lee Donghyuck es el típico friki de los videojuegos, malo en los deportes y del tipo sol... More

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Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Epílogo

Capítulo 1

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By aralovesrenjun

"Your scent, your every move

I want to know everything about you, that's how it is. It's about the way you are"

—The way your are, TVXQ.

Donghyuck maldijo mentalmente antes de removerse bajo sus sábanas buscando una posición más cómoda. Los rayos de sol apenas se colaban por entre las cortinas que cubrían la única ventana en su habitación, interrumpiendo su sueño. Realmente no quería levantarse, el sólo pensar en abrir los ojos le sonaba a tortura y su cama le pedía a gritos que se mantuviera allí, arropado en cálidas capas de tela con diseño. Pero la vida siempre se encargaba de joderle la existencia, y esa mañana no sería la excepción.

"No matter what they say. No matter what they do. We go resonate, resonate."

La canción que usaba como tono de llamada resonó por todo el lugar, el móvil vibrando en insistentemente en su velador y obligándolo a girarse para coger la condenada llamada. Conocía sólo una persona que se atrevería a marcarle tan temprano en la mañana.

— Hasta que contestas, hijo de puta.- Lo recibió una voz bastante aguda del otro lado de la línea.

—No hay necesidad de gritar, Chenle. –

Respondió suspirando con pesadez al mismo tiempo que se incorporaba para quedar sentado en su cama, sus ojos aún cerrados, su cabello negro y crespo hecho un desastre. Estaba cansado como la mierda, le dolía cada músculo de su cuerpo y realmente no estaba seguro de sentirse en condiciones de soportar al gilipollas que tenía al teléfono, demonios.

— ¿Qué carajos quieres tan temprano en la mañana, de todos modos?- Se quejó saliendo de entre sus sábanas para poder sentarse al borde la cama.

— Estás tarde.- Se quejó y el pelinegro podía jurar que era capaz de ver su ceño fruncido y su boca apretada en una delgada línea. — Y no tengo las llaves para poner "Reload" a funcionar yo solo.

— Soy el jodido dueño de la tienda. - Advirtió frotándose las cienes. No tenía idea de qué hora era pero estaba seguro que no podía ser tan tarde, su alarma no había sonado.

— Y yo soy tu mejor empleado. - Le dijo sonando más que ofendido— Créeme, Hyuck, que estoy dispuesto a renunciar si no traes tu maldito trasero plano hasta aquí lo más pronto posible, hace un frío de mierda y se me congelan las pelotas.

— ¿Estas allí? ¿Por qué? – Bostezó, desperezándose. – Y de todos modos, no eres el mejor, eres el único que tengo.

— Haré como no escuché eso, sólo porque no puedes seguir perdiendo el tiempo.-Chasqueó la lengua-— Abrimos a las nueve en punto, gigante idiota, y son las nueve con cinco.

Mierda.

Abrió sus grandes ojos como platos, miró rápidamente la pantalla del móvil y tras comprobar que efectivamente era muy tarde, se despidió rápidamente y colgó la llamada antes de poder recibir una respuesta a su Ni te ocurra renunciar, bastardo.

Corrió al baño de su habitación para darse una corta ducha, sin preocuparse de llevar ropa siquiera, de todos modos, vivía solo. De hecho, al terminar de asearse no se tomó la molestia de escoger una tenida a conciencia y sólo tomó lo último que había planchado: unos pantalones negros rasgados en las rodillas, una camiseta gris y la chaqueta de mezclilla que había usado la noche anterior. Estaba atrasado como la mierda, y la prenda ya tenía en sus bolsillos las llaves del departamento, su billetera y las llaves de su scooter. A penas y retocó su abundante cabello, tomó sus lentes cuadrados de marco grueso de encima del velador sin siquiera limpiarlos un poco y se dispuso a salir del lugar, murmurando por lo bajo un par de maldiciones porque su habitación era un chiquero, con ropa regada por todos lados, la cama sin tender y las toallas mojadas humedeciendo sus sábanas favoritas de League of Legends.

Ya tendría tiempo para ordenar. O eso esperaba.

El viaje en su scooter fue corto, gracias a la divinidad que fuese, su hogar quedaba a diez minutos en vehículo cuando el tráfico no era una mierda (y teniendo en cuenta que la hora punta había pasado ya hace un rato, no tenía mucho más de que preocuparse). Agradeció también que su empleado favorito no lo volviese a llamar tras haberle colgado, no sólo por el hecho de que iba manejando a alta velocidad por las calles de Seúl, sino que además, no estaba dispuesto a volver a sentir su condenada voz chillona tan cerca de su oído, aún le dolía la cabeza y no había tomado desayuno, cosa que sólo lo hacía sentirse peor. Con ese pensamiento, estacionó en el aparcamiento reservado para trabajadores del centro comercial, se sacó el casco y buscó en su pequeña mochila el candado que usaba para atar su medio de transporte a un pilar y evitar que se lo robaran o algo así, ignorando el recuerdo de la risa de Chenle que resonaba en su cabeza desde que lo vio llegar la primera vez en su scooter celeste porque Hyuck, nadie en su sano juicio arriesgaría su trasero para robarse esa motocicleta para niños.

— Así que decidiste deleitarnos con tu presencia. - Le recibió su amigo, el cabello naranja destacando y su sonrisa cuadrada asomándose. Sus manos estaban a ambos lados de sus caderas, mostrándose ofendido o algo así. - Y por lo que huelo, hasta te bañaste. Yo pensaba que no lo habías hecho porque traes ojeras de tres metros y un nido de pájaros en la cabeza.

— No me toques las pelotas. - Advirtió con evidente mal humor. Tenía sueño aún, pese a haberse lavado con agua muy fría.

— Y tú, Lee Donghyuck, deberías estar agradecido pues llegué temprano y mandé a la nueva a comprarnos un poco de café para que despiertes un poco. Traes la almohada pegada al rostro.

— ¿La nueva?- Miró a su interlocutor extrañado, alzando una ceja.

— Sakura. - Respondió como si fuera lo más obvio del mundo. - Bonita, joven, de sonrisa encantadora, empezó el lunes su semana de prueba. ¿Te suena?

— Oh, cierto. La chica que siempre huele a narcisos y aloe vera. - Añadió el pelinegro- Es rara.

— No acabo de comprender su humor, pero es bastante obediente.- Chenle tuvo que concordar en que la chica era "especial" por decirlo de alguna manera.

— Eres muy mandón para ser un Beta del porte de un hobbit.

— No tendría que serlo si mi jefe actuara como alfa de vez en cuando. - Se defendió, actuando ofendido, un gruñido casi asomándose. A su lobo no le gustaba que se burlaran de su estatura, joder. - Y mi estatura está perfectamente bien. Eres tú el desproporcionado, estúpido gigante. Pareces un poste de luz.

El más alto gruñó bajito, rodando los ojos y chasqueando la lengua ante el recordatorio, a pesar de que sabía que su amigo iba de broma con respecto a su clase, y sólo estaba remedando a su familia sin sentir una sola palabra de lo que decía. De todos modos, a su animal le jodía que cuestionaran su clase, sobretodo un chico de rango inferior.

Y es que Lee Donghyuck era un alfa de 22 años de edad, alto, con un cuerpo bien trabajado, hijo del líder de uno de los más renombrados Clanes de Lobos en Seúl. Su familia era prestigiosa no sólo dentro de la población de cambia formas, de hecho además del liderazgo que ejercían en ese ámbito, su madre es dueña de una famosa cadena de restaurantes en Corea y China y su padre figura como un exitoso empresario. Tenía todo para ser el sucesor de la manada, así como para tomar el puesto de su padre a la cabeza de Lee Innovation, la compañía de biotecnología más grande del país. ¿El problema? Todo aquello le importaba una mierda. Nunca le interesó la fama, la fortuna, ni tampoco destacar entre sus compañeros Lobos. Le gustaba más pasar tiempo jugando videojuegos o viendo series de animación japonesa que salir a jugar al fútbol, buscarse novia, tomar puestos de liderazgo en el consejo estudiantil o cualquier cosa desde estilo que él resumía como "competir por quien tenía las pelotas más grandes" (y la verdad es que él ya se sabía ganador, por eso no se molestaba en competir. Su lobo estaba en armonía con él, por lo que su instinto tampoco lo llevaba a meterse en esas cosas). Debido a su personalidad tranquila y sus pocos intentos por destacar por sobre los demás, las personas a su alrededor solían decirle que era "poco alfa", lo que a Donghyuck le valía bien poco pues no iba a seguir órdenes de nadie e iba a hacer lo que le saliera de la polla de todas formas. Por eso mismo, apenas terminó su vida escolar hizo una maleta con lo necesario, compró un boleto sólo de ida a Seúl y le dijo adiós a su acomodada vida de niño rico en las afueras de la capital para entrar a estudiar Ingeniería civil informática. Vivió solo siempre, trabajó de medio tiempo en lo que fuese para costearse un departamento, pese a que a veces sus instintos le decían que no se dejaría mandar por nadie y casi lo despiden una vez por romperle la nariz a otro alfa que se creía con el derecho de decirle cómo debía organizar los CD's en la tienda de música en la que era empleado. A pesar de que su madre le enviaba dinero a escondidas, el casi no lo tocaba, porque no le gustaba la idea de deberle nada a nadie y obtuvo las mejores calificaciones de su generación para poder estudiar becado. En resumen, se valía por sí mismo y estaba empeñado en cumplir su sueño de ser un gran programador.

— Se está tardando Sakura- Comentó Chenle a su lado al mismo tiempo que el alto se dedicaba a quitarle el cerrojo a la puerta principal de su tienda.

— Probablemente Mark hyung la tiene retenida. Le gusta parlotear.

— Es todo un Don Juan- El pelinaranja rodó los ojos, adentrándose en el local una vez que estuvo abierto, caminando directamente hasta la oficina que estaba en trastienda, al fondo del local y detrás del mostrador.

— Desde aquí puedo oler tus celos. - Se burló Donghyuck prendiendo la luz.

— Cállate, bastardo.- Gruñó- Me toca las pelotas que ese estúpido beta tenga ya a su pareja destinada y siga en plan de coqueteo con cualquier chica que le mueva el rabo.

— Chenle, no vamos a volver a tener esta discusión.

— Por supuesto que no. ¿Qué sentido tiene? Estás convencido de que me gusta el tipo, y tú no pierdes.

— Sin mencionar que creo que estás exagerando, y que el pobre no le coquetea a nadie. Sólo le gusta charlar con sus clientes, debe aburrirse como nadie, sobre todo a estas horas que la gente no se detiene precisamente a tomar café, si no que compran uno apurados de camino al trabajo.

— Eso pasa cuando eres dueño de una cafetería. ¿Qué tiene de divertido un lugar que apesta a café?

Donghyuck rodó los ojos, pero sonrió de todos modos. Conoció a Zhong Chenle tres años atrás, justamente en Boom, la cafetería que quedaba un par de metros avanzando por el pasillo del cuento comercial. En ese tiempo todavía era estudiante y no tenía muchos amigos con quienes compartir una tarde de viernes, de hecho, fue mera casualidad que acabara sentado en la barra del aromático local bebiendo un caramel macchiato. Sólo estaba de compras ese día porque se acercaba el cumpleaños de su hermana y para variar no tenía regalo. Y fue mucha más coincidencia haber escuchado al dueño conversar con un quejumbroso cliente sobre el maldito computador que no sirve para nada. Finalmente descubrió que el ventilador de su laptop estaba averiado y por ello se había quemado la tarjeta madre del aparato, que Zhong Chenle era un beta tocapelotas pero buena gente, y que Lee Mark era el nombre del dueño de la cafetería y la persona a la que secretamente iba a visitar el pelinaranja de sonrisa cuadrada, pues con el pasar del tiempo cayó en cuenta que al más bajo no le iba para nada el café y únicamente lo consumía allí porque el mayor se lo preparaba.

— Yo creo que Boom es agradable. - Agregó Donghyuck llegando ya al mueble donde estaba la caja registradora. - El ambiente es bueno, el servicio también y Mark hyung me cae bien.

— Lo dices porque te dejaba estudiar todo el día y te hacía descuentos. - Respondió con una mueca desde la oficina.- Encima, Hyuck, eres informático y dueño de esta tienda de artículos electrónicos y cosas para ñoños. Tu definición de "divertido" no es para nada corriente.

— No sé como puedas tomarte esto que te voy a decir, Lele, pero yo te encuentro divertido.

El pelinaranja pudo haber respondido, pero la dulce voz de la nueva empleada los interrumpió. La menuda chica traía en sus manos dos cafés, y asomaba un tierno sonrojo en sus mejillas.

— Un caramel macchiato y un latte. - Anunció y ambos chicos se acercaron a recibir sus bebidas.

— ¿Y para ti? - Preguntó Donghyuck al ver que ella se quedaba con las manos vacías.

— E-Este, como es del dinero de la caja, pues yo...-

— ¿Sakura, verdad? - La interrumpió el alto- ¿Te sobró dinero? - Ella asintió tímida- Si te alcanza con eso, ve y cómprate un desayuno. Periodo de prueba o no, eres una empleada de mi tienda y si usamos dinero de la caja es para todos los empleados. ¿Vale?

Ella nuevamente movió la cabeza en señal de afirmación, contó las monedas y salió rápidamente a comprar su propio desayuno con una sonrisa infantil plasmada en su jovial rostro.

— Que dulce, Hyuckie.

— No es ser dulce. Ella también se levantó temprano y debe de querer tomar algo caliente. Hace frío de todos modos.

— Le gustas.

— No es cierto. Solo es tímida, encima es una cría.-

— Tiene 19 años, está crecidita.- Le comentó en tono sugerente mientras volvía a la trastienda con su café en la mano. - Es una linda omega.

— Suenas como mi hermana.- Hizo una mueca.- Y no me llama la atención de ninguna forma, de hecho su olor es demasiado fuerte, y no de buena manera.

—A tu lobo no le gusta nada, de seguro está averiado o algo así. Quizás sea por el poco uso que le das a tu pobre polla. Yo creo que se te va a terminar cayendo.

—Definitivamente, suenas igual a Hyejin.

Rodó los ojos. Desde que era un crío, su hermana Hyejin se había empeñado en emparejarlo porque; "así sacarás tus instintos de alfa, Donghyuckie". Lo cual era una mierda, primero porque él era un romántico o algo así, y no creía en el las relaciones forzadas o las citas a ciegas, y segundo porque estaba pensando guardarse para su pareja destinada, y su lobo estaba más que de acuerdo con ello.

Y no, no era virgen, ni tampoco había pasado su vida sin ser el novio de alguien, de hecho salió con una chica cuando aún estaba en la escuela, pero no resultó. Cuando entró a la universidad también salió con un chico omega, Shotaro, pero finalmente este encontró a su pareja destinada y hasta ahí quedó la relación, y de eso ya un par de años. Decidió tras esa ruptura, que le dolió como la mierda a pesar de que su animal no estaba muy en armonía con él en ese entonces, que lo mejor era esperar y establecerse con ese alguien que sería su alma gemela, porque después de ver el brillo en los ojos de Shotaro cuando le comentó, tras meses de su separación en un encuentro casual, que ya había sido reclamado entendió que esa era la felicidad que él estaba buscando. Él también quería sentirse completo y hacer sonreír a alguien de la forma en la que el chico de ojos grandes le había sonreído al hablar de su situación sentimental. Y no nos equivoquemos, el moreno tenía necesidades que satisfacer y una bestia en su interior que muchas veces reaccionaba instintivamente a provocaciones, por lo que más de alguna vez salió en busca de sexo casual a algún Pub o Bar, pero para ser honesto no estaba interesado en establecer una relación seria con esas personas que se tiraba una vez en una noche de borrachera, tampoco conocer gente a través de ninguna plataforma en línea como estaba muy de moda ahora, ni mucho menos quería conocer a las amigas de su hermano en citas a ciegas incómodas que le concedían a la mayor como favor. O quizás las obligaba, quien sabe.

Lee Hyejin era una alfa, testaruda, talentosa, guapa y la mejor química farmacéutica de la región, encontró su pareja destinada en un omega bastante simpático durante su último año de postgrado y ya tenía una pequeña hija que cuidar en casa. Donghyuck nunca ha comprendido porque sus padres se empeñaban tanto en que él fuera el sucesor de todo, cuando su hermana mayor era perfectamente capaz de hacerlo, sobretodo porque  cumplía con el perfil que esperaban que él adoptara: mejores notas, presidenta del consejo estudiantil, líder en la industria, felizmente casada, en perfecta sincronía con su lobo, tremenda luchadora, y gran persona a pesar de todo. Le partía las pelotas su obsesión con encontrarle una pareja, pero la amaba como a nadie y en el fondo le frustraba porque si ella no hubiese nacido mujer sería la nueva líder del jodido clan.

— Hablando de ella, ¿no te ha concertado una cita nueva? Ha pasado un mes desde la última. - Comentó su amigo saliendo de la trastienda con una pila de cajas en sus manos, sacándolo de sus pensamientos.

— Está de viaje en China, por negocios. - Le respondió casual- Deja esas cosas allí, yo las ordenaré.

— Yo pensé que se había rendido ya. - Hizo caso a su orden y volvió a por su Latte. - Quizás le confesaste sobre tu pequeño enamoramiento y acabó por tirar la toalla.

— No sé de qué estás hablando. - Bufó saliendo del mostrador para ir a ordenar un par de productos a las estanterías.

— No te hagas el tonto. - Sabes perfectamente a lo que refiero. ¿O quieres que pretenda que no tengo idea de porque llegaste tarde por quinta vez en lo que lleva de mes?

— ¿Ahora también cuentas eso? – Le cuestionó evadiendo el tema a como dé lugar. No quería tener esa conversación en este preciso momento.- Eres un controlador.

— Primero, tú eres el real controlador aquí, y segundo, no me evadas la pregunta.- Se acercó a su amigo sin intenciones de ayudarlo, sólo de ponerlo incómodo para poder seguir con su interrogatorio.- Te quedaste hasta tarde viendo a ese chico con el que estas obsesionado. ¿Verdad?

— No estoy obsesionado.

— Enamorado, corrijo.

— Mucho menos enamorado, Chenle. Ya deja el tema y ayúdame a poner en exhibición los nuevos audífonos que llegaron, por favor.-

—Bien, iré por los audífonos, pero no sin que antes admitas que tengo razón. Estás enamorado de un chico que saca fotos estando desnudo para vivir, una estrella porno.

— Ya déjalo.

— Estás suscrito a su jodida página, te has visto todos sus Lives, pagas por ver sus condenadas fotos con poca ropa y lloraste cuando viste él único video en que se lo follan. Donghyuck, si eso no es estar enamorado u obsesionado por favor dime que es.

Donghyuck tragó duro y se quedó callado. Realmente no quería hablar de ello, porque ni el mismo se entendía, joder.

—Porque, te creería si fuera, no lo sé, Lee Jeno, que tiene millones de fotos, videos y se ha follado a la mitad de Corea en cámara.- Prosiguió el beta. - Pero este HRJ sólo sube fotos, jamás ha mostrado su cara, tiene un solo video casero en internet y en sus lives sólo habla mostrando la mitad de su rostro.

Bueno, era cierto. HRJ no era una estrella porno como cualquiera. Encontró su canal en Artificial Love, reconocida página porno, de pura casualidad, mientras buscaba alguna mierda rápida para sacarse un poco las ganas luego de ver una película que lo dejó con gusto a poco. El video apareció en las recomendaciones, y lo cliqueó únicamente porque parecía casero y eso le gustaba más que las mierdas sobreactuadas y poco realistas que abundaban en la red. Se sorprendió al ver un cuerpo menudo, un trasero precioso, piel blanca y una máscara cubriendo su cara en la pantalla, y se sorprendió aún más cuando pese a la mala calidad de la grabación, notó que el chico terminaba el video apretando los puños y mordiendo su labio inferior, como si estuviera intentando no llorar. De hecho, ni siquiera pudo masturbarse viéndolo, porque le pareció incluso doloroso. No esperó que las sugerencias lo enviaran a su canal, y tampoco esperó sentirse tan aliviado al ver que no había más videos ahí, si no fotos, muchas fotos.

Y eran fotografías hermosas, su piel lucía tersa, sus curvas estaban en los lugares adecuados, y parecía que cualquier cosa que le veía bien aunque la verdad no llevara mucha ropa encima como para asegurar aquello. Era bello, erótico, cautivante, pero no tenía tantos seguidores ni suscriptores como otros (aunque no dejaban de ser muchos), obviamente, la gente corriente usa ese tipo de plataformas para ver chicos calientes follando, no para hacerse un trabajo manual viendo fotografías. Y aun así, Donghyuck se encontró a si mismo pagando la jodida membresía y activando las notificaciones por si el chico decidía hacer una transmisión en vivo. El chico jamás mostraba su rostro, a veces se desnudaba, otras veces sólo se tocaba por sobre la ropa, y otras pocas, cuando había pocos en línea, se dedicaba a hablar y susurrar cosas sucias con esa voz preciosa que lo hipnotizaba. ¿Y podían culparlo? El tipo era caliente, tiene una voz sexy y sus labios eran rosados, pequeños, y lucían un lunar chiquito sobre ellos que le provocaba besarlos hasta dejarlos hinchados, joder.

Sentía una ridícula conexión con el tipo a pesar de sólo saber que tenía su misma edad y su tipo de sangre era O, y no sabía cómo lidiar con ello. Pero no podía evitar quedarse hasta tarde escuchando su voz diciéndole cosas calientes al oído, o al menos así le gustaba imaginárselo cuando veía sus lives.

— ¿Te quedaste viendo una trasmisión en vivo, no?

— Sí.- Confesó viendo que no tenía sentido seguir negándose a responder.

— Lo que me parece más ridículo de todo esto es que a tu condenado Lobo le gusta.-

— Bueno, no sabría decirte si le gusta, pero ciertamente no le disgusta.

— Es todo tan extraño.- Se quejó Chenle, satisfecho con su interrogatorio y moviéndose a buscar los tontos audífonos con orejas de gato que le habían llegado el día de ayer como parte del nuevo stock.- Creo que deberías revisar eso, no puede ser saludable.

— Es pasajero, o eso cree Mark hyung.- Le dijo una vez que el más bajito estuviese lo suficientemente cerca como para no tener que gritar.

— ¿Le comentaste a él? No puedo creer que no te baste con mis consejos, Dong. Soy tu jodido mejor amigo, me debes respeto, bastardo.

— Pues no me has dado ningún buen consejo desde que te conté toda esta mierda- Se cruzó de brazos.- Él dice que quizás esto se termine una vez que encuentre mi pareja destinada. Que probablemente esta es la forma que tiene mi lobo de armonizar con mi parte humana y evitarme el tener citas con gente pasajera, o algo así.

Y Hyuck realmente lo esperaba, porque no quería creer que esas cosquillas que sentía en el estómago cada vez que veía que HR+ subía contenido fueran realmente mariposas. Porque eso sí que sería una mierda: Estar enamorado de una estrella porno que jamás conocería.

El tema murió ahí, justo después de haber dicho lo último, Sakura entró por la puerta oliendo a una rica mezcla de leche con chocolate y cupcakes de arándanos. La chica les sonrió y le entregó a cada uno una bolsa con el bollo de crema de esos que el señor Chenle dijo que les gustaban mucho, a lo que ambos agradecieron, porque tenían un hambre de los mil demonios.

Su día en general estaba siendo un jodido infierno. Seguía con sueño pese a los litros y litros de café cargado que había consumido durante la jornada, y la verdad de las cosas se arrepentía un tantito de haber mandado a Chenle y a Sakura a su hora de colación primero, porque ahora tenía muchísima hambre y eso sólo lo hacía ponerse de peor humor. Encima, casi no había clientes y tuvo que discutir por teléfono con una señora que olvidó por tercera vez en la semana que debía pasar a retirar el teléfono que había reparado hace días y ahora figuraba juntando polvo en la bodega.

Atendió a un par de clientas jóvenes antes de llegaran sus refuerzos, y sonrió con satisfacción mientras apuntaba en el inventario que ya se habían vendido dos pares de esos horribles cascos rosados con orejas de gato que en su vida verán la luz del día, gigante idiota, en palabras del beta tocapelotas que trabajada para él. No era que le gustara realmente ese artículo en particular, aunque no lo encontraba horrible tampoco, es sólo que lo había visto siendo usado por un idol en un programa de variedades y supo que tenía que agregarlo al stock de su tienda.

—Volvió por quien llorabas- Anunció su llegada el de sonrisa felina.

— ¿Qué almorzaron?-Preguntó mirando a los dos recién llegados, ansioso por tomar sus pertenencias y largarse de ahí por un par de horas.

—Sakura sólo comió vegetales, yo en cambio, disfruté de un rico sándwich de pollo frito.- La chica se sonrojó violentamente y mordió su labio inferior, sintiéndose expuesta.- De todos modos esta niña es un encanto.

— Deberías dejar la comida chatarra, te vas a poner gordo.-

— Suenas como Mark.-

— Lo sé, y lo apoyo totalmente. Su cafetería ofrece un menú rico y variado a buen precio, no entiendo cómo es que tu orgullo te la puede más.

—No pedí ni tu opinión, ni tu consejo, gilipollas. – Dijo frunciendo el ceño.- Ahora vete a comer, que parece que lo hace falta, estás siendo un pesado.-

Donghyuck no respondió y sólo dejó todo en orden para salir de detrás del mostrador y dirigirse a la puerta del local. Le sonrió a la muchacha que tomó su lugar, ignorando los gruñidos que soltaba su amigo por lo bajo.

—Por cierto, vendí dos pares de cascos.

Cerró la puerta del local aun escuchando los insultos de Chenle. A pesar de haber estado de espaldas al tipo, podía imaginarse su cara roja de ira, su ceño fruncido y sus labios torcidos. Le causaba gracia realmente, sobretodo porque Sakura también se rio, aunque trató de reprimir cualquier sonido que saliera de su boca cubriéndola con sus pequeñas manos.

De ahí en más su tarde no fue tan buena, e incluso le estaba saliendo peor buscarse algo que comer que tener que cuidar la jodida tienda. El Dorado estaba llena, la cadena Subway que tenía sucursal en el centro comercial tenía una fila que parecía no acabar y sus tripas rugían fuertemente. Incluso, considero transformar en Lobo, cazar un conejo y asarlo el mismo, porque de verdad, no quería comerse una hamburguesa grasosa en algún local de comida rápida. Optó después de una media hora de andar por los pasillos del edificio, por pedirse un burrito, al menos ese tipo de comida rápida lo hacía sentir menos mal. Tragó su alimento un poco demasiado rápido y quedó desocupado aun quedándole una hora de su descanso, por lo que decidió vagar por las tiendas buscando nada en particular mientras se bebía la milésima lata de café del día.

Fue cuando iba llegando a su tienda, veinte minutos antes de que empezara su turno, que sintió una especie de retorcijón en el estómago que lo hizo cuestionarse las condiciones de salubridad del local de burritos por unos instantes, pero cualquier pensamiento quedó de lado cuando sintió su corazón acelerarse, su pulso irse a la mierda y su piel quemarle. Su lobo estaba inquieto, impaciente, casi rozando la superficie, extasiado de un exquisito aroma que lo estaba volviendo loco. Venía de su tienda, y las manos comenzaron a sudarle porque estaba seguro, muy seguro, de que su pareja destinada estaba cruzando el umbral de la fea puerta de vidrio del local.

Sus pies se movieron solos, dando zancadas largas, desesperado, porque su alma gemela lo estaba esperando en el lugar que el mismo había construido y el destino no podía ser más hijo de puta. No estaba preparado bajo ninguna circunstancia para aquello, pero su animal le pedía demandante que empujara de una buena vez la puerta.

Así que lo hizo.

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